Casi la mitad de los 304 millones de migrantes a nivel mundial son mujeres, y representan el 38.7% de la fuerza laboral migrante, de acuerdo con datos de ONU Mujeres.  

A pesar de las enormes contribuciones económicas de las mujeres mexicanas emigrantes, que en el país representa el 28.6% del valor total en pesos y en dólares de tales transferencias, de acuerdo con el estudio, La emigración el ingreso por remesas y la inclusión financiera, del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), la participación de las mujeres en la economía mexicana a menudo queda opacada por estereotipos nocivos que afectan directamente el trato que reciben en las sociedades pero las mujeres migrantes son una pieza fundamental para sostener la vida en el planeta.

De acuerdo con la información del Censo de Población y Vivienda 2020, del Inegi, en México se registraron más de 800 mil personas emigrantes internacionales. Del total, 67% de las personas que migraron son hombres y 33% mujeres y, aunque la emigración internacional en México es predominantemente masculinas, la cifra depende del contexto socioeconómico pues, según el Censo, las mujeres originarias de localidades urbanas migran casi tanto como los hombres, en un 44% contra el 57%.

Según el informe del CEMLA, 32.9% de las remesas remitidas desde Estados Unidos fueron enviadas por mujeres. Las mujeres mexicanas que emigran, impulsan al país, pues ese es uno de los principales motivos de su movilización: el 35%  motivos familiares en un, motivos laborales en un 31% y por razones de estudio en un 18%.

Por ello, este Día Internacional del Migrante, que se conmemora cada 18 de diciembre, es importante  no sólo reconocer sus aportaciones dentro y fuera de México,  sino también los estigmas que cargan únicamente por migrar. Este día,  ONU Mujeres recuerda por qué es importante derribar los mitos que circulan alrededor de la migración

Estigmas y mitos 

“Las mujeres que se van, no se responsabilizan de sus hijos”, “Son malas y egoístas”, “Buscar encontrar un marido fuera del país”. ¿Has escuchado alguno de estos comentarios? Cada uno de ellos refuerza la idea de que las mujeres son “villanas” y, a la vez, perpetúa estigmas, estereotipos y mitos alrededor de la migración.

Sin embargo, hay mucho más detrás de estos mitos, como desigualdades interseccionales que moldean sus vidas, como el género, la raza, la clase y la condición migratoria, que impiden que se garanticen sus derechos y su dignidad en todas las etapas de la migración. Estos son algunos de los mitos más frecuentes, de acuerdo con ONU Mujeres

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  1.  ¿Las mujeres migrantes son víctimas?

A menudo se cree que las mujeres que emigran lo hacen como consecuencias de la coerción, las desigualdades socioeconómicas, víctimas de trata o violencia o crisis socioambientales. Aunque este enfoque aparenta ser empático, despoja a las mujeres migrantes de su poder al presentarlas como indefensas, pasivas, dependientes, o simplemente como esposas que migran para seguir a sus maridos. 

Como explica ONU Mujeres, confinarlas a una historia de victimización es una profunda injusticia, pues la realidad es que las migrantes no sólo construyen  nuevas vidas, también modifican poderosamente las sociedades a las que se unen. 

  1. ¿Las mujeres migrantes son una carga para la sociedad?

Esta creencia perjudicial está alimentada por la xenofobia, el racismo y el sexismo, pues ve a las mujeres como integrantes no productivas de la sociedad que extraen los recursos nacionales del país al que migran. Y es que se creen que las personas migrantes o no tienen voluntad para integrarse a las sociedad o que, por el contrario, buscan ampliar sus familias, lo que implicaría una “amenaza para la identidad nacional”.

Tal es el caso de la migración en Reino Unido, donde la migración musulmana, impulsada por conflictos en Oriente Medio y los Balcanes, ha generado desafíos de exclusión social debido al nacionalismo y el enaltecimiento de la identidad británica. 

Estos estereotipos refuerzan la creencia de que los programas sociales deben reservarse para los llamados ciudadanos “de verdad”, lo que priva a las personas migrantes de servicios médicos, asistencia sanitaria o el cuidado de sus hijos, incluso si tienen su documentación en regla o han vivido en el país durante años. 

Un ejemplo de cómo estos estereotipos se arraigan en los sistemas públicos es el caso de los Países Bajos en 2022, donde un sesgo algorítmico acusó falsamente a jóvenes madres solteras con un supuesto nombres de posible origen extranjero de alto riesgo de fraude en las prestaciones.

  1. ¿Las mujeres migrantes sólo benefician la economía como solución barata a la escasez de mano de obra?

Esta idea valora a las mujeres migrantes únicamente por su productividad, tratándolas como recursos en lugar de personas titulares de derechos, pues se las acepta solo si cubren deficiencias de mano de obra barata y explotable.

La realidad es que esta visión omite sus derechos, bienestar y dignidad. Muchas economías dependen de las mujeres migrantes para el trabajo doméstico y de cuidados, pero a menudo están mal remuneradas y excluidas de protecciones sociales esenciales como la licencia por enfermedad o las pensiones. El riesgo de tratarlas solo desde la perspectiva de la productividad económica es tratarlas como recursos en lugar de como seres humanos con capacidades y sueños.

  1. ¿Las mujeres migrantes son promiscuas?

Este es uno de los mitos más peligrosos para las mujeres migrantes, pues entrelaza estereotipos racistas y sexistas para sexualizar y exotizar a las mujeres migrantes. Esta hipersexualización, generalmente asocia a las mujeres migrantes con el trabajo sexual o actividades ilícitas.

Estos estereotipos pueden aislar a las mujeres y exponerlas a situaciones de vulnerabilidad, como se demuestra en el estudio, Mujeres migrantes: narrativas y percepciones, de la ONU, en donde se registran acusaciones a mujeres migrantes venezolanas por supuestamente “robar maridos” en diferentes países de Latinoamérica. 

  1. ¿Las mujeres migrantes son malas madres o madres egoístas?

A menudo se cree que las mujeres que migran y que dejan a una hija o hijo, son desinteresadas y negligentes. Muchas veces se piensa que no migrar con sus hijos  o priorizar el apoyo económico es sinónimo de una maternidad irresponsable.

Sin embargo, la realidad es que casi una de cada tres personas que trabajan en el ámbito de los cuidados en todo el mundo es una mujer migrante. Las mujeres que ejercen una maternidad transnacional, que cuidan estando en un país diferente al de sus hijas e hijos, sostienen la vida no sólo de sus familias desde lejos, también llevan consigo un enorme desgaste emocional. 

¿Por qué es importante desmontar los mitos?

ONU Mujeres lo dice claro: es crucial desmantelar estos mitos porque las creencias, inexactas y peligrosas, refuerzan la discriminación, dan forma a las decisiones políticas, justifican la exclusión y colocan a muchas mujeres migrantes en mayor riesgo de violencia y vulnerabilidad.

¿Cómo podemos combatir estos estigmas, estereotipos y mitos? Podemos crear nuevas narrativas y espacios seguros, en donde se celebre la autonomía y determinación que demuestran las mujeres migrantes cada día.

Reconocer y valorar sus aportaciones, ya que mantienen en funcionamiento hogares, comunidades y economías enteras es parte fundamental de nuevos horizontes, así como entender que sus decisiones se basan en la ambición, la esperanza y el deseo de vidas mejores para ellas y sus familias, y no en los estereotipos proyectados sobre ellas.