¿Sabías que en el medioevo una mujer logró ser Papa? La leyenda de la Papisa Juana cuenta que en el siglo IX una mujer alemana de origen inglés se hizo pasar por un hombre para alcanzar el rango más alto en la jerarquía eclesiástica de la iglesia. 

Al estilo de la famosa poetisa Sor Juana Inés de la Cruz, se dice que la Papisa Juana ocultó su sexo para convertirse en secretario de curio, después en cardenal y finalmente en Papa. El cronista católico dominico, Jean de Mailly, escribió en el siglo XIII un relato sobre una mujer que se convirtió en Papa en el siglo IX.

Según la leyenda, Juana era una mujer erudita que “vestía como hombre” para acceder a la educación universitaria en Roma, aunque la versión del escritor dominico, Martin Troppau sostiene que Juana era una mujer que se enamoró de un monje benedicto con quien huyó a Grecia para obtener educación universitaria, en donde ella adoptó el nombre de Juan y destacó por sus habilidades en la lógica, gramática y retórica. 

La túnica fue un elemento fundamental para pasar desapercibida en un mundo masculino, pues le permitió ocultar su identidad como mujer. Llegada a Roma, la erudición de Juana se deslumbró a tal grado que se convirtió en la sucesora del Papa León IV en el año 855, y fue conocida como Juan el Angélico.

El pontificado de la Papisa Juana fue relativamente corto, pues después de entre dos y tres años de asumir el papado, Juana habría tenido un hijo, supuestamente del hombre de quien estaba enamorada, durante una procesión papal. El fallecimiento de la Papisa Juana es incierto, pues se cree que su muerte se dio por causas naturales o por ejecución pública.

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Aunque la historia de la Papisa Juana se popularizó en la época, no existe información verídica sobre la historia de su papado, por lo que muchas personas creen que no se trata más que de una leyenda. Otros cronistas y estudiosos creen que pudo haber existido, sin embargo, no se tiene confirmación de los hechos. 

La leyenda de la Papisa Juana también fue instrumentalizada como una lección para alejar a las mujeres de la toma de decisiones en la iglesia y perpetuar los roles tradicionales de género. 

La “moraleja” de la misoginia

El fallecimiento del Papa Francisco el 21 de abril de 2025 trajo la duda a la conversación, ¿puede una mujer convertirse en Papisa? e incluso fue más lejos, al cuestionar si es necesario que las mujeres formen parte de un espacio históricamente dominado por los hombres. 

La historia de la Papisa Juana es más una alegoría de la misoginia utilizada por la iglesia para negar a las mujeres ejercer la fe bajo las mismas condiciones que los hombres. 

Y es que con el paso de los años, diversos escritores añadieron a la leyenda una supuesta personalidad diabólica de Juana, quien, impulsada por el mal, intentó ejercer juicio en las decisiones de la iglesia a pesar de ser una mujer.  

Se piensa que la revelación de su género, tan pública y sensacional, fue una forma de satanizar los cuerpos de las mujeres y su supuesta “naturaleza mentirosa”.

El embarazo es utilizado para reforzar la aberración en contra de las mujeres que ejercían la protitución, pues según sus actos no demuestran más que la lujuria. Las calles de Roma se pintaron de rojo, y es que la supuesta vergüenza y herejía ocasionada por Juana provocó que durante tres días y tres noches lloviera sangre.

Esta leyenda ayudó a perpetuar la creencia de que las mujeres fieles de la iglesia Católica deben mantenerse al margen de la orden, un tema que, después de ocho siglos continúa vigente en la actualidad.

Un símbolo feminista vigente

En la actualidad, varias mujeres feministas reconocen y reivindican a Juana (ficticia o real) como una bruja. La satanización de su figura fue tal que a lo largo de los años se ha convertido en un símbolo de autonomía y liderazgo para las mujeres dentro de las instituciones patriarcales, especialmente para las mujeres católicas.

Aunque su existencia ha sido negada por la iglesia católica, la historia es comúnmente retomada en discusiones sobre la inclusión y participación de las mujeres en el orden eclesiastico, pues se cuestionan las estructuras de poder patriarcales de la institución religiosa.