El conflicto armado entre Israel e Irán, que comenzó el pasado 13 de junio, reactivó una narrativa común en tiempos de guerra: la idea de que las mujeres en Medio Oriente necesitan ser salvadas y que el feminismo occidental es la única vía para su liberación. Sin embargo, este enfoque ha sido utilizado para justificar intervenciones militares y reforzar estereotipos, invisibilizando las formas de resistencia que existen en esos contextos.

En entrevista con La Cadera de Eva, Nofret Berenice Hernández, posdoctorante de la división de historia del CIDE y especialista en Medio Oriente, explica cómo las narrativas occidentales ha distorsionado  y fetichizado la lucha de las mujeres en Medio Oriente, al imponer una visión única de lo que significa resistir y ser libre.

 

Y es que la narrativa y el discurso occidental han sido poderosas herramientas que niegan la agencia y resistencia de las mujeres en los países árabes y musulmanes, pues se cree que hay una manera única de concebir las violencias que atraviesan a las mujeres: la mirada occidental. 

Ejemplo de ello es el discurso de Laura Bush en 2001, esposa del presidente 43 de Estados Unidos, George Bush: “Las mujeres afganas saben, gracias a duras experiencias, lo que el resto del mundo está descubriendo: la opresión brutal de la mujer es un objetivo central de los terroristas. (...) Debido a nuestros recientes logros militares, muchas mujeres en Afganistán ya no están encerradas en sus casas”, dijo. 

 

Lo que parecía un conmovedor discurso en contra de la opresión de género, no ayudó a las mujeres bajo la opresión del régimen Talibán, por el contrario, sirvió para justificar la guerra y la ocupación estadounidense en Afganistán

“Ni siquiera respetó que muchas mujeres, incluso dentro de Afganistán o Irán, eligen usar el velo por tradición, religión o convicción”, explica la especialista, y es que en la narrativa orientalista se ignora la existencia de mujeres que resisten y luchan contra el régimen desde ciudades como Kabul y Teherán, pero también hay muchas otras, en las provincias, que creen en esas tradiciones, y está bien si no son obligadas.

Orientalismo feminista: debates y peligros

“Muchas veces el feminismo occidental o blanco, no se da cuenta precisamente de que, o a veces sí, de que en realidad están sirviendo como instrumento para mantener  una forma de imperialismo que mantiene la estructura patriarcal de poder colonial”, explica Nofret Hernández.

Un ejemplo de ello se presenta cuando el feminismo y los medios de occidente se solidarizan con las mujeres en Medio Oriente. Es el caso de Maxa Amini en 2022, una mujer kurda iraní que fue asesinada por la policía brutalmente por no llevar “bien” el hiyab, un velo que cubre el pelo y el pecho de las mujeres musulmanas, lo que desató protestas en occidente bajo el lema “Mujer, vida y libertad”.

En contraste, la poeta iraní Parnia Abassi, de 24 años de edad, quien falleció tras un ataque israelí contra el Complejo Residencial Orkideh en Teherán durante la noche del 12 de junio. Abassi fue de las primeras personas en perder la vida como consecuencia del primer bombardeo de Israel. “Eso no lo cubren los medios”, señala la especialista, mostrando una clara ambivalencia en la supuesta enunciación en contra de la opresión de género.

Imagen

El feminismo occidental vela por aquello que pueda ser instrumentalizado bajo su forma de concebir la liberación de las mujeres, sin tener en cuenta que las mujeres en medio oriente son diversas. 

Algunos de los debates centrales son: 

1. No usar hiyab como forma de liberación

Para Hernández la verdadera liberación debería entenderse como el poder de decisión; decidir cómo me visto y qué hago con mi vida. Si quiero cubrirme, está bien, y si quiero descubrirme, también. “Esa es la verdadera libertad: que yo, como mujer, pueda elegir, no que me lo imponga mi padre, mi gobierno o una feminista que no vive en mi país y pretende decirme cómo debo resistir”, explica.

Todo esto se cruza con el feminismo occidental mainstream,  pues algunas feministas se alinean con Israel y con posturas profundamente racistas.  En palabras de Hernández, “están sirviendo abiertamente a una agenda imperialista y colonialista”.

