La actriz surcoreana Kim Saeron, de 24 años, una prolífica estrella infantil y juvenil, protagonista de películas como Una vida nueva (2009), falleció el domingo por la tarde, según reportaron medios coreanos. Aunque aún no se han confirmado las causas, se sospecha que pudo tratarse de un suicidio.
En 2022, Kim Saeron estuvo involucrada en un accidente automovilístico mientras conducía bajo los efectos del alcohol. Como consecuencia, recibió una multa de 14,000 dólares y su carrera se vio gravemente afectada. Un año después de su última aparición como actriz en la serie de Netflix Sabuesos, de la que eliminaron varias de sus escenas debido a la presión del público, se retiró del mundo del entretenimiento.
Tras el incidente, Kim Saeron fue objeto de duras críticas y mensajes de odio, lo que la llevó a aislarse y mantener un perfil bajo. La presión social sobre las figuras públicas en la industria del entretenimiento coreano es intensa, y su caso no es el primero en el que el acoso mediático en redes termina en un desenlace trágico.
Cultura de la cancelación y salud mental en Corea
La cultura de la cancelación, entendida como un fenómeno social que castiga a una persona o empresa mediante la retirada del apoyo y la condena pública, es una práctica común entre los jóvenes en Corea.
En los últimos años, Kim Saeron no fue la única víctima del acoso digital. Un caso similar es el del actor Lee Sunkyun, conocido por su participación en la película Parásitos (2019). Sunkyun fue investigado por presunto consumo de sustancias ilícitas y, aunque varios exámenes de drogas resultaron negativos, la opinión pública lo condenó, lo que llevó al actor a alejarse del medio. La presión y el acoso persistieron hasta que, finalmente, fue hallado sin vida en su departamento.
Según datos de Statista, el suicidio es la principal causa de muerte entre personas de 10 a 39 años en Corea del Sur, país que registra una de las tasas de suicidio más altas del mundo.
No sólo los casos con implicaciones legales son blanco de la cultura de la cancelación. Otras figuras públicas han sido objeto de discursos de odio por razones aparentemente menores, como el caso de Song Jiah, una influencer que fue cancelada y acosada por usar copias de ropa de marcas de lujo. Como resultado, tuvo que retirarse de la industria y reconstruir su carrera desde cero.
Misoginia en la industria del entretenimiento
La sexualización, explotación y cosificación de las mujeres en la industria del entretenimiento coreano tienen graves repercusiones en su salud física y mental. Desde dietas extremas y costosas rutinas de cuidado hasta cirugías estéticas, la sociedad coreana ha impuesto estándares de belleza inalcanzables, especialmente para las mujeres.
A pesar de cumplir con estos exigentes parámetros, las artistas siguen siendo blanco de acoso y críticas. Además, las mujeres canceladas rara vez logran regresar a la industria sin enfrentar consecuencias duraderas, incluso si la cancelación se debió a un “error” menor. En contraste, muchos hombres involucrados en casos graves de corrupción, prostitución, trata de personas o agresión sexual han logrado reintegrarse al medio sin mayores dificultades.
Un ejemplo es el escándalo de Burning Sun, un caso de prostitución, tráfico de drogas y corrupción que involucró a varias celebridades surcoreanas. A pesar de la magnitud del caso y de la falta de justicia para las víctimas, varios de los implicados han recibido el perdón del público y de los medios, lo que evidencia una preocupante desigualdad de género en la manera en que la sociedad coreana trata a las figuras públicas masculinas y femeninas.