Decidir cómo nombrar ya no será un derecho dentro de las aulas salvadoreñas. El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ordenó este jueves prohibir el uso del lenguaje inclusivo en todos los centros educativos públicos del país. La medida, firmada por la ministra de Educación, Karla Trigueros, también se extiende a materiales escolares, circulares y cualquier comunicación oficial.
“Desde hoy queda prohibido el mal llamado ‘lenguaje inclusivo’ en todos los centros educativos públicos de nuestro país”, celebró Bukele en su cuenta de X. El memorándum precisa que expresiones como “amigue, compañere, niñe, alumn@, nosotrxs” o incluso “todas y todos” no podrán utilizarse, con el argumento de “proteger el idioma” y evitar “injerencias globalistas”.
¿Qué es y por qué importa el lenguaje incluyente?
El lenguaje incluyente busca visibilizar de manera directa a mujeres, personas no binarias y otras identidades de género, en lugar de ocultarlas bajo el llamado “masculino genérico”. Históricamente se nos enseñó que expresiones como “alumnos” o “los ciudadanos” representaban a todas las personas, pero en la práctica no funcionan como neutras: la mayoría imagina hombres cuando las escucha o las lee, y esto deja de lado a quienes no se nombran, reforzando la idea de que lo masculino es lo universal.
Esto genera un sesgo que refuerza la idea de que lo masculino es la norma y todo lo demás es excepción. Por eso, el debate sobre cómo hablamos no es un capricho gramatical, sino una disputa sobre quién tiene derecho a ser reconocide.
El Antimanual de la lengua española, del CIEG-UNAM, define el lenguaje incluyente como “una pequeña insurrección feminista contra los usos lingüísticos que invisibilizan y discriminan”. Para la académica Hortensia Moreno, el lenguaje no solo refleja una comunidad: también la construye. “Excluir palabras es excluir identidades”, resume.
¿Existe una ideología de género?
La justificación del gobierno de Bukele se sostiene en una narrativa repetida por las derechas en América Latina y otras partes del mundo: la “ideología de género”, un término creado para desacreditar los avances feministas y LGBTIQ+.
Este término fue creado por sectores conservadores para desacreditar los avances feministas y LGBTIQ++, desde la educación sexual y el aborto legal hasta el matrimonio igualitario y el reconocimiento de identidades trans. Bajo esa etiqueta se presenta la igualdad como una amenaza a la familia y a los valores tradicionales, lo que sirve para frenar o revertir derechos ya conquistados.
El argumento no es nuevo. En Estados Unidos, la administración de Donald Trump propuso este año que el género se determinara exclusivamente al nacer, con lo cual se eliminaba el reconocimiento legal de las personas trans y se borraba la existencia de quienes no encajan en el esquema binario.
En Argentina, el gobierno de Javier Milei eliminó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad, cuestionó las políticas de educación sexual y ha promovido la derogación de leyes vinculadas a la igualdad, bajo el mismo discurso de una supuesta “ideología de género”.
Ya lo advertía Jair Martínez, investigador de Letra S, cuando lo entrevistamos a propósito de las políticas antiderechos de Donald Trump: “Lo que hace no nombrar la diferencia es volverla invisible ante el Estado y negar la necesidad de políticas específicas. Apelar a una supuesta verdad biológica es un retroceso que ignora la existencia de personas intersexuales y no binarias, y justifica roles de género desiguales”.
En El Salvador, el lenguaje inclusivo se prohíbe en un contexto donde el aborto está penalizado de manera absoluta, incluso en casos de violación o riesgo de vida para la mujer. Esa política ha llevado a decenas de salvadoreñas a prisión tras emergencias obstétricas. Restringir también la forma en que niñas, jóvenes y personas LGBTIQ++ pueden nombrarse en la escuela refuerza un marco institucional que ya niega derechos fundamentales.
Si quieres saber más sobre lenguaje inclusivo te invitamos a ver este episodio de nuestro podcast, donde la periodista Paulina Chavira, nos cuenta por qué es importante el uso del lenguaje igualitario: