En los últimos años se ha visibilizado la importancia del consentimiento y la búsqueda del placer a través de distintas prácticas sexuales, fetiches y parafilias. Con ello, muchas mujeres han revelado que disfrutan que sus parejas las sometan, insulten, escupan o ahorquen. 

Mientras algunas mujeres defienden que todas estas acciones están bien si son consensuadas, muchas más señalan que existe un origen patriarcal y misógino que nos pide estar a la disposición de los hombres y aguantar dolor solo para complacerlos.

El llamado “sexo duro” parece ser aprobado por miles de mujeres en redes sociales, quienes han confesado que no les gusta cuando los hombres son “tiernos o delicados”, pues prefieren al estereotipo de hombres “machos” que las someten y las penetran con mucha fuerza mientras las golpean, por ejemplo.

¿Qué hay detrás de estas conductas?, ¿son placenteras?, ¿cuál es el origen del sexo duro y las prácticas del BDSM (Bondage, Disciplina, Dominación, Sumisión, Sadismo y Masoquismo)? Para conocer sobre este tema, La Cadera de Eva platicó con dos expertas que explicaron lo que significa para las mujeres tener “sexo duro”.

El sexo duro y con golpes tiene un trasfondo machista

Rocío Ordoñez (@conternura_psic) psicóloga feminista y educadora integral de la sexualidad, explicó que desde el modelo patriarcal se inculca una serie de valores, características y conductas a los hombres y a las mujeres. Lo que valoriza a lo masculino y deja en segundo plano a lo femenino. Desde ahí comienza una jerarquía que socializa a las mujeres y a los hombres.

“Por más feministas que nos llamemos o por más que nos deconstruyamos hay algo que nos sigue jalando hacia esa violencia porque desde que estamos niñas y cuando somos adultas nos meten esta idea muy grande de que nuestro valor como mujer es que otra persona nos quiera, no desde el amor, sino desde la violencia”, lamentó.

Como algunos actos violentos los normalizamos desde muy pequeñas, dijo Rocío, no nos damos cuenta que la violencia es violencia. La cultura pornográfica también influye en cómo las mujeres y cómo los hombres se desarrollan en lo íntimo.

“Si podemos darle una lectura, vamos a encontrar que hay mucha violencia. Quienes son maltratadas en esta pornografía son las mujeres (...) en general es una pornografía heterosexual y heteronormativa, es decir que va hacia los hombres y hacia su placer más que a las mujeres y hacia nuestro placer”, dijo Rocío. 

También explicó que estas conductas sexuales se refuerzan con los contenidos que consumimos en la actualidad, como la literatura erótica que está marcada desde la violencia que se relaciona desde lo romántico o lo amoroso, lo que causa que una mujer quiera experimentarla porque “suena romántico que la ahorque y que luego él le diga que la ama”.

“Las mujeres nos quedamos mucho con esta idea amorosa de que bueno, nos está golpeando porque nos quiere y pocas veces nos damos cuenta, que eso tiene sintonía de violencia, los golpes, la humillación, forzar a alguien, hacerla llorar o ahorcarla”, explica.

Dijo que en este modelo sexual sí hay mucha violencia, que está escondida en que las personas buscan su placer y lo satisfacen a costa del maltrato para la pareja. “Algo que ocurre en el BDSM que aplica golpes, humillaciones, amarrar o ahorcar y que pasa porque es consensuado, entonces desde el consenso parece que todas las personas lo están permitiendo”, agrega. 

Asimismo, insistió en que hay mucha erotización alrededor de la cultura de la violencia y de la violación a través de películas como Cincuenta sombras de Grey en donde el protagonista jugaba con los límites del consenso y la violencia sexual o como canciones de reguetón que erotizan la violación. 

“Muchas jóvenes las están cantando, pero no solamente están cantando, sino que inconscientemente se está formando una una característica propia de la sexualidad y es ‘si me va a violentar, voy a sentir rico; voy a disfrutar si me va a violentar’. Estamos construidas en el deseo sexual pero desde la mirada del otro y no cualquier otro sino de los hombres”, explicó.

Rocío Ordoñez agregó que se pierden los verdaderos deseos sexuales de las mujeres para complacer al hombre y muy pocas veces para disfrutar nuestros cuerpos. Cuestionó qué tanto disfrutan las mujeres que están en esos ejercicios de poder desde la sexualidad y lo íntimo.

Por último, invitó a las mujeres y a los hombres interesados en el tema que más allá de criticar a otros, se cuestionen por qué disfrutan el llamado “sexo duro. Y que nunca tengan relaciones sexuales que los pongan en riesgo, al contrario, se debe poner el deseo en el centro y la seguridad de nuestra pareja.

El BDSM está bien, siempre y cuando sea consensuado 

Por su parte, Verónica Maza Bustamante, sexóloga y coach sexual aseguró que a ninguna mujer le gusta el sexo violento, es decir, la violencia sexual. Más bien, disfrutan el “sexo duro y fuerte” que no tiene violencia de por medio y es 100% consensuado.

Sobre el BDSM, explicó que son prácticas “muy finas” en donde a una persona le gusta ser sometido y a otra le gusta someter, pero no se debe limitar a un  juego de roles. Sino a una relación de dos personas o más, con acuerdos y contratos que establezcan límites y palabras clave

“Aunque aparentemente a alguien se cuelgue de cuerdas, que son especiales para esto (bondage), aunque se amarren en el rincón del sacrificio, o se les ponga una cola de pony… Todo eso, si se lleva a cabo de manera sana, segura, consensuada y disfrutable no tendría porqué ser algo violento o negativo”, explicó.

