Esta semana fuimos testigas de cómo los medios de comunicación masiva representaron la violencia de género a través de un espectáculo morboso como ya hemos documentado anteriormente hasta el cansancio. Una escena donde la violencia que ejerce un hombre contra una mujer se vende como entretenimiento para aumentar la audiencia y el rating, en un país donde la violencia machista no es un show. Es una realidad que escala hasta un feminicidio.

El incidente ocurrido en "La Casa de los Famosos" que involucró a Adrián Marcelo es considerado un ejemplo de violencia mediática, porque demuestra cómo los medios de comunicación permiten que se perpetúen y normalicen comportamientos y actitudes violentas contra las mujeres. 

Como era de esperarse, este “show” se viralizó en redes sociales, donde muchas personas mostraron su indignación y rechazo contra Adrián Marcelo. En una era donde la normalización de la violencia genera raiting, también es normal que cause mayor indignación una escena morbosa que la realidad misma. Fuera de la pantalla, miles de mujeres son violentadas y asesinadas a diario en sus casas, lo cual sí debería escandalizarnos.

En La Cadera de Eva dudamos en abordar este hecho, precisamente porque sabemos que la industria televisiva busca alimentar su rating y generar conversación en torno a lo que nos venden como entretenimiento. No queríamos dar más visibilidad a este tema ni replicar las escenas, o los nombres de los perpetradores. 

Sin embargo, creemos que es necesario señalar la responsabilidad de los operadores de la industria que juegan con las narrativas violentas contra las mujeres para alimentar sus bolsillos, sino también al Estado que históricamente ha normalizado que la industria se alimente de la cosificación y sexualización de nuestros cuerpos en una pantalla, dando el clima.

O de contenido novelesco que perpetúa los estereotipos de género, la violencia machista, el racismo y el clasismo. De programas televisivos que presentan los feminicidios cómo espectáculo y a los feminicidas cómo famosos asesinos seriales, sacados otra vez, de la industria del entretenimiento.

Para dimensionar cómo nos impactan estas representaciones podemos apoyarnos de los estudios sociológicos. En las teorías de comunicación existe una a la que se nombra “teoría del cultivo”, la cual propone que la exposición prolongada y repetida a los medios de comunicación (especialmente en la televisión) moldea la percepción de la realidad de las personas. Es decir, las personas tienden a asumir que lo que ven en los medios refleja la realidad, lo que puede distorsionar su visión del mundo.

Es por eso que es importante apelar al pensamiento crítico de las audiencias y nombrar la violencia que se nos presenta en la pantalla. En estos días publicamos una nota en la que recordamos que la violencia mediática se ejerce “por cualquier persona física o moral que utilice un medio de comunicación para producir y difundir contenidos que atentan contra la autoestima, salud, integridad, libertad y seguridad de las mujeres y niñas, que impide su desarrollo y que atenta contra la igualdad”, como está escrito en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia de la Ciudad de México.

La Secretaría de las Mujeres de la Ciudad de México publicó un comunicado este 8 de agosto en el que también recordaba que lo que ocurrió en “La Casa de los Famososva “más allá del ámbito televisivo, ya que fue ampliamente difundido a través de las redes sociales, amplificando su impacto negativo”, pues la violencia sistemática contra las mujeres en los medios y redes sociales puede distorsionar la percepción de las mujeres, aumentar la violencia y los discursos de odio.

Entre nosotras, en La Cadera de Eva, comentábamos que la producción del programa tiene una responsabilidad ética y social de prevenir y condenar cualquier forma de violencia, incluyendo la mediática. Y es que esta forma de violencia, aunque menos visible que la física, es igual de dañina, ya que sienta las bases para la discriminación y violencia feminicida en la vida cotidiana. Este bombardeo constante de imágenes y mensajes contribuyen a la percepción de que los hombres pueden insultarnos en nuestros espacios íntimos en forma de “juego”.

Queremos señalar que este tipo de contenido no solo minimiza la gravedad de la violencia, sino que también desensibiliza al público, disminuyendo la urgencia de abordarla y erradicarla. Como consumidoras y consumidores, debemos exigir contenido que respete y dignifique a las mujeres, y exigir a los medios que se comprometan con una representación equitativa y dignificante.

Los medios tenemos el poder de influir en la cultura y la opinión pública. Es hora de que utilicemos nuestras plataformas para educar, sensibilizar y promover una sociedad libre de violencia. 

La violencia de género no es entretenimiento.

Es una crisis social que debe ser tratada con la seriedad, el respeto y la urgencia que merece.