¿Alguna vez te has sentido impotente por querer ayudar a una mujer que vive violencia pero no sabes cómo? Si tu respuesta es sí, no te preocupes, todas hemos tenido dudas sobre qué hacer en esas situaciones. Afortunadamente existe esfuerzos desde la sociedad civil que nos orientan sobre qué podemos hacer en estos casos. 

La Guía para Acompañantes de Víctimas de Violencia Basada en Género: Entre todxs nos acompañamos, de Sofia Lozano en colaboración con Zihuakali Casa de las Mujeres Indígenas y otras colectivas de la sociedad civil de Nuevo León, brinda recomendaciones para el autocuidado y cuidado colectivo de personas que acompañan a mujeres que son víctimas de violencia.

Antes de presentarte algunas de las herramientas de la guía, es necesario reflexionar y responder algunas preguntas frecuentes: 

¿Por qué acompañar

Para Sofia Lozano, acompañamos como una respuesta frente a la problemática de la violencia contra las mujeres en razón de género y ante las deficiencias de las políticas públicas municipales, estatales y federales en materia de prevención, atención, sanción y erradicación de las violencias.

¿Desde dónde acompañar?

Sofía menciona que acompañamos desde el nosotrxs, porque reconocemos el poder de la colectividad y de lo comunitario. La importancia de las redes que se construyen entre vecinos, amigos, familiares, compañeros o integrantes de una comunidad son fundamentales para romper el ciclo de la violencia o para proteger ante una situación de riesgo. 

Al respecto, Sofía Lozano menciona que la figura de la acompañante pretende ser un apoyo en el proceso de afrontamiento de la violencia y toma de decisiones de una mujer. 

Esto ayuda a reafirmar que no estamos solas, que entre nosotres nos escuchamos, contenemos, transitamos juntes los procesos de acceso a servicios de atención, protección y justicia.

¿Cómo acompañar?

La Guía identifica tres acciones fundamentales que podemos realizar en un proceso de acompañamiento:

Escuchar:  Brindar un espacio seguro en el que se pueda hablar sobre los hechos de violencia sin emitir juicios o hacer señalamientos, asi como validar emociones, acompañar a identificar y nombrar las violencias que comúnmente se naturalizan, minimizan y/o normalizan.

Orientar: Compartir información de forma clara y oportuna que permita conocer sus derechos, servicios de atención y opciones para la toma de decisiones, tambien implica ayudar a las víctimas a pensar en cómo actuar ante un posible incidente de violencia a través de la construcción de un plan de seguridad.

Acuerpar: Ser red de apoyo, transitar juntxs por el sistema de justicia o a instancias que brinden servicios de atención y protección especializados.

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Principios en el acompañamiento

Sofía Lozano señala que como acompañantes es fundamental que no contribuyamos a reproducir los estereotipos y prejuicios existentes en torno a las mujeres víctimas de violencia; sino que garanticemos acompañarlas desde un enfoque centrado en las víctimas, desde la perspectiva de los Derechos Humanos y de género. Algunos principios que nos pueden ayudar a evitar la revictimización o victimización secundaria son:

Reconocer a las mujeres como sujetas activas. Debemos evitar tratar a la mujeres como “disminuidas” o “pasivas”, esto sin dejar de ser conscientes que han atravesado un contexto de violencia que ha impactado su vida de diversas formas. 

Impulsar la capacidad de agencia de las mujeres. Buscamos que sean las mujeres quienes puedan tomar decisiones informadas y autónomas sobre su vida para comenzar a transformar su contexto, por tanto reconocemos sus dignidad, respetamos sus deseos, priorizamos sus necesidades y acercamos información sobre sus derechos.

Practicar la escucha empática. La escucha debe ser empática y activa, más no directiva. Esto implica no interrumpir, no emitir juicios, no dar señalamientos, ni dar consejos sin preguntar antes si desea escucharlos.

Reconocer el impacto de las violencias y validar las emociones de las víctimas. Es importante reconocer los hechos de violencia que ha sobrevivido desde su narración y validar sus sentimientos personales. La ausencia de este reconocimiento obliga a las víctimas a un duro proceso que dificulta su recuperación.

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Acompañarlas sin controlarlas. No nos toca persuadir a quien acompañamos para que adopten mi punto de vista o actúen como yo lo haría. Debo de reconocer y tomar en cuenta los intereses, las necesidades y las creencias de quien acompaño.

Acompañarlas como ellas quieran ser acompañadas. Es necesario que no te formes expectativas sobre cómo debe reaccionar y responder una víctima ante una situación. Existe una diversidad de formas de abordar “solucionar” o “sanar” una situación. 

Reconocer tus límites o los de tu institución. No debemos generar falsas expectativas o promesas que no podamos cumplir a las víctimas. Es importante que tengas claro con qué recursos personales o colectivos cuentas para facilitar el acompañamiento.

Reconocer la diversidad de mujeres que podemos acompañar. Es fundamental reconocer las intersecciones que nos atraviesan como mujeres y cómo los diferentes sistemas de opresión y formas de discriminación (raza, clase, género, capacitismo, identidad de género u orientación sexual) nos colocan en situaciones específicas, por lo cual es necesario acompañar en las necesidades específicas de cada una. 

Reconocer la particularidad de cada situación o hecho violento. No podemos generalizar que todas las víctimas atraviesan las mismas situaciones y requieren el mismo acompañamiento.

Si quieres saber más sobre recursos y herramientas para acompañar a mujeres víctimas de violencia de género te invitamos a consultar la Guía que se encuentra en este enlace. 

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