¿Has pensado cuánta agua gastas en tus viajes? El turismo nos brinda la posibilidad de explorar nuevos lugares, sumergirnos en diferentes culturas y disfrutar de paisajes increíbles. Sin embargo, detrás de cada viaje, hay un impacto ambiental significativo que muchas veces pasamos por alto: la huella hídrica, un indicador que refleja el uso, consumo y contaminación del agua que utilizamos.

Es así que el turismo —como cualquier otra actividad humana— tiene una huella hídrica importante. Desde el agua utilizada en hoteles, restaurantes y otras actividades, hasta la producción de alimentos y productos consumidos por las personas turistas. 

Según el lugar y época del año un turista puede gastar hasta cuatro veces más agua en los lugares que visita, que la que consumiría en casa, de acuerdo con Adriana Islas, responsable de la licenciatura en Turismo y Desarrollo Sostenible, de la UNAM.

Esto no solo impacta la calidad de vida de los lugareños, en el largo plazo nos afecta a todos y todas, pues la escasez hídrica es una realidad global. 

El cuidado del agua frente a la escasez hídrica

Tan solo en México, la escasez de agua llegó hasta el 74.4% del territorio durante la segunda quincena de marzo de 2024, de acuerdo con el Monitor de Sequía de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).

A nivel global, el turismo usa poco menos del 1% del agua dulce disponible en el mundo, según un cálculo realizado por el World Travel & Tourism durante la Conferencia de la ONU sobre el Agua 2023, donde aquellos que  se dedican al sector se comprometieron a impulsar prácticas mucho más sustentables.

En contraste México consume el doble, según datos de 2019 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, esta cifra da una idea del impacto del turismo en el calentamiento global y en la depredación de recursos naturales.

“Aquí se destina el 2 % de las reservas hídricas a la industria turística. Hoy, que gran parte del territorio nacional atraviesa un proceso de sequía, esto es un llamado a modificar hábitos y a ser más responsables” (Adriana Islas)

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¿Cómo se mide la huella hídrica?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que 50 litros es la cantidad mínima de agua que una persona requiere para satisfacer sus necesidades diarias: beber, cocinar, aseo personal y doméstico

En México no se ha tomado conciencia plena sobre el tema, mientras una persona en Mozambique sobrevive con 10 litros al día, el mexicano promedio consume 366, según datos de ONU-Habitat.

A nivel internacional, Estados Unidos ocupa el primer lugar mundial en cuanto a consumo hídrico per cápita, con 575 litros diarios, mientras que México ocupa el quinto. 

Sin embargo, si consideramos a la Ciudad de México como una nación, debido a su densidad poblacional que supera a países como Uruguay, la capital estaría en el segundo puesto, ya que el consumo residencial de cada habitante es de 567 litros al día.

Para el año 2050, la ONU estima que al menos una de cuatro personas vivirá en un país donde la falta agua dulce será crónica o recurrente, algo preocupante pues advierte que, sin una gestión efectiva de los recursos hídricos, se corre el riesgo de intensificar las disputas entre las comunidades e incluso aumentar las tensiones entre las naciones.

“Históricamente, el agua ha demostrado ser un catalizador para la cooperación o para el conflicto, pero no podemos dar por sentados ni la paz, ni nuestros preciosos y frágiles recursos hídricos” (Antonio Gutiérrez, Secretario General de la ONU, durante el lanzamiento del Decenio en la Asamblea General.)

Actualmente el 40% de la población mundial se ve afectada por la escasez de agua, el 80% de las aguas residuales se vierten sin tratamiento al medio ambiente y más del 90% de los desastres están relacionados con el agua, según Naciones Unidas. 

Además, más de 2 mil millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a agua potable y más de 4 mil 500 millones carecen de servicios de saneamiento adecuados y muchas de las enfermedades más graves en el mundo en desarrollo están directamente relacionadas con el agua potable insegura, el saneamiento deficiente y las prácticas de higiene insuficientes.

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Alternativas para el turismo

Para la académica Adriana Islas, más allá de una mera ocasión para el ocio y solaz, visitar un destino turístico es una oportunidad para aprender de los ecosistemas locales y de las necesidades de quienes viven ahí. 

“Tomar esa conciencia es abrir los ojos. No se trata de dejar de viajar, sino de modificar viejos hábitos. Cerrar bien los grifos, tomar duchas cortas, alojarnos en recintos con buenas prácticas hídricas y no pedir que laven nuestras toallas y sábanas a diario, es buen punto de inicio” (Adriana Islas)

En un escenario donde cada vez hay más lugareños quejándose de la devastación, carestía y escasez de recursos que provoca el turismo masivo en sus localidades, Ariana Islas menciona que, cada vez son más los hoteles que invitan a sus huéspedes a solicitar que no se lave su ropa de cama y baño a diario, iniciativa que cada vez goza de mayor aceptación.

“Cada vez hay más establecimientos de hospedaje, parques y restaurantes con distintivos y certificaciones como la EarthCheck o la H2O, que garantizan prácticas sustentables, pero los esfuerzos no deben recaer en una de las partes, nosotros debemos aportar. Es un asunto de autorresponsabilidad” (Adriana Islas)

Algunos estudios sugieren que medidas como ésta representan un ahorro de hasta 50 litros de agua por persona, algo que multiplicado por los millones de individuos que abarrotan, año con año, los sitios de turismo masivo, nos da una idea de lo mucho que podemos disminuir nuestra huella hídrica a base de ir sumando pequeñas acciones.