El mundo atraviesa la peor crisis de conflictos armados desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, y las mujeres están pagando el precio más alto

Según el informe del Secretario General de Naciones Unidas sobre Mujeres, Paz y Seguridad (S/2025/556), siete de cada diez mujeres asesinadas en conflictos en el mundo entre 2023 y 2024 fallecieron en Gaza. El dato expone lo que el propio documento describe como un "desprecio escandaloso por el derecho internacional humanitario" y una regresión histórica en la protección de los derechos de las mujeres y niñas.

El informe, publicado este 20 de octubre a propósito del aniversario número 25 de la resolución 1325 del Consejo de Seguridad (que reconoce el papel de las mujeres en la prevención y resolución de conflictos), advierte que la violencia contra las mujeres ha alcanzado niveles sin precedentes en un contexto de multiplicación de guerras, autoritarismo y militarización global

Hoy, al menos 676 millones de mujeres y niñas viven a menos de 50 kilómetros de un conflicto letal, la cifra más alta desde la década de 1990.

La antropóloga Rita Segato advierte que en contextos así los cuerpos de las mujeres se convierten en territorio de guerra. Su concepto de “femigenocidio” describe cómo los asesinatos sistemáticos y públicos con un mensaje de poder buscan aniquilar simbólica y materialmente lo femenino. Bajo esa lógica, la violencia en Gaza puede entenderse también como una forma extrema de femigenocidio.

"Las cifras de mujeres y niñas asesinadas están alcanzando niveles récord, además de que se las excluye de las mesas de paz", de acuerdo con Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres. "Las mujeres no necesitan más promesas: necesitan poder, protección y participación igualitaria".

Gaza, epicentro de la mortandad

El documento detalla que entre 2023 y 2024 las muertes civiles de mujeres y niños se cuadruplicaron respecto al periodo anterior. La Franja de Gaza se convirtió en el epicentro de la mortalidad femenina: un territorio donde los ataques aéreos masivos, el bloqueo humanitario por el genocidio y la destrucción de hospitales han transformado el cuerpo de las mujeres en campo de batalla. 

El informe cita además un aumento del 87% en los casos de violencia sexual relacionada con los conflictos y un repunte dramático de lo que denomina "violencia reproductiva": el uso del embarazo, el parto o la falta de atención médica como armas de guerra. En contextos como Sudán, la demanda de apoyo vital para sobrevivientes de violación aumentó un 288%, y más de 12 millones de mujeres y niñas están en riesgo.

Excluidas de la paz

El informe de la ONU también advierte que el mundo enfrenta el mayor número de conflictos activos desde 1946: 61 guerras en curso y un número creciente de actores armados no estatales. En paralelo, la participación de las mujeres en los procesos de paz se ha desplomado. En 2024, sólo el 7% de las negociadoras y el 14% de las mediadoras fueron mujeres, y nueve de cada diez vías de negociación no incluyeron a ninguna.

La ONU alerta de que esta exclusión no es un detalle estadístico, sino una de las causas estructurales del fracaso de los procesos de paz. Los datos históricos demuestran que cuando las mujeres participan, los acuerdos son un 35% más duraderos, pero esa evidencia sigue siendo ignorada sistemáticamente.

"Son síntomas de un mundo que opta por invertir en la guerra en lugar de la paz, y que sigue excluyendo a las mujeres del diseño de las soluciones", subraya Bahous.

La brecha entre armas y ayuda

El informe denuncia que mientras el gasto militar mundial superó los 2.7 billones de dólares en 2024, las organizaciones de mujeres en zonas de conflicto recibieron apenas el 0.4% de la ayuda internacional. Esa brecha, calificada por la ONU como una "amenaza existencial", podría provocar el cierre de la mitad de los colectivos locales que sostienen la respuesta humanitaria y la documentación de abusos sobre el terreno.

El Secretario General insta a los Estados a cumplir el compromiso mínimo del 1% de la ayuda oficial al desarrollo para organizaciones de mujeres, además de incorporar cuotas obligatorias de participación femenina en negociaciones y programas de reconstrucción.

Sin datos, sin justicia

Otra advertencia recorre el documento: la falta de información desagregada por género impide medir la magnitud real de la violencia. De los 800 millones de dólares destinados por los donantes a proyectos estadísticos, sólo el 15% se empleó en datos de género. Sin esa información, las mujeres quedan fuera de las decisiones y de los presupuestos.

ONU Mujeres exige una "revolución de los datos de género" para que las experiencias femeninas no queden invisibilizadas en los registros oficiales y los mecanismos de rendición de cuentas. El objetivo, dice Bahous, es "colocar a las mujeres en el centro de la toma de decisiones sobre paz, seguridad y justicia".