El reciente estreno de la serie biográfica Chespirito: Sin querer queriendo ha vuelto a poner en el centro del debate público la relación entre Florinda Meza y Roberto Gómez Bolaños, popularmente conocido como “Chespirito”. Y sí, esta vez, más allá del chismecito, es una oportunidad perfecta para que conversemos sobre cómo la sociedad juzga y etiqueta a las mujeres por sus relaciones amorosas.
Empezamos por el contexto. La historia de amor entre Florinda y Roberto, que comenzó en 1977 durante las grabaciones de El Chavo del 8 y El Chapulín Colorado, fue desde el principio objeto de gran controversia. En aquel entonces, Roberto Gómez Bolaños estaba casado con Graciela Fernández y ya era padre de seis hijos. En distintas entrevistas, la actriz ha recordado que esta situación la expuso a un fuerte escrutinio público y críticas, sintiendo que era "repudiada por mucha gente".
“Nos agredieron muchísimo. Nos ocultábamos de ellos, no asistíamos a espectáculos aunque hubiera entrega de premios. Así estuvimos como cinco años viviendo a ocultas, pero sin ocultarnos, porque llegábamos todos los días a trabajar, todos sabían que vivíamos juntos”, dijo en una entrevista con Ventaneando en 2015.
En la narrativa popular, Florinda Meza fue marcada con etiquetas peyorativas como “la otra” o incluso "la robamaridos", un estigma que se reforzó particularmente dentro del entorno familiar de Roberto Gómez Bolaños.
“Yo sabía que, lógicamente, era repudiada por mucha gente, y tal vez hasta odiada en un momento dado por sus hijos. Tú eres la otra, representas la pérdida del papá. El papá no lo pierde nunca nadie. La pérdida del matrimonio de sus padres, aunque tal vez ya se había perdido desde antes” (Florinda Meza)
El mito de la robamaridos
Florinda Meza, al igual que Ángela Aguilar y otras tantas otras mujeres en situaciones similares, han sido catalogadas con la etiqueta de "la otra" o, peor aún, "la robamaridos". Mientras que a sus parejas en cuestión (Roberto Gómez Bolaños y Christian Nodal) se les permite cometer errores y se les juzga con menos severidad.
Esto no solo es injusto, sino que también envía un mensaje peligroso a quienes crecen viendo estos ejemplos: que la responsabilidad de una ruptura amorosa pesa mucho más sobre una mujer. Mientras a las mujeres se les condenan este tipo de situaciones a ellos se les perdonan.
Maryanne Fisher, profesora de psicología en la Universidad de St. Mary en Canadá, explica que varios factores contribuyen a esta dinámica uno de ellos es que la sociedad sigue cargando con un conjunto de expectativas y estándares diferentes para hombres y mujeres en las que nosotras somos juzgadas con mayor severidad por nuestras decisiones personales y relaciones amorosas.
“Personalmente, me parece muy curioso que nosotros, como sociedad, tengamos una palabra para las mujeres en esta situación, rompe-hogares, pero no tengamos una análoga para los hombres”, afirmó Maryanne Fisher, profesora de psicología en la Universidad de St. Mary en Canadá, para USA Today.
Y aquí, es donde tenemos que detenernos. Este cuento de "la robamaridos" es un discurso "viejo, machista y retrógrado", como lo señala la escritora y locutora Lorena Piedad en su artículo para SemMéxico. Ella explica cómo este término se usa para "sancionar, juzgar, señalar los comportamientos de las mujeres y defender los de los hombres".
