La historia de Esmeralda Millán es una de valentía y lucha, contra la cobarde violencia feminicida que vivió: ataque con ácido, en el estado de Puebla, por parte de su expareja y padre de su hija e hijo. "Me decía que si yo no era suya, no iba a ser de nadie. Lo dejé y me atacó", narró Esmeralda públicamente el mes pasado en las puertas de la Casa de Justicia de San Andrés Cholula.
Finalmente su agresor, Fidel ‘N’ , recibió este 21 de marzo una condena de 42 años de prisión por tentativa feminicidio y agresiones en su contra. Se trata de la segunda sentencia por un caso de violencia ácida en América Latina.
Violencia en aumento
Esmeralda Millán apenas iba a cumplir 15 años cuando conoció a Fidel, dos años después, cuando ella tenía 17, comenzó la violencia, mientras se encontraba embarazada: “En cuanto pude regresé a vivir con mi mamá, pero él fue a buscarme. Me dijo que volviera. Que iba a cambiar. Yo era muy joven y le creí. Tenía un hijo de él. Yo había estudiado solo la secundaria y en ese momento sentía que no podía trabajar”, narró Esmeralda en una entrevista.
Esta es una problemática que viven muchas mujeres en México, quienes al no contar con un ingreso propio, se encuentran en contextos de vulnerabilidad que les impiden salir fácilmente de situaciones de violencia. Este dato no es casual. De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), en 2023, nueve de cada 10 personas que abandonaron actividades laborales fueron mujeres, quienes señalaron como principal causa el realizar tareas de cuidado.
Tras el acoso e insistencias de Fidel, Esmeralda Millán regresó a vivir con él: “Volví a su casa. Y él volvió a ser violento. Me embarazó a la fuerza de mi segunda hija”, cuenta. Vivió así por años hasta que un día, tras una fuerte golpiza, decidió que ya no quería esa vida para ella y sus hijos, regresó a casa de su mamá y pactó con Fidel seguir en contacto por hija e hijo, pero la distancia no impidió que la violencia continuara.
En una ocasión, Fidel quiso llevarse a la fuerza a Esmeralda, la arrastró hasta un moto-taxi, donde el chofer y otro hombre que se encontraba cerca intervinieron para auxiliarla, desde ese día Esmeralda se negó a seguir viéndolo.
Ataque con ácido
El 2 de diciembre de 2018, Esmeralda Millán y su madre salieron alrededor de las 5:30 de la madrugada de su domicilio, a lo lejos vieron a tres hombres que empezaron a caminar hacia ellas, las acorralaron. “Cuando estábamos frente a frente, uno me aventó un líquido en la cara”, narra Esmeralda. Al querer defenderse, Esmeralda lo empujó fuertemente, en ese momento reconoció a su atacante: Fidel ‘N’, su expareja y padre de su hija e hijo.
Esmeralda estuvo hospitalizada tres meses, sufrió quemaduras en todo el cuerpo. Los daños principales los tiene en la cara. El líquido le deshizo la nariz y la boca, su esófago sufrió un daño tan grave que por dos meses no pudo comer. Desde entonces se ha tenido que someter a más de 30 generaciones reconstructivas, aún le faltan varias en el ojo derecho, donde no ha recuperado la vista.
Justicia para Esmeralda
Esmeralda Millán denunció a su atacante. Durante el proceso de búsqueda de justicia y reparación del daño, la acompañó la asociación civil Carmen Sánchez, la cual busca visibilizar las causas y consecuencias de la violencia ácida desde una perspectiva feminista. Su fundadora, Carmen Sánchez, también fue víctima de violencia ácida en 2014 en el Estado de México, su caso y el de Esmeralda son los primeros en ser castigados como feminicidio en grado de tentativa en Latinoamérica.
“Hemos acompañado a Esme durante cinco años y hemos sido testigas de la tortura institucional de la que ha sido víctima desde que inició el proceso legal en 2019. No ha sido fácil llegar a este momento. No nos suelten por favor, necesitamos de todas”, declaró la asociación a través de http://X. Seis años después del ataque, este 14 de marzo, Fidel ‘N’ fue declarado culpable, se espera que se le otorguen más de 40 años de prisión.
Hasta ahora, sólo cuatro entidades cuenta con una Ley contra Ataques de Ácido: Aguascalientes, Baja California, Quintana Roo, Campeche, Colima, y Ciudad de México, la cual es crucial para procesar los casos como tentativas de feminicidio, a la vez que obliga a los agresores a costear los tratamientos de recuperación, una obligación que antes no estaba estipulada en ninguna ley.