“Taylor Swift se casa”. La noticia de la semana en el mundo del espectáculo nos ha dejado pensando ¿estamos “endiosando” a las celebridades que, lejos de parecerse a nosotras, perpetúan las desigualdades?
Desde investigaciones que la posicionan como una de las celebridades que genera más emisiones de carbono por el uso de jets privados, hasta encarnar las tensiones alrededor del feminismo liberal blanco, sus posturas políticas, y la falta de pronunciamientos respecto a crisis humanitarias como el genocidio en Palestina, la han colocado como una figura pública llena de polémicas.
¿Cuánto costó el anillo de compromiso?
Y es que, aunque la popularidad de Taylor Swift ha crecido de manera exponencial, capturando la atención y devoción de personas fanáticas a través de sus letras sensibles, como toda persona, tiene contradicciones que generan tensiones legítimas respecto a la coherencia entre mensaje de su música y sus acciones que, por su estatus, son puestas a debate.
Uno de los ejemplos más evidentes de estas contradicciones, y que se refuerzan por el lugar que ocupa en la cultura pop, se vio tras el anuncio de su compromiso con el jugador de fútbol americano Travis Kelce.
Las primeras preguntas que circularon en medios y redes fueron: “¿Cuánto costó el anillo de Taylor Swift?” o “¿De cuánto es el patrimonio de Travis Kelce?”. Por que sí, sabemos que Vogue Weddings reportó que la joya superó el medio millón de dólares, una cifra ostentosa que no solo demuestra “lujo”, sino también muestra la brecha de estatus que la rodea.
Este tipo de narrativas no son exclusivas de Taylor Swift, pero en su caso se amplifican por su influencia global.
Feminismo y “activismo blanco”
Taylor Swift se ha posicionado como una de las cantantes favoritas de los últimos años; ganadora cuatro veces del Grammy a Mejor Álbum del Año, siendo la primera personas en alcanzar este récord y la única mujer en ganar este premio múltiples veces, y siendo la artista con la gira mundial más taquillera de la historia, con una recaudación de más de dos mil millones de dólares por The Eras Tour.
Este 30 de mayo, Taylor Swift también compartió la noticia de que recuperó sus masters, es decir, los derechos de sus primeros seis álbumes, tomando el control absoluto sobre su música e impulsado a otras artistas a reclamar su derecho a ser dueñas de su música a pelear por los derechos de su música.
Tal es el caso de la cantautora country, Rachel Platten, que anunció el relanzamiento de su álbum, Wildfire, a través de una publicación en redes sociales en la que agradeció a Swift por empoderar a las mujeres. “Estoy agradecida con Taylor Swift por sacar a la luz esta conversación y empoderar a los artistas para que recuperen el control”, dijo.
Estos logros han hecho que Taylor Swift se haya convertido en un referente de éxito para las mujeres en una industria musical machista, sin embargo, las asimetrías entre la cantante y sus colegas son notables: Taylor Swift, originaria de una familia acomodada, persiguió sus sueños gracias al apoyo de sus padres, su capital cultural y económico.
Si bien estos factores están atravesados por su estatus como una mujer blanca que entra en los estándares de belleza hegemónica oocidental, desde el comienzo de su carrera, Taylor Swift ha sido criticada por las letras de sus canciones, que rememoran y reconfiguran parte de sus relaciones amorosas pasadas, apropiándose de la narrativa.
Esto ha hecho que la cantante se convierta en un aespecie de estandarte del llamado “feminismo blanco”; con titulares y notas que la consagran como “la artista feminista de nuestra generación”, esta narrativa casi exclusivamente beneficia a las mujeres blancas, cuyas vidas no están atravesada por las desigualdades sociales que enfrentan artistas racializadas o mujeres de comunidades vulnerables.
Contaminación y uso de jets privados
En 2024, la conversación alrededor de Taylor Swift también giró en tornó a su uso excesivo de jets privados; en medio de su gira, The Eras Tour, diversas investigaciones señalaron que la cantante generó alrededor de ocho mil trescientas toneladas de dióxido de carbono (CO2), lo que equivale a casi dos mil emisiones por persona al año.
De acuerdo con el diario, The Guardian, su equipo señaló que Taylor Swift compró los “créditos de carbono” necesarios para resarcir el daño, herramientas que permiten a las empresas o empresarios compensar sus emisiones de carbono.
Esto ha dejado en evidencia que, a pesar de que esta medida pretende contrarrestar el daño ecológico, las personas con tal poder adquisitivo.
¿Complicidad sionista?
La cantante también ha sido acusada de sostener vínculos con empresas que financian el genocidio en Palestina, y es que a pesar de ser una de las personalidades más influyentes, Taylor Swift ha mantenido silencio al respecto.
Desde 2018, Taylor Swift se ha posicionado abiertamente en contra de la discriminación racial, de género y contra la homofobia, sin embargo, las expectativas de sus fans, los swifties, se han pronunciado enérgicamente contra el silencio de Swift bajo el hashtag #SwiftiesForPalestine.
Aunque algunos señalan que no es su deber ser una vocera política, otros aseguran que denunciar el genocidio es una responsabilidad humana.
Además, también usuarios en redes sociales, en incluso fanáticos suyos, han señalado que tras confirmar su relación con Travis Kelce, la cantante ha desfilado pública y amistosamente con personajes abiertamente partidarios del partido conservador repúblicano de Estados Unidos y con casos de violencia, como Patrick Mahomens, jugador del Kansas City, y su esposa Brittany Mahomes.
Todo esto enmarcado en un acto contrario a su postura política, que hizo público a través de su documental Miss Americana, de 2020, donde expresó la necesidad de hablar contra las políticas republicanas contra los derechos de las mujeres y la comunidad LGBTQ+.
Así, Taylor Swift encarna una contradicción contemporánea, pues es, al mismo tiempo, una de las artistas más influyentes y rentables de la actualidad cuyos logros artísticos son innegables, pero que conviven con tensiones alrededor de su postura feminista y politica marcadas por un activismo superficial e intereses capitales.