“Hay mujeres que sí pasan por cuestiones más simbólicas de liberarse del simbolismo del velo, por ejemplo, y para otras que el ocupar el velo no les impide luchar por sus derechos laborales y la equidad de género”.

Imagen

2. Silencio selectivo

Ha sido una herramienta utilizada por el feminismo occidental  para denunciar y criticar la violencia contra las mujeres en Medio Oriente bajo lentes occidentales. ”No han criticado a Israel por estar matando mujeres, y niños también, en Gaza y en Cisjordania. Porque no solo es en Gaza donde las mujeres están siendo asesinadas por miles”. 

El silencio permite que sigan ocurriendo crímenes de lesa humanidad contra mujeres que no son del “color correcto” o que no siguen las reglas del feminismo occidental. Esto se conecta directamente con las narrativas orientalistas, que históricamente han servido para justificar intervenciones militares y violencias imperialistas en Medio Oriente.

3. Pensar que los hombres racializados son inherentemente más machistas que los blancos

Pensar que los hombres racializados, negros, árabes o latinos son inherentemente más machistas que los hombres blancos europeos es una falacia que forma parte de la narrativa occidental y que muchas veces es utilizado por el feminismo blanco. El machismo existe tanto en el mundo occidental como en el árabe, sin embargo, se presenta bajo sus especificidades concretas, estrictamente ligadas a la cultura de cada región. 

Según explica la especialista, el machismo árabe también se ve en la infantilización generalizada de las mujeres. “Habrá hombres que son violentos también, pero (a las mujeres) se les ve como personas, no como objetos sexuales. Habrá algunos que sí les vean como objetos sexuales, pero eso también depende de cada persona”.

“Si realmente queremos dejar atrás los discursos orientalistas que promueven el racismo y la ignorancia cultural, tenemos que abandonar la idea de que solo existe una forma válida de ser mujer y de ser libre. La verdadera libertad está en la elección: si una mujer elige ponerse el velo, por la razón que sea, religión, cultura, estética o simple gusto, eso también es feminismo. Y el velo, muchas veces, solo es una excusa”.

¿Qué riesgos conlleva que algunos feminismos repitan sin cuestionar discursos que están legitimando actos de islamofobia y de discriminación?

La estructura patriarcal mundial nos divide también, así como las cuestiones de clase y de cultura que al momento de crear discursos de nominación, la estructura patriarcal finalmente logra dividirnos. 

Es triste que las feministas no nos demos cuenta que esto nos divide más que unirnos para lo que finalmente queremos: ser libres y vivir nuestra vida como quedamos y que haya equidad. En el mundo árabe musulmán también están en esas mismas discusiones.

¿Cómo podemos evitar la mirada salvacionista en el discurso occidental? 

Con lo que está ocurriendo en Gaza, parece que el derecho internacional estaba hecho para los blancos, no para el resto. Tenemos que exigir, por un lado, que este derecho sea de verdad universal, y también tenemos que descolonizarnos de la mente, porque seguimos pensando en México y el mundo que hay razas superiores.

Tenemos que reconciliarnos de verdad con nuestros orígenes y con nuestra diversidad

México es un país súper diverso, pero seguimos en el mestizaje tratando de cuadrar con lo blanco cristiano burgués. Tenemos que dejar de ver el mundo de forma aspiracionista y hacerles ver a los que se sienten superiores  que no lo son, que son igual que nosotros. Todos somos iguales porque todos somos seres humanos, somos la misma especie, con diferentes colores y pensamientos.

¿Cómo podemos las mujeres en el sur global formar y construir alianzas realmente éticas con las mujeres de Medio Oriente? 

Aunque somos la mitad del planeta Tierra, no dejamos de ser el género oprimido porque así se concibe el sistema, cada quien tendrá contextos diferentes, pero todas compartimos los mismos miedos de base, pero al mismo tiempo, también tenemos diferencias y eso lo hace más rico. 

Debemos aprender también de esas diferencias, eso nos va a ayudar a enriquecer la lucha común que finalmente tenemos.