En América Latina y El Caribe más de 125 millones de personas se identifican como afrodescendientes. A pesar de que esta cifra representa el 25% de la población total de la región, de acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) estas comunidades, y en particular las mujeres y niñas afrodescendientes continúan invisibilizadas y enfrentan una profunda discriminación.
A propósito del Día Internacional de la Mujer Afrolatina, Afrocaribeña y de la Diáspora, —conmemorado cada 25 de julio para visibilizar la lucha de esta población, y promover políticas públicas que garanticen su calidad de vida y erradiquen la discriminación— conversamos con Jessie Valcin, una psicóloga haitiana radicada en Tijuana, Baja California que es activista por los derechos de las personas migrantes y las mujeres afrodescendientes.
El nacimiento de una activista en tierra mexicana
Jessie llegó a México a finales del verano de 2017. Su camino como activista, aunque con raíces en su natal Haití –donde creció en una comunidad fuerte y participativa–, se forjó y evolucionó significativamente al pisar el territorio mexicano.
La experiencia inicial en Tijuana fue "muy difícil". Desde las barreras del idioma hasta la forma en que era percibida en los espacios públicos como mujer negra, y los comentarios que recibía en situaciones cotidianas como al tomar un taxi, fueron vivencias que la marcaron profundamente.
"Al vivir eso y al paso de los años y los días, pues me han convertido en esa persona de, bueno, si te hacen eso no es correcto. Acércate, ¿no? Y pues vamos a hablar de esto", relata Jessie, destacando que su activismo surge de la experiencia propia. Su enfoque se centra especialmente en las mujeres, niños y adolescentes, quienes a menudo tardan en expresar los sucesos difíciles que enfrentan o nunca lo hacen.
Jessie también recuerda cómo desde Haití, incluso al iniciar la carrera de medicina, notaba una competencia de género, donde se percibía a los hombres como más "listos e inteligentes" y a las mujeres con menor probabilidad de terminar sus estudios. Estas observaciones sobre la desigualdad se intensificaron y evolucionaron aún más en México.
La situación en Haití, su país de origen, es compleja y está marcada por una de las crisis más profundas de su historia reciente, con pobreza extrema, violencia de pandillas, inestabilidad política y una economía en colapso. Desde el devastador terremoto de 2010, cientos de miles de personas haitianas han buscado refugio en otros países, incluido México. Esta realidad de su país y su propia experiencia migratoria son pilares en su lucha.
Los desafíos de ser mujer afrolatina y afrocaribeña
Jessie Valcin identifica el clasismo y el misogynoir como los principales desafíos que enfrentan las mujeres afrolatinas y afrocaribeñas en su búsqueda de igualdad y justicia. Ella lamenta que muchos movimientos sociales actuales carecen de un enfoque antirracista, lo que perpetúa la jerarquía de clases y género y pone a estas mujeres en una situación de "mucha más vulnerabilidad".
La CEPAL ha reconocido las desigualdades que enfrentan las mujeres afrodescendientes en la región, destacando la intersección de discriminación étnico-racial y de género que se traduce en menor acceso a la educación, empleo, servicios de salud y justicia.
Además, de acuerdo con un informe del Banco Mundial hecho en 2018, las personas afrodescendientes en América Latina tienen 2.5 más probabilidades de vivir en pobreza crónica que los blancos o mestizos.
Esta vulnerabilidad se manifiesta en la vida diaria. Jessie señala la profunda desigualdad entre una mujer que tiene acceso a la educación y el trabajo, y una mujer migrante que llega a México sin hablar el idioma y para quien "todo eso se cierra". Existe una percepción arraigada de que la mujer migrante "tiene que tener a un hombre ahí en el camino" para su seguridad.
