¡Ya casi es Navidad! En marco del Día Internacional de los Derechos de los Animales, es necesario recordar que los animales no son juguetes, no son accesorios y no son regalos; los animales son seres vivos y sintientes que tienen derecho a una vida libre de violencias.
Este día de conmemoración empata con la fecha en que se declaró la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, y no fue arbitrariamente. Esta decisión se tomó con el propósito de recordar a los humanos que los animales merecen las mismas condiciones dignas para su desarrollo.
Según datos de la Universidad Nacional Autónoma de México, al año se abandonan aproximadamente 500 mil animales, y actualmente más de 29 millones de perros y gatos viven en la calle, lo que convierte a México en el país con mayor maltrato animal en Latinoamerica.
¿Y qué tiene que ver esto con la navidad? En estas fiestas de diciembre, las infancias suelen pedir animales como regalos, especialmente en Navidad o Día de Reyes, por lo que es imprescindible explicar de una manera fácil y asequible que los seres sintientes no son objetos de intercambio. Especialmente en estas fechas, los perros, gatos, pollos, e incluso animales como otros mamíferos y reptiles, suelen ser abandonados después de las festividades.
Y como en La Cadera de Eva nos gusta meterle un poco de feminismo a todo, también es urgente decir que, la relación entre los derechos de los animales y la lucha feminista no es incompatible, por el contrario, buscan promover acciones paralelas dentro de sus propias complejidades en beneficio de las mujeres y animales oprimidos por un sistema capitalista y patriarcal, e incluso machista.
Los animales también sufren de violencia física y psicológica como el abuso físico y sexual, la explotación, cosificación y negligencia, que les impiden vivir una vida plácida.
Rosi Baidotti, filósofa feminista posthumanista, explica que el feminismo inauguró las perspectivas post antropocéntricas; en un principio, las mujeres no eran consideradas como sujetas a derechos, sujetas a la individualidad, sujetas a la toma de decisiones, sino como un objeto, lo que provocó empatía con aquellos seres que bajo la mirada patriarcal tampoco son seres, sino no sujetos.
En esta mirada patriarcal de supremacía humana, los animales son objetos de explotación y beneficio para el estatus antropocéntrico. Incluso el lenguaje con el que nos referimos a los animales con los que cohabitamos espacios está hecho desde la posesión: mascota proviene del francés mascotte, que significa objeto con suerte o talismán. Esta denominación objetiviza la vida de un ser con relación a su uso y función para los humanos.
De ahí que la lucha feminista esté ligada con aquellas personas y seres oprimidos por el mismo sistema; no somos muy diferentes, y aunque la comparación en principio pueda parecer descabellada, la opresión, los roles de género y el especismo tienen mucho en común. Esto nos permite reconocer que existen realidades muy complejas, llenas de asimetrías.
Una mirada más empática en pro de los derechos de los animales es imprescindible para lucha feminista, que no es homogénea y está llena de matices.