Imagina que eres una niña de 12 años, tienes tu primera menstruación y experimentas dolor menstrual intenso y sangrado abundante. No hay un diagnóstico, pero sí hay muchos sesgos ginecológicos que te siguen hasta la vida adulta, cuando te diagnostican con un mioma uterino.
Esto le ocurrió a Daniela González Morales, una médica de 32 años de edad diagnosticada con un leiomioma, tumor benigno con una prevalencia que afecta hasta el 70% de las mujeres o de la población con útero y que en México causa hasta el 40% de las histerectomías no urgentes, de acuerdo con su testimonio.
"...por muchos años la respuesta de otros ginecólogos era ‘eres una niña muy fértil, tienes muchas hormonas’", relata la doctora, Daniela González Morales, para la Cadera de Eva.
La historia de Daniela no es diferente a la de millones de mujeres mexicanas que, día con día, se enfrentan a un sistema de salud deficiente, carente de perspectiva de género e interseccionalidad.
¿Qué es un leiomioma?
Los leiomiomas uterinos, conocidos como fibromas o miomas, son tumores benignos del útero no cancerígenos que se presentan con mayor frecuencia en mujeres y personas con útero en edad reproductiva, especialmente entre los 30 y 50 años de edad.
Aunque la mortalidad directa por un tumor benigno del útero es baja los leiomiomas tienen repercusiones físicas y psicológicas en el cuerpo de quien los padece. Algunos de los síntomas más comunes son sangrado menstrual abundante (menorragia), períodos menstruales prolongados y severos (dismenorrea), dolor menstrual abundante y dolor pélvico.
La doctora Daniela González experimentó una serie de dolores significativos que se fueron intensificando a lo largo de su vida, entre ellos destaca la fatiga crónica e incapacitante, abultamiento en el abdomen, estreñimiento, dolores de cabeza, vómitos y cambios hormonales que, además, ponen en riesgo su salud reproductiva.
Es importante recordar que la presencia de estos síntomas no es específica para diferenciar un tumor maligno de uno benigno; solo los estudios médicos como el ultrasonido y la resonancia magnética, pueden hacerlo.
Daniela González señala la necesidad de no minimizar los síntomas pues, como ocurrió en su caso, ella se enteró después de una revisión ginecológica anual.
Sí estás es una situación similar, lee lo siguiente
Busca ayuda profesional: si sientes algo "fuera de lugar" o te sientes distinta, busca una ginecóloga de confianza con quien otras mujeres se hayan sentido escuchadas y seguras.
No minimices tus síntomas: si la gente no te toma en serio, ¡la primera que debe hacerlo eres tú misma!
No dejes pasar tiempo: es crucial actuar ante la primera llamada de atención de tu cuerpa para evitar llegar a un punto donde la única opción sea una cirugía de alto costo. Un problema identificado a tiempo puede tener un tratamiento menos invasivo.
Reconoce tu derecho como paciente: si un profesional de la salud no te hace sentir respetada, tienes el derecho de buscar otra opinión y atención.
La deuda histórica
La dificultad para encontrar diagnóstico preciso radica en la minimización de los síntomas por parte de profesionales de la salud, quienes a menudo atribuyen el sangrado abundante a esencialismos como que una mujer es "muy fértil" o "muy hormonal", o lo comparan con antecedentes familiares.
Pero el problema no se reduce a la detección tardía del tumor, está entrelazada con una serie de deficiencias estructurales que no permiten a las mujeres ejercer su derecho a la salud de manera informada, acompañada y atendida a tiempo.
A esto se le suma la falta de protocolos claros y actualizados para la investigación específica en mujeres, especialmente en enfermedades autoinmunes, salud mental, dolor crónico, nutrición materna y salud reproductiva, que se siguen estudiando con modelos masculinos como estándar.
En un poderoso mensaje para la Cadera de Eva, Daniela González, médica y paciente, señala que en México y en el mundo existe una deuda histórica con las mujeres en el campo médico, especialmente en relación con las enfermedades ginecológicas.
“Hay una deuda profunda que es silenciosa, es acumulativa; no se mide en dinero, pero se mide en vidas, tiempo, sufrimiento, dignidad y cuerpos”, reflexiona en entrevista.
"No es una deuda metafórica porque somos cuerpos, son úteros extirpados sin necesidad, son vidas que podrían haber sido distintas si se hubieran escuchado a tiempo".
¡Una rifa con causa!
Observar a personas en su comunidad, especialmente mujeres, que realizaban este tipo de actividades para propósitos similares, impulsó a Daniela para crear una rifa con causa: ¡Un boleto de 250 pesos es equivalente a una oportunidad de ganar uno de los más de sesenta premios!
Todo lo recaudado se utilizará para financiar su operación y los cuidados posteriores.
Algunos de los premios son: Un hospedaje a pie de playa en Baja California, una consola Nintendo Switch de nueva generación, dos horas de juego de pádel en un club en Cuernavaca, una sesión de gestión emocional con una neuropsicóloga profesional y limpieza y sanación espiritual.
Si deseas participar, puedes acceder a la información completa en la siguiente publicación: