Pinche vieja culera”, señaló el Secretario General de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, Ricardo Rojas Arévalo para referirse a su igual, la doctora Zoraida García Castillo, directora de la Escuela Nacional de Ciencias Forenses (ENaCiF) de la misma casa de estudios, el hecho desembocó en su inminente cese de funciones y también, en un espacio de reflexión para entender cómo estas expresiones  son reflejo de una serie de violencias machistas en contra de las mujeres. 

Los hechos sucedieron durante el “Ciclo de Conferencias: Retos actuales de la investigación criminal en el sistema acusatorio”. En la primera mesa participaron Carlos Cuenca Dardón, escritor y profesor de la Facultad de Derecho; Gabriel Regino García, abogado penalista y defensor de exfuncionarios y finalmente, Ricardo Rojas Arévalo Secretario General de la Facultad de Derecho. En el resto de las actividades se incluiría la participación de la directora de la ENaCiF, Zoraida García y el consultor forense Anselmo Apodaca, sin embargo, cuando Carlos Cuenca Dardón mencionó la participación de la doctora, Ricardo Rojas Arévalo murmuró “pinche vieja culera”, consecuentemente, Regino y Cuenca soltaron una carcajada. 

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El hecho quedó documentado a través de una transmisión en vivo y pese a los intentos de la administración de cortar el audio en dos ocasiones, el lenguaje machista del Secretario General y un intrínseco pacto patriarcal quedaron expuestos ante la mirada de más de 800 personas que seguían la transmisión. 

De lenguaje y poder

El lenguaje es la primera ventana para la cosificación, la descalificación e inferiorización de las mujeres, tanto en discursos que se encuentran en la esfera de lo privado y también, en lo público. La existencia de figuras que ostentan cargos de poder en espacios universitarios y que perpetúan la violencia del lenguaje es, por menos, un acto que genera preocupación.

La socialización entre Carlos Cuenca Dardón, Gabriel Regino García y Ricardo Rojas Arévalo corresponde a una que incide en prejuicios, exclusión y desvalorización de su igual, la académica Zoraida García Castillo. Se trata de una serie de componentes que, aunados, encauzan a una violencia concreta: la de género

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“¿Qué clase de afirmación estamos haciendo?”, esta es una de las preguntas que la filósofa feminista Judith Butler aborda en su obra “Lenguaje, poder e identidad”, donde aborda el término“lenguaje de injuria”, que consiste en un odio que puede ser racista, homofóbico y en este caso, misógino y que tiene por objetivo degradar, menospreciar y reconocer la existencia social de alguien inferior, esto último, reafirma la relación entre el poder y el lenguaje

El comentario “pinche vieja culera” de Ricardo Rojas Arévalo debe ser entendido no como un acto aislado que nace desde lo individual; un comentario que “salió por accidente y fue erróneamente documentado”, sino que hablamos de un fenómeno sistémico que refuerza la opresión y envía un mensaje concreto: el machismo que ejercemos en lo privado, se reproduce en lo público. 

“El lenguaje se convierte en un campo de disputa en el que tienen lugar luchas entre quieren acabar con la desigualdad de género y quienes, alentados por el patriarcado, saben que el lenguaje es un instrumento de inferiorización de las mujeres”. (Claudia Guichard en “Manual de Comunicación No Sexista”)

El pacto 

¿Qué hay detrás de las risas de Carlos Cuenca Dardón y Gabriel Regino García?: un pacto de complicidad que la escritora Rita Segato define como apenas un “disfraz” que oculta un sistema jerárquico que ostenta el poder, defiende el prestigio y el valor de los varones: el patriarcado

De manera puntual podemos entender que las risas entre los tres es un contrato social, un código muy sólido que han aprendido en su proceso de socialización y que los autodesigna para decir: “¿verdad que nos entendemos”, esto último lo acota la filosofa y teórica feminista Celia Amorós Puente en “Hacia una crítica de la razón patriarcal”.

Por ello, aunque el director de la Facultad de Derecho de la UNAM, Raúl Contreras señaló que a causa del “desafortunado comentario” de Ricardo Rojas Arévalo se tomó la decisión de cesarlo de su cargo, pues él está “de manera categórica en contra de cualquier acto de violencia”, se necesita comenzar a romper el pacto patriarcal, reconocerlo y saber que las risas son el primer síntoma de un machismo encubierto que podría estar gestándose entre los grupos directivos y catedráticos en la Facultad de Derecho de la máxima casa de estudios

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