Muchas personas estamos iniciando este 2025 con compañía nueva… un Sylvanian Family, mejor conocidos como ternurines, un Sonny Angel, o los recientemente populares Labubus, y es que estos pequeños amigos son perfectos para llevar día con día en nuestras mochilas y bolsas, añadiendo un toque divertido a la monotonía diaria.
Estas figuras generalmente son pequeñas, coloridas, apelan a la ternura y se han convertido en un símbolo de resistencia frente a la dureza de la vida cotidiana.
Los Labubus, por ejemplo, se han apoderado del mercado de los figurines estos últimos meses gracias a estas características y al “lore” o la historia que hay detrás de ellos. Si aún no los conoces, aquí te contamos cómo es que surgieron estos peculiares muñecos que están en tendencia y sobre cómo la ternura de estos muñecos también en un acto de resistencia ante los malestares del capitalismo.
¿Cuál es la historia de los Labubus?
Estás singulares figuras se han apoderado de la redes sociales en meses recientes, en internet han surgido noticias sobre cómo los “Labubus” han llegado para remplazar a otras figuras coleccionables, pero ¿cómo es que se crearon y popularizaron?
Inspirado por la mitología nórdica, Kasing Lung, ilustrador originario de Hong Kong, creó la historia The Monsters, una serie con personajes fantásticos como Zimomo, Tycoco, Pato, Spooky, Pato, Pippo, Vos, Puca, Yaya, Monster Boy y Labubu, que encarnan a diferentes criaturas juguetonas de la naturaleza.
El famoso Labubu es un elfo del bosque, inquieto y travieso, aunque aquí hay un twist que tal vez no conocías, y es que los Labubus inicialmente representaban a un ser del género femenino, pero conforme se popularizaron este dato se fue perdiendo y ahora cada persona le asigna una personalidad diferente.
Los Labubus comenzaron a popularizarse en Asia, después de que la cadena de juguetes Pop Mart los comercializa en la región, convirtiéndose en un éxito instantáneo. A occidente llegaron tras la influencia de artistas de k-pop, que los compartieron en redes sociales.
Gen Z, millenials y el consumo de la ternura
La customización es el pan de cada día de la gen Z, en la búsqueda por encontrar autenticidad en un mundo que camina hacia el conservadurismo, las personas intentamos diferenciarnos consumiendo lo más novedoso sin preguntarnos si realmente nos gustan estas nuevas tendencias.
En 2019, con la adquisición de los derechos de los Labubus y otros figurines como Hirono, Molly, Crybaby y Dimoo, la cadena minorista de juguetes coleccionables de china, Pop Mart vendió aproximadamente 870 millones de dólares, según la revista Forbes.
En la página oficial de Pop Mart los precios individuales de los Labubus rondan entre 2 mil hasta más de 30 mil pesos mexicanos, aunque el precio puede variar según el tipo de muñeco o formato, ya que existen otros productos como llaveros o estampas que rondan los 400 pesos.
Por su parte, los Sylvanian Families pueden costar hasta los mil pesos individualmente, los precios aumentan cuando se adquieren sets de más de un personaje y depende de la disponibilidad del producto, especialmente en la reventa de coleccionables.
Otras cadenas como Sanrio alcanzaron ganancias operativas de más de 27 mil millones de yenes durante el 2024, a cincuenta años de la creación del famoso personaje Hello Kitty, lo que equivale a más de 3 mil millones de pesos mexicanos.
Ternurines, Sonny Angels, Smiskis, Hironos y cómo nos están salvando
La tendencia de estos figurines coleccionables ha avivado la conversación sobre el consumo desmedido en las sociedades contemporáneas; este es un fenómeno tremendamente visible en la cultura del wellness, en la cultura de la belleza y en la industria de la moda, especialmente en el fast-fashion con la llegada de los hauls en internet, videos en donde influencers muestran sus compras de la temporada, ignorando que promueven un modelo de consumo no ético.
Sin embargo, el problema es complejo. Estos personajes aluden a la ternura y a la nostalgia, nos recuerdan tiempos en los que las preocupaciones eran sencillas y no involucraban sobrevivir en un sistema de capitalismo voraz.
La ternura también puede ser un acto político, porque en un mundo que se piensa desde la individualidad, la ternura apela a la colectividad. No sólo se trata de la anatomía y del diseño de los personajes, sino también de los efectos que producen en las personas; existen círculos y foros en redes sociales de personas que comparten su amor por los ternurines y se hacen reflexiones sobre cómo los Sonny Angels fueron creados para hacer compañía a mujeres adultas que luchaban en contra de la soledad.
Aunque en parte estos muñecos son instrumentos de venta de corporaciones cuyos intereses no trascienden lo financiero, la resignificación también es importante ante un escenario hostil.
La ternura de estos figurines crea y fortalece lazos con las personas, estimula la conexión y las interacciones sociales durante la era del individualismo y la soledad, mejora el estado de ánimo y hasta puede reducir el estrés.