La eliminación del examen Comipems forma parte de los compromisos asumidos por el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum para reducir las desigualdades, específicamente en el ámbito educativo.
Así lo explica Claudia Pedraza, doctora en Ciencias Sociales y especialista en género, con quien conversamos para entender las consecuencias para el acceso a la educación media superior en nuestro país.
Tan solo en 2024, de 285 mil estudiantes de secundaria que presentaron el examen Comipems, el 60% pidió un lugar en alguna escuela de la UNAM, que sólo contaba con aproximadamente 30 mil lugares de admisión, como documentó La Silla Rota.
A pesar de que a los estudiantes se les otorga un lugar en otras instituciones de su elección, el rechazo a universidades como la UNAM y el IPN profundiza las desigualdades en el acceso a la educación.
Hacia medidas más democráticas
Claudia Pedraza indicó que los rechazos en instituciones como la UNAM no sólo obedecen a los parámetros establecidos mediante un sistema de puntaje y disponibilidad, sino que también hay factores económicos, sociales y culturales que impiden el acceso a la educación media superior.
Según la especialista, una de las consecuencias de la eliminación del examen es aumentar las posibilidades de que estudiantes de secundaria continúen sus estudios a nivel medio superior.
Transitar de un modelo de selección como el examen Comipems hacia una herramienta parcialmente más democrática permite que los estudiantes puedan continuar sus estudios y promueve que el acceso no dependa de una trayectoria educativa privilegiada o desfavorable según el caso.
“La eliminación del examen trabaja, sobre todo, en las desigualdades únicamente que tienen que ver con el acceso, es decir, con la posibilidad de sí continuar o no continuar estudiando. Esto no implica per se que se aclaren las otras desigualdades educativas que existen que tienen que ver, por ejemplo, con la calidad de educación que reciben estos estudiantes en sus escuelas secundarias”, dijo Claudia Pedraza, sobre las desigualdades en el acceso a la educación.
Algunas voces críticas de esta medida señalan que el término “rechazo” es ideológico y solo es utilizado por aspirantes que no logran ingresar a la UNAM, no por falta de capacidad, sino por falta de lugares.
“No hay rechazo, pero la preparatoria y el CCH de la UNAM siguen atrayendo a más de 100 mil solicitantes cada año, y no hay espacio más que para casi 30 mil, o sea que va a haber un 70% de no aceptación”, como explicó Carlos Ornelas Navarro, profesor de la UAM a La Silla Rota.
Para la experta, la eliminación del examen Comipems implica mejorar el nivel académico a nivel bachillerato que permita regularizar a las y los estudiantes, y de tal manera puedan buscar acceder al sistema universitario en oportunidades similares, una medida que puede beneficiar a grupos vulnerables, desde quienes atraviesan situaciones económicas hasta cuestiones socioculturales.
Desventajas para las mujeres
“Los papás ya no ven pertinente o ya no ven necesario que las niñas, los adolescentes continúen estudiando”, explicó Claudia Pedraza. Muchas niñas y jóvenes enfrentan trabas al acceso a la educación desde casa y lógicas machistas. La eliminación del examen Comipems pretende eliminar esas y otras barreras que operan a nivel cultural y estructural.
“Las personas que quieran seguir estudiando y cuyas condiciones no les hubieran permitido hacerlo o no hubieran permitido que aprobaran ese examen ahora van a tener esa oportunidad”.
Claudia Pedraza explica que esta medida también beneficia a personas con discapacidad y estudiantes de zonas periféricas para quienes el desplazamiento resulta incluso complicado y que ahora tendrán la posibilidad de buscar un plantel que esté más adecuado a sus zonas de movilidad. Esto es parte de garantizar y democratizar el acceso a la educación media superior.
Esto no implica que los sistemas de educación autónoma o privada no puedan hacer su propio examen, pues tienen esa potestad. Las instituciones de educación superior del país van a implementar su propio examen en línea, como es el caso de la UNAM y el IPN.
“No todos los adolescentes y las adolescentes de este país tienen las mismas condiciones y bajo la aceptación de esa realidad tendríamos que darle la oportunidad a todos y a todas de continuar con los estudios”.
¿Qué pasa con el exámen UNAM-IPN?
El examen en conjunto entre la UNAM y el IPN mantendrá la característica de filtrar ciertos perfiles o ciertos estudiantes a partir de cierto nivel de conocimiento y se hará de manera virtual, en línea, e implementarán mecanismos para impedir algún tipo de trampas.
En la propuesta que hace el subsistema de educación superior de la Ciudad de México no existe ese filtro, la propuesta es que eventualmente los bachilleratos se puedan seccionar en dos tipos de formación, unos orientados en el aspecto tecnológico y otros en las ciencias para que desde un principio los estudiantes se se formen en estas áreas de disciplina.
La lógica de obtener un lugar en esta nueva propuesta no es la de pasar examen, sino de estar atento a la disponibilidad que se va a ofrecer en estos planteles, aunque sigue siendo un mecanismo de filtrado que dependerá del número de estudiantes que intente acudir a determinado plantel.
“Va a depender de cuál es el plantel que va a tener más demanda, cuáles van a ser los mecanismos para elegir a quiénes acceden a los planteles, sin embargo, sigue siendo un mecanismo discriminador”.
Este mes, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) anunció que los estudiantes del Colegio de Bachilleres ahora tendrán la posibilidad de acceder a la institución mediante un “pase reglamentado”, esto compromete a la institución de bachillerato a que mejoren sus estándares de calidad educativa para que puedan garantizar que sus estudiantes accedan a esta formación universitaria.
El acceso a la educación es un derecho
Debemos recordar que la educación es un derecho, no es un privilegio. La educación no debería de depender nunca del mérito de los y las estudiantes porque el mérito está atravesado por una serie de condiciones socioculturales y económicas, señala Pedraza.
La educación básica no tiene como objetivo formar profesionistas que después puedan ganar dinero ofreciendo su profesión, por el contrario, la educación provee de herramientas más nutritivas para cada etapa de la vida.
“La educación en un sentido amplio indica que las personas puedan aprender de artes, de literatura, de ética, de filosofía, de matemáticas, de pensamiento crítico, de ortografía, porque todas esas disciplinas aportan y enriquecen la vida de las personas en lo cotidiano, les dan no solamente las bases para poder tener pues una profesión de la cual se deriva un ingreso, sino las bases para poder actuar y moverse en la vida cotidiana”, concluyó la especialista.