La influencer y creadora de contenido canadiense Kim Migneault ha enfrentado críticas y acoso después de que usuarios en redes sociales difundieran un vídeo íntimo en el que supuestamente participaba.
Kim Migneault respondió en su canal de YouTube que ella tenía conocimiento del contenido íntimo desde hace tres años, cuando a través de un correo electrónico amenazaron con difundir el vídeo con sus familiares. Quien aparece en el vídeo es una actriz, cuenta Migneault, sin embargo, ante las extorsiones decidió advertir a sus conocidos sobre la situación y aclarar que no era ella.
La influencer señala que con el tiempo dejó de darle importancia al caso, entre especulaciones de una supuesta infidelidad a su novio, el influencer mexicano Sonrix y el acoso, Migneault aceptó que esa es una realidad por la que atraviesan las creadoras de contenido.
Mencionó que al igual que ella, muchas de sus amigas influencers han sufrido de extorsiones e incluso han modificado sus cuerpos mediante el uso de Photoshop e Inteligencia Artificial (IA).
Este es un caso más de violencia digital. La exotización de las mujeres extranjeras en México también ha perpetuado estereotipos dañinos que producen violencia en su contra, especialmente cuando se les sexualiza simplemente por no ser mexicanas.
La violencia digital afecta más a las creadoras de contenido
Las creadoras de contenido con cifras grandes de seguidores que comparten su vida en redes sociales, se exponen a comentarios negativos, acoso, hostigamiento e incluso extorsiones. Las interacciones con el público las hace susceptibles a sufrir violencia digital, un tipo de abuso que ocurre en espacios digitales.
Los comentarios, las encuestas, los correos electrónicos, y los perfiles en redes sociales hacen cada vez más fácil la comunicación con influencers a través de internet.
Quienes se dedican a crear contenido en redes sociales suelen ser víctimas de acoso cibernético, un tipo de violencia que se define como “acoso o intimidación por medio de las tecnologías digitales que busca atemorizar, enfadar o humillar a las personas”, según la ONU.
En medios digitales, las influencers y creadoras de contenido pueden enfrentar varios tipos de violencia digital y acoso cibernético como suplantación de identidad, amenazas y chantajes. Según el estudio An examination of cyberbullying among Zimbabwean female social media influencers, el ciberbullying a influencers, especialmente mujeres, está enraizado en la normalización del acoso en la cultura popular.
En ese sentido, las influencers son atacadas en espacios digitales por dos razones específicas, por la mitificación de la figura de la celebridad y por el género.
Se piensa que mientras exponen sus vidas a públicos masivos deben sobrellevar el acoso y la crítica porque es parte del trabajo, y por otro lado, se enfrentan a las violencias de género por ser mujeres, y es que las influencers están sujetas no sólo a la creencia que las somete por su trabajo, sino que también sufren la miríada de violencias patriarcales que enfrentan las mujeres.
Sexting y denigración, la violencia más común contra influencers
El mismo estudio señala que las influencers son más propensas a ser víctimas de sexting, una práctica que no sólo se da durante el intercambio mutuo de contenido erótico, sino que también se trata de mensajes que amenazan con difundir contenido íntimo sin consentimiento previo. Las frases como Discúlpate o circularé tu contenido sexual y serás trending mañana también forman parte de la violencia ejercida por medio de sexting.
Este es el tipo de violencia del que Kim Migneault fue víctima y se hace con el propósito de humillar y arruinar la reputación de las mujeres.
La difamación y sexualización también son parte de la violencia que sufren las influencers, y en este contexto se entiende como la distorsión de las imágenes o fotografías públicas para destruir la reputación y las relaciones de la víctima. Ejemplo de ello son las acusaciones que señalan comportamientos violentos por parte de una persona basándose en especulaciones o creando rumores.