En la madrugada del 31 de octubre se registró una agresión más contra una joven en medio de la aparente normalidad con la que los casos de violencia machista se repiten cada día en nuestro país. Melanie Barragán Guzmán fue golpeada con brutalidad por su pareja, Christian de Jesús “N”, durante una celebración en Ciudad Madero, Tamaulipas. 

La escena, captada por cámaras de vigilancia y que muestra cómo Christian de Jesús ataca a golpes el rostro de Melanie, se hizo viral rápidamente en las redes sociales; y pronto se señaló no sólo la violencia de la agresión, sino la valentía y rápida respuesta de Danna Paola, amiga de Melanie y quien se encontraba junto a ella. Danna Paola se lanzó contra Christian de Jesús, lo alejó de Melanie e intentó inmovilizarlo, cuando él se liberó, Danna Paola corrió por ayuda; su reacción salvó la vida de Melanie.  

El ataque a Melanie, y la reacción de su amiga, nos recordó cómo en medio de la ausencia de garantías de seguridad para las mujeres, niñas y adolescentes, de la desidia del Estado, y del creciente discurso misógino en la sociedad, particularmente entre los jóvenes; son las propias mujeres quienes constantemente —y de forma literal—ponen el cuerpo en defensa de otras mujeres. Ahora más que nunca resuena con más fuerza la consigna: “La policía no me cuida, me cuidan mis amigas”. 

Según narraron asistentes a la fiesta, Christian, quien estaba consumiendo alcohol y sustancias, estuvo acosando a varias mujeres, incluidas algunas amigas de Melanie. Ante la incomodidad y el acoso que provocaba, las asistentes intentaron poner límites a su comportamiento, pero la situación escaló. 

El caso de Melanie refleja un patrón recurrente en México: en el contexto de la violencia machista, la solidaridad entre mujeres es la respuesta más inmediata y, en muchos casos, la única defensa frente a la agresión.

Las heridas de Melanie fueron graves; su familia informó que presenta fracturas en las manos, la mandíbula, la nariz y el ojo derecho, con riesgo de perder la vista. Afortunadamente Melanie fue estabilizada y dada de alta este jueves. 

Tras la agresión, Christian de Jesús huyó de la escena, y se encuentra prófugo mientras la familia y amistades de Melanie buscan que se le detenga por intento de feminicidio. Esto es un reflejo de la inacción y los fallos de las autoridades en México en casos de agresiones machistas y violencia contra las mujeres. Las respuestas institucionales suelen ser tardías, insuficientes y, en muchísimas ocasiones, revictimizantes. Existen demasiados casos en nuestro país como muestra de esta deficiencia institucional, como los feminicidios de Debanhi Escobar o Lesvy Berlín Osorio, solo por mencionar algunos de los más mediáticos.

A pesar de que nuestro país cuenta con leyes e instituciones para proteger a las mujeres, en la práctica, el acceso a la justicia es ineficaz, las víctimas terminan recurriendo a redes de apoyo entre mujeres y amigas, grupos de búsqueda, o cajas de resistencia, como en el caso de Melanie, donde varias de ellas se organizaron esta semana para pedir donaciones y poder pagar los costos médicos para la joven.

La sororidad se convierte en un acto de resistencia y protección, como muestra el caso de la amiga de Melanie que, sin pensarlo, intervino para frenar al agresor. En un país donde, según datos de ONU Mujeres, más de 10 mujeres son asesinadas cada día, el respaldo de una amiga o de una hermana puede ser la diferencia entre la vida y la muerte. Las redes de apoyo entre mujeres funcionan como un salvavidas en contextos de violencia, donde la seguridad debería estar garantizada por el Estado.

La violencia machista es un problema grave. En la mayoría de los casos, el victimario es un conocido, un amigo, o incluso un familiar cercano, lo cual revela la normalización de la violencia y la impunidad. Y es que la omisión del Estado para dar justicia en estos casos no solo perpetúa el ciclo de la violencia, sino que también refuerza la idea de que las mujeres deben resolver por sí mismas situaciones que deberían recibir atención y protección institucional.

El caso de Melanie Barragán intensificó el debate sobre la persistente violencia machista en México y la necesidad de respuestas institucionales frente a ellas, al tiempo que resaltó la importancia de las redes de apoyo entre mujeres. Como sucede en la mayoría de casos de violencia machista, en medio del gaslighting patriarcal al que nos somete el Estado, la sororidad se erige como un refugio para nosotras.