"Nos ha enseñado a competir entre mujeres, las robamaridos, las zorras, las perras son quienes “quitan, alejan” a un hombre de sus responsabilidades afectivas-familiares. Los sedujeron, los embrujaron, se les insinuaron, ellos no querían, pero ellas los provocaron. Y la sentencia recae en la mujer “maldita”, perdonamos a “nuestro” hombre porque no fue su culpa, fue de ella y entonces dedicamos horas, semanas, meses a expresarnos mal de esa “puta” por lo que nos hizo, limpiamos el nombre de nuestra pareja ante nuestro núcleo social para que no lo juzguen porque la robamaridos es la única que debe pagar tal falta" (Lorena Piedad, escritora)
Pero piensa conmigo un momento: los hombres no son un objeto, ¿verdad? La periodista Luciana Peker, especializada en temas de género y citada por Lorena Piedad, lo deja clarísimo: "una mujer no roba a un marido, en principio, porque los hombres no son una pertenencia". Ellos no son "objetos inanimados" que se dejan saquear; su deseo y su decisión son clave.
La responsabilidad de la infidelidad recae en quien rompió el acuerdo de fidelidad dentro de la relación, es decir, la pareja de la mujer engañada, no la nueva persona que apareció en escena. Lorena Piedad enfatiza que la "robamaridos no lo obligó, él decidió estar con otra mujer aunque supiera que eso podría dañarte".
Los sacrificios por amor
En el caso de Florinda Meza, las críticas no solo vinieron por ser "la otra", sino también por la diferencia de edad de 26 años (ella 22, él 48 al inicio de la relación). La brecha generacional en las relaciones siempre ha sido un tema tabú, aunque el cine y la cultura popular han intentado normalizar cuando el hombre es el mayor.
Justin Lehmiller, investigador del Instituto Kinsey, ha estudiado durante casi dos décadas las diferencias de edad en las relaciones. Según él, aunque el estigma no es nuevo, la Generación Z se siente especialmente incómoda con estas brechas. "Para algunos miembros de la Generación Z, las relaciones con diferencias de edad son inherentemente abusivas porque creen que crean un desequilibrio de poder que favorece al mayor", afirma al medio HuffPost.
Además de esto Florinda Meza fue criticada porque en 2004 en una entrevista en el programa chileno Pasiones, se refirió a los hijos y la exesposa de Roberto como sus "siete grandes defectos" que le impedían iniciar una relación con él.
Este fragmento de la entrevista se ha vuelto viral, incluso un usuario en Instagram le preguntó directamente a Florinda si se arrepentía de esas palabras. A lo que ella respondió:
“Seguramente me preguntaron por el tiempo en que no le hice caso a Roberto. Yo lo veía como un hombre perfecto y esos serían sus únicos ‘defectos’ para decirle que sí, a pesar de su insistencia. Fue un modo de hablar, respondiendo a una pregunta específica. Roberto amaba a sus hijos y no hubiera estado con alguien que no los respetaba”, escribió Florinda Meza.
Otro aspecto importante de su relación es la decisión de no tener hijos. Florinda Meza reveló que Roberto Gómez Bolaños ya estaba vasectomizado cuando se conocieron. Aunque ella le planteó la posibilidad de revertir la vasectomía años después, él se negó.
Según Florinda, Chespirito temía que un hijo en común pudiera ser "víctima de comparaciones y tensiones familiares con sus medios hermanos" y que él no podría "cargar con el peso de la culpa de amar menos a los otros".
Florinda ha declarado que "decidió sacrificar su maternidad por estar con el amor de su vida", una decisión que él siempre le agradeció, pero que también le "pesaba intensamente no poder tener hijos con la mujer ideal", como solía llamarla.
La historia de Florinda Meza es un espejo claro de cómo el machismo y los roles de género que nos impone la sociedad patriarcal justifican los deslices de los hombres y condenan a las mujeres.
Lorena Piedad sugiere que podemos empezar por "controlar nuestro lenguaje", evitando esos comentarios denigrantes hacia otras mujeres y, si escuchamos a alguien haciéndolos, corregirlos porque el lenguaje y como nombramos las cosas importa.
Al final de cuentas, las relaciones son complejas y las decisiones son personales. Florinda Meza, como tantas otras mujeres, ha vivido las consecuencias de un sistema que prefiere culpar a "la otra" en lugar de cuestionar las acciones de todos los involucrados. Es tiempo de cambiar esa narrativa. ¿Qué opinas?