¿Alguna vez te has sentido incapaz de dejar una relación sin saber por qué, aun cuando sabes que ya no quieres estar ahí, porque estás viviendo violencia?

Probablemente lo que te está pasando, es que, cómo producto de las violencias repetidas, sistemáticas y sostenidas en el tiempo, se ha ido desarrollando en ti lo que el investigador norteamericano Seligman, observó en los sesenta y la feminista Lenore Walker, entre otras personas, han estudiado y llamado síndrome de indefensión aprendida o adquirida.

Te explico un poco. Las violencias van apareciendo y escalando de manera casi imperceptible, muchas veces porque son comunes y parecen normales, o porque se ha pensado, erróneamente, que son parte de la naturaleza humana. Al mismo tiempo, las encontramos como parte del entramado que conforma lo que conocemos como el "ciclo de la violencia", en el que hay tres fases principales vinculadas a un primera etapa de enamoramiento y fantasía amorosa, a la que se tiene la ilusión de regresar o de recuperar.

Estas tres fases son: 1) Elaboración de la tensión, 2) Explosión y arrepentimiento, 3) Perdón y luna de miel. Y de ahí se vuelve al punto uno para recomenzar el ciclo.

¿Te cuesta dejar una relación? ¡No es tu culpa!

Entre otras cosas, en este ciclo, se busca culpabilizar y responsabilizar a quien experimenta la violencia por haber provocado la ira o reacción en el otro. Todo esto tiene efectos en tu manera de percibir la situación y en tu auto percepción.

 A lo mejor has intentado terminar la relación muchas veces y crees que será imposible lograrlo, así que piensas que ya no tiene sentido hacerlo. A lo mejor, has llegado a dudar de ti y a considerar, que él tiene razón, que no tienes capacidad para hacer las cosas, que algo está mal en ti y que eres inútil, aunque esto no es verdad.

Tal vez, te das cuenta de que ya nada o casi nada te ilusiona, que las cosas que te motivaban han dejado de interesarte. Notas que te cuesta trabajo tomar decisiones o hacer cosas nuevas, o piensas que nada de lo que hagas mejorará tu situación. Sientes desesperanza y mucho miedo al futuro. Probablemente experimentas ansiedad y angustia permanentes. Te cuesta mucho trabajo adaptarte a los cambios y piensas que, hagas lo que hagas, nada va a mejorar tu situación.

Puede ser que en algunos ámbitos de tu vida te sientas mejor que en otros. Todo esto te confunde porque te cuesta trabajo reconocer que tú te sientes así. No es algo común en tu vida. Has sido siempre activa, alegre, resolutiva y asertiva. Te preguntas cómo llegaste a esto, por qué te sientes así, por qué ya no tienes fuerza para salir adelante. La tristeza y el desamparo se han convertido en una constante.

Todo esto son indicadores de que, como efecto de las violencias, probablemente estás experimentando el síndrome de indefensión aprendida o adquirida. Este te hace creer que no hay salida, porque entre otras cosas, estás sumergida en buscar estrategias para sobrevivir y protegerte tratando que la violencia no escale.

Estás ensimismada, y al mismo tiempo en estado de alerta permanente, conteniendo la violencia y defendiéndote. Esto provoca que no puedas ver que existen alternativas y que puedes salir de esta situación. Has estado expuesta a mucha incertidumbre, los espacios de tensión de la primera fase del ciclo de la violencia te mantienen en un estado de estrés que es agotador física, mental y emocionalmente.

La confusión que provoca la fase de perdón, reconciliación y luna de miel, te llena de dudas y hace que te cuestiones qué es real y qué no. Los diferentes intentos por dejar la relación te han llevado a dudar de ti misma y a desconfiar de tus decisiones y asertividad. Te has concentrado en defenderte y en tratar de salir de ahí sin éxito.

El síndrome de indefensión aprendida puede presentarse mientras estás en la relación o continuar aun habiéndola concluido.

Muchos de tus miedos son reales, sin embargo, aunque en este momento te parezca imposible, se pueden establecer vínculos y estrategias para que con la ayuda adecuada y especializada, puedas romper ese ciclo obscuro en el que estás hoy. Es importante que sepas que esto es pasajero, que puedes recuperar la confianza, la alegría y el impulso para vivir.

Lo primero que hay que hacer es reconocer lo que está sucediendo y que probablemente necesites apoyo especializado para ir recuperándote poco a poco.

Los maltratos y violencias repetidas, así como, el estrés prolongado, te han hecho aprender técnicas de sobrevivencia y protección. Acompañada de especialistas puedes desaprenderlas y aprender otras que te ayuden a pasar de sentirte culpable e impotente, a experimentar el enojo que te permite poner límites, sin ponerte en riesgo. A recuperar la actividad y a dejar actitudes pasivas que te permitan, a través de la aceptación, dejar una relación que no va a mejorar.

Acepta todos tus sentimientos y emociones sin juicio, lo que te está pasando es el resultado de las violencias y no define tu capacidad real. Puedes ir proponiéndote pequeñas metas alcanzables y concretas. No te quedes sola, trata de reestablecer vínculos con personas importantes para ti, en las que puedes confiar.

Habemos personas e instituciones a las que puedes acudir para que te acompañen, de manera profesional y cercana, a recuperarte de una relación en la que experimentaste violencia, o a salir de ella si aún estás ahí.

Si vives o crees que estas viviendo violencia comunícate con nosotras:

Espacio Mujeres para una Vida Digna Libre de Violencia, A.C. 55 3089 1291

Red Nacional de Refugios, A.C. 800 822 44 60

Si quieres apoyar nuestro trabajo https://www.espaciomujeres.org/donativo/