Cada vez que hablamos de la participación de las mujeres en las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), no solo hablamos de inclusión en sectores tradicionalmente dominados por hombres. Hablamos también de autonomía económica, de transformación social y, sobre todo, de justicia. La tecnología no solo está moldeando el futuro: tiene el potencial real de cerrar brechas históricas, empezando por una de las más persistentes y estructurales: la brecha salarial de género.
En México y en muchos otros países, las mujeres seguimos ganando menos que los hombres, incluso cuando tenemos el mismo nivel educativo, la misma experiencia y desempeñamos funciones similares. Este fenómeno no es casualidad ni coincidencia: es producto de una combinación de estereotipos, discriminación estructural y sesgos arraigados. Pero aquí es donde la tecnología —y las mujeres en tecnología— pueden cambiar el juego.
STEM como palanca de equidad
Las carreras STEM ofrecen algunas de las remuneraciones más altas del mercado laboral. De hecho, en muchos países, los egresados de programas en ingeniería, programación o análisis de datos tienen ingresos iniciales por encima del promedio nacional. Cuando las mujeres acceden y permanecen en estos campos, su potencial de generar ingresos y de alcanzar independencia económica aumenta significativamente.
En otras palabras: promover la participación femenina en STEM no solo tiene sentido desde la equidad, sino también desde la economía.
Pero no basta con abrir la puerta. Tenemos que asegurarnos de que más niñas y jóvenes se atrevan a cruzarla, que encuentren modelos a seguir, mentoras, condiciones de desarrollo, espacios seguros. Que no sientan que deben elegir entre su carrera y su vida personal, o que su valor está condicionado a adaptarse a moldes ajenos.
Romper patrones, construir oportunidades
A lo largo de mi trayectoria como ingeniera, académica, investigadora y promotora de vocaciones STEM en mujeres, he sido testigo del talento inmenso que tenemos. Pero también he visto cómo muchas veces ese talento se silencia por falta de confianza, por ambientes hostiles o por la ausencia de referentes femeninos.
En el Tecnológico de Monterrey, desde la Escuela de Ingeniería y Ciencias, impulsamos la iniciativa Ingenia Mujeres en Ingeniería y Ciencias, con el objetivo de construir redes de mentoría, visibilizar trayectorias de liderazgo femenino y fomentar vocaciones tempranas en niñas y jóvenes.
Con Ingenia buscamos cambiar narrativas, abrir puertas y acompañar a quienes aún dudan si este camino es para ellas.
Hemos creado espacios de escucha, acompañamiento y colaboración entre estudiantes, egresadas, profesoras e investigadoras, generando un ecosistema donde la presencia de mujeres en STEM no sea una excepción, sino una constante
Del talento al impacto
Reducir la brecha salarial no es una utopía: es una meta alcanzable si trabajamos desde todos los frentes. Y uno de los más estratégicos es el de impulsar a más mujeres en áreas de alta demanda, bien remuneradas y con impacto global. Es decir: STEM.
La tecnología, bien aplicada, puede convertirse en aliada para reducir desigualdades. El trabajo remoto, la flexibilidad horaria y la economía digital han abierto nuevas posibilidades para muchas mujeres que históricamente enfrentaron barreras estructurales en el ámbito laboral.
Hoy, una ingeniera en Chiapas puede colaborar en un proyecto global desde su casa; una científica puede acceder a redes internacionales de conocimiento sin salir de su comunidad. Eso es poder.
Lo que está en juego
Cuando hablamos de mujeres en STEM no hablamos solo de carreras. Hablamos de cerrar brechas que afectan toda una vida: acceso a salud, vivienda, educación para los hijos, pensiones dignas. Hablamos de transformar realidades desde la raíz. Porque la autonomía económica es un paso indispensable hacia la igualdad.
La buena noticia es que estamos avanzando. Cada vez hay más mujeres liderando laboratorios, fundando startups, diseñando algoritmos, desarrollando inteligencia artificial. Lo que necesitamos ahora es acelerar el paso, cuidar el camino y no dejar a nadie atrás.
Porque en cada niña que sueña con ser ingeniera hay una posibilidad de romper ciclos. Y en cada mujer que logra cerrar la brecha salarial, hay una victoria que es colectiva. Y desde iniciativas como Ingenia, lo estamos haciendo posible.