Estela Hernández, activista y defensora de los derechos indígenas hñöhñö (otomí), e integrante del Concejo Autónomo de Santiago Mexquititlán y del Congreso Nacional Indígena (CNI), fue detenida y torturada física y sexualmente la noche del 4 de junio en el municipio de Amealco, Querétaro, por elementos de la Policía Estatal de Querétaro(POES). 

Esa misma noche, Estela Hernández se encontraba en las instalaciones del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) Amealco, para exigir justicia y esclarecer la detención arbitraria de tres jóvenes defensores, entre quienes se encuentran Leonardo García y Jesús Torres, originarios de Santiago Mexquititlán, que fueron  torturados e incomunicados por parte de elementos de la policía, como lo documentó el Concejo indígena de gobierno de Santiago Mexquititlán. 

La detención de Estela Hernández se da a pocos días de la Asamblea Comunitaria en Defensa del Agua, convocada para el próximo 14 de junio. Esta asamblea está integrada por el Concejo Autónomo de Santiago Mexquititlán, que a su vez forma parte de la Asamblea Nacional por el Agua y la Vida (ANAVI) y del Congreso Nacional Indígena.

Según el informe “Criminalización de la labor de las defensoras y los defensores de derechos humanos" de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en México, históricamente las actividades de protesta social y las reivindicaciones legítimas de las organizaciones indígenas en defensa de sus derechos son criminalizadas. 

En el marco de la celebración del “Año de la Mujer Indígena, 2025”, proclamado por la presidenta Claudia Sheinbaum, la detención de la defensora otomí, Estela Hernández, evidencia un problema persistente en México, la criminalización de las personas activistas indígenas.  

Detención y liberación

Ante los hechos, el CNI y ANAVI  denunciaron  la tortura y el acosos contra la activista, además, exigieron justicia para que la agresión y tortura no quede impune.  

“El Estado desplega estrategias represión en contra de los pueblos que nos organizamos desde la autonomía en defensa del agua y la vida”, se lee en el comunicado. 

Sara Hernández, hermana de Estela Hernández e integrante del CNI y miembro del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), denunció la detención y agresiones injustificadas a través de un video en el que Estela Hernández narra lo siguiente: 

“Yo vine a documentar por qué habían detenido a cuatro habitantes de Santiago Mexquititlán. (...) Me sentaron bajo agresiones en una silla, me patearon por mis pies y mis partes. me jalaron del cabello y me dijeron que yo los tenía hartos”. 

La detención ocurrió sin la presencia de funcionarios públicos e información jurídica. Tras las denuncias y exigencias, medios locales informaron de la liberación de la activista alrededor de las 22:40 horas sin haber firmado ninguna documentación, según informó el Concejo indígena de gobierno de Santiago Mexquititlán en un comunicado. 

¿Quién es Estela Hernández?

Estela Hernández Jiménez, originaria de Santiago Mexquititlán, Querétaro, es una activista hñöhñö (otomí) y defensora de los derechos de los pueblos indígenas. Actualmente es integrante del Congreso Nacional Indígena (CNI) y del Concejo Autónomo de Santiago Mexquititlán. 

Su lucha comenzó con la defensa de su madre, Jacinta Francisco Marcial condenada injustamente a 21 años de prisión en 2006, cuyo proceso estuvo marcado por la falta de un interprete bilingüe  y discriminación lingüística. 

Estela Hernández se opuso a la reforma educativa durante el gobierno del expresidente, Enrique Peña Nieto, además, ha sido una voz activa y defensora del medio ambiente. Ha denunciado el despojo del territorio indígena del Centro Ceremonial Hñöhñö Santiago Mexquititlán, y ha luchado en contra de la privatización del agua

Hernández es docente de educación indígena, y participó en el libro de enseñanza y aprendizaje por la Universidad Autónoma de Querétaro, El otomí de Santiago Mexquititlán: Guía para aprender y enseñar otomí.

En repetidas ocasiones Estela Hernández ha denunciado la represión estatal, discriminación y racismo contra los pueblos indígenas. La frase “Hasta que la dignidad se haga costumbre” se ha convertido en una poderosa consigna en contra de la injusticia de género.