Anoche 26 de octubre se realizó la inauguración del 2do Festival Internacional de Cine Transfeminista “Miradas Maleducadas”, que tenía como invitado al país de Chile, de la mano de la Colectiva Mujeres Al Borde, con gran tradición en corporalidades disidentes, videastas, y muestras de filmes disidentes. Pero anoche mismo se canceló luego de 90 minutos de haber iniciado.

La proyección del documental “Tan inmunda y tan feliz”, que aborda pasajes destacados de la vida y obra de Hija de Perra, se vio interrumpido 4 minutos antes de finalizar por Laura Glover y un grupo de personas no binarias y trans que la acompañaban. El contingente entró por la fuerza empujando las puertas y haciéndose de palabras con gente del staff, para irrumpir en la pantalla y gritar consignas.

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Laura Glover es la mujer trans que hace 40 días fue sacada con violencia y con transfobia del baño de la Cineteca, o Cineterfa, como le dice el grupo de manifestantes.

La presencia de Laura fue fulminante: “Les es muy entretenido y divertido ver a una mujer trans muerta en la pantalla, pero incómodo y violento verlas aquí en vivo. Pero aquí estamos, y no nos vamos a callar. Estamos hartas”.

El público enmudeció. Y es que qué decir ante tal confrontación. Es fuerte y tajante. Pero Laura no se quedó ahí, fue más allá: “¿Dónde esta esa gente que se dice disidente? Vénganse para acá, suban con nosotras, dónde está su disidencia, su protesta, su contranorma”.

Así, ante un grupo de más de 50 personas, los asistentes que se quedaron, junto a personalidades de la organización, y cineastas, Laura Glover se quejó de que hasta la fecha no hay una reparación de nada contra el suceso que vivió.

Porque para nadie razonable es claro que un comunicado digital puesto en XTwitter, es reparación de daño de algo. Laura se quedó sin cuarto donde rentaba para vivir, sin el punto donde ejercía trabajo sexual, y sin su puesto de vendedora ambulante. De los 3 espacios fue expulsada por quienes la conocían, pues el escarnio y mediaticidad que surgió tras lo que vivió en la Cineteca, y su respuesta de gritar, rabiar, y no quedarse callada, la convirtieron en persona non grata y problemática. Laura quiere un cupo laboral para ella y para sus amigas trans en la Cineteca, quiere que la institución sea sancionada, y que este precedente se convierta en alguna política pública o ley, que garantice que toda empresa, dependencia, o institución, capacite al personal para que tengan respeto y conciencia sobre personas trans, y esto no vuelva a ocurrir.

Laura denunció que todas las reuniones que ha tendido desde entonces son para darle café y galletas y ser condescendientes, o tomarse fotos, pero no para resolver ni reparar nada, sino dar largas y palabrerías. Mientras, el tiempo pasa y ella sigue siendo insultada y amenazada de muerte en redes sociales por el escarnio y gente transfóbica. Su vida está en riesgo y vulnerabilidad. Los manifestantes pasaron una gorra para pedir cooperación para ella.

Pero el suceso no paró ahí, Laura acusó a la diputada local Ana Francis Mor, quien es parte de la organización del Festival, y quien estaba entre el público, de estarla llamando y escribiendo por "debajo del agua", para "usarla de botín". Ante estas acusaciones, la diputada se fue sin decir nada, y abandonó la sala con una gran sonrisa, lo que enfureció al contingente de manifestantes, quienes respondieron rompiendo con llaves la pantalla de la sala. Unos minutos después, personal de la organización enfatizó que ese hecho daba por cancelado el festival para los siguientes tres días que faltaban de proyecciones, talleres, y eventos, pues era la única sala asignada para el festival, y que según no se puede reparar en un día.

Los manifestantes corrieron también del escenario a Ana de Alejandro, cuando se le confrontó como operadora de SIBISO, pero en realidad la activista y fundadora de la Red Mexicana de Madres Lesbianas, no trabaja en esa dependencia, y sólo estaba ahí en calidad de una de las asistentes de la Diputada Ana Francis. De Alejandro intentó recoger el pliego petitorio de los manifestantes, pero no pudo.

¿Será verdad esto de que Cineteca no tiene los recursos técnicos para sustituir una pantalla en unas horas, o fue solamente un castigo, a la protesta? ¿Importan más las llamadas formas de manifestarse o gritar consignas, que el hecho mismo de que una persona viva esté siendo violentada, en escarnio, y sin reparación del acto transfóbico y de revictimización que padeció? ¿Es Laura solamente una pequeña parte, y hecho aislado, de un colectivo trans más amplio que vive lo mismo todos los días en diferentes ciudades o países? ¿Qué hacer como público o ciudadanía en un evento así: quedarse viendo indiferente, o ser empático con personas en riesgo, o indignarse porque ya no se proyectaran películas? ¿Qué nos corresponde hacer?