Pero la injusticia va más allá de las barreras socioeconómicas. Jessie comparte una experiencia cotidiana que ilustra esta realidad: "al salir ahora de mi casa, a ir a comprar en un OXXO, pues al momento que entro me van a estar vigilando en las cámaras, en el espejo para ver qué estoy haciendo". Esta vigilancia constante, que otras personas no viven, se llama perfilamiento racial, una forma de racismo que enfrentan las mujeres afrodescendientes.
Invisibilización: un legado colonial persistente
La invisibilización de las mujeres afrolatinas y afrocaribeñas es una problemática central para Jessie. Esto se observa en la televisión, películas y canciones, donde las mujeres negras son frecuentemente expuestas como "exóticas". Para ella, esta invisibilidad tiene profundas raíces históricas, remontándose a la "colonialidad" y la "trata transatlántica".
Un ejemplo claro de esta invisibilidad es la falta de datos oficiales. Jessie critica que en el caso de México el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI) no ha proporcionado cifras sobre niños y niñas afrodescendientes de la comunidad haitiana, a pesar de ser un dato importante, debido a la alta migración que existe de esa comunidad a nuestro país.
Esta falta de estadísticas representativas y precisas por sexo y género es una forma de discriminación persistente hacia las mujeres y niñas afrodescendientes en América Latina y el Caribe, que han denunciado organizaciones como la Colectiva de Mujeres Afromexicanas en Movimiento (MUAFRO).
Existe un discurso extendido que niega la existencia de comunidades negras en México fuera de Veracruz, una afirmación que Jessie desmiente con su propia experiencia y conocimiento de la diversidad afromexicana en todo el país.
De hecho, el Censo de Población y Vivienda 2020 reveló que en México viven dos millones 576 mil 213 personas que se reconocen como afromexicanas, lo que representa el 2% de la población total del país, con un 50% mujeres y un 50% hombres. Sin embargo, organizaciones como MUAFRO han discrepado de estos datos, indicando que hay una subrepresentación.
La sorpresa al escuchar a una persona afrodescendiente hablar español con fluidez, o la dificultad para reconocer a alguien como afromexicana, son expresiones sutiles pero persistentes del racismo que alimenta su invisibilización. Esta negación también se refleja en cómo la industria cosmética sigue ignorando los tonos de piel más oscuros, a pesar de la presencia y diversidad de la comunidad afrodescendiente en el país
Claves para un cambio radical
Para cambiar esta percepción y tratamiento hacia las mujeres afrodescendientes, Jessie enfatiza la importancia de la información y la conciencia. "Tenemos internet, tenemos esa parte de estar más cerca con la información", señala. Critica que muchas veces la indignación sólo surge cuando un problema se hace viral o afecta a un conocido, cuando en realidad son "cuestiones que pasan todos los días" y que "están reproduciendo esos sistemas de represión sobre la comunidad desde hace mil años".
En el contexto del Día de la Mujer Afrolatina y Afrocaribeña, Jessie tiene un mensaje claro y poderoso para mujeres y niñas:
Fortalecer las redes internas: la conexión entre quienes comparten la experiencia es fundamental.
Amor propio y aceptación: "nuestra piel no es problema, nos tenemos que amar tal y como somos". Reconocer la belleza de la propia identidad es crucial.
Creación de redes estables: especialmente para las niñas y mujeres migrantes que han forjado su independencia desde muy jóvenes, "quién mejor va a conocer y quién mejor va a saber y poder afirmar es nosotras, nadie más".
Jessie enfatiza que las alianzas deben extenderse más allá de la comunidad afrodescendiente para conectarse con diferentes luchas que están entrelazadas. Cuestiones como la gentrificación y los desafíos climáticos son ejemplos de problemas donde la comunidad afrodescendiente también está presente y busca apoyo mutuo.
"Cada lucha tiene que estar enfrentada desde un enfoque antirracista porque eso de por sí vamos a decir no a lo que es el clasismo, no a lo que es misoginia, no a lo que es injusticia. No nada más desde un ojo, sino de todos” (Jessie Valcin. )