Agregó que estas conductas no vienen de la pornografía. El sadismo, explicó, tiene su origen en la literatura del escritor Marqués de Sade que nació en 1740 y que generó textos con aberraciones sexuales, como la descripción de las prácticas que hacían con sacerdotes, animales y monjas.

“De este personaje surge la cuestión del sadismo, que es que a alguien le gusta que se le someta, el sumiso y el dominante, que es quien le gusta dominar. Y el masoquismo viene de Leopold von Sacher-Masoch, a él le excitaba ver a su esposa teniendo relaciones sexuales con otros hombres. Le pusieron masoquismo a la práctica como de aquellos que aparentemente sufren en las prácticas eróticas”, dijo la experta.

Verónica Meza piensa que lo anterior se malinterpretó, pues a él le fascinaba ver a su esposa teniendo sexo con otra persona, le excitaba. Pero con los ojos de la visión heterosexual, heteropatriarcal se pensaba que Leopold sufría viendo a su esposa teniendo sexo con otro y de ahí surgió el masoquismo, o sea, alguien que disfruta el sufrimiento.

“No podemos hablar de que sea una mala práctica, porque hay un consenso, si a alguien le gusta que la amarren, que la metan en una bolsa de succión, le quiten el aire, le pongan un cinturón de castidad… Si es sano, si es consensuado, si es seguro que no le va a causar una lesión, si no va a tener una problemática mental y aparte de todo se divierte, está bien”, defendió.

Sin embargo, advirtió que algunos videos pornográficos sí hay violencia y hasta delitos como el snuff que hasta asesinar personas para la excitación erótica. Explicó que ninguna mujer disfruta realmente de que la ahorquen, la golpeen o la escupan. 

“Si hay un encuentro erótico donde se golpee y escupa a la mujer, eso sí es algo negativo, es una erótica negativa. Y hay mujeres que les excita esto, pero habrá que revisar por qué les está excitando eso, qué en su historial pasado, qué en su vida anterior con sus otras parejas ha hecho que les guste. Porque eso a fin de cuentas no es ni sano, ni seguro, ni consensuado, ni disfrutable”, afirmó Verónica Maza.

Sobre el dilema entre el feminismo y estas prácticas, explicó que hay una corriente del BDSM que defiende el feminismo, así como hay mujeres feministas que gustan de las prácticas BDSM. Ya que integra muchos instrumentos, juegos, códigos y contratos. La especialista la define como “una erótica muy metida en detalles que busca que sea una experiencia de vida placentera”.

“A pesar de que aparentemente se viste de mucama y se pone a lavar los zapatos del marido, si se hace de esa manera sana, segura y consensuada, se vale. Si ella quiere vivir así y le está excitando y eso la hace feliz, pues está bien. Y claro que se puede ser una mujer feminista teniendo prácticas BDSM”, dijo. 

Imagen

Por último, reiteró que si una mujer desea comenzar con estas prácticas, hablen bien con su pareja, lleguen a acuerdos, sigan las reglas, hagan un contrato, usen una palabra clave, que la persona se detenga en caso dado de que esté siendo desagradable y nunca dar por hecho que algo violento le va a gustar al otro.

Opiniones de mujeres sobre el sexo duro:

Testimonio 1:

“Se siente chido. Bueno, no sé, no con todos, lo intenté con otras parejas y sí me hacía sentir mal e incómoda, como que terminaba siendo muy triste y creo que era más que nada porque los hombres solo piensan en su placer y si ellos lo disfrutan. Pero con mi novio sí nos ponemos creativos y sí lo practicamos. Tampoco nos metemos unos madrazotes, pero sí hay cachetadas, nalgadas, ahorcamiento, escupir y palabras fuertes...

Y nos prende muchísimo, pero si al final siempre acabamos bien abrazados diciendo cosas bonitas, y siempre se preocupa porque yo termine, que me haya gustado y esté bien. Y creo que es parte de, que se preocupen por ti, así sí me siento cómoda, me gusta y lo disfruto”, explica una joven de 25 años.

Testimonio 2:

“Estoy en contra, qué onda con esas prácticas modernas, ya no saben qué inventar, me enoja solo pensar en eso. Ni de mis padres me dejaba que me pegaran menos de una pareja. A las que les gusta no les queda más que aceptarlo porque sus novios las agreden a diario, yo no acepto ni que me vean mal, menos que me violenten. Ya me imagino que a parte de soltar prenda, voy a recibir golpes… Me pone furiosa saber que hay mujeres que lo aceptan como si nada”, dice una mujer de 35 años. 

Testimonio 3: 

“Opino que es violencia sexual, pues los hombres a veces no se miden con la fuerza que ejercen al penetrar y pueden lastimar a sus novias. Me parecen turbias las parejas que fingen secuestros, violaciones o se ahorcan para sentir adrenalina, creo que tiene una connotación bastante patriarcal y que retoma las horribles prácticas de la pornografía. ¿Por qué les gustaría a las mujeres ser golpeadas o que las insulten? No tiene sentido para mí”, comenta una mujer de 23 años. 

Testimonio 4:

“No tiene nada de malo porque yo consiento qué prácticas me gustan y cuáles no. Está comprobado que las mujeres nos excitamos y estimulamos más si la otra persona nos dice cosas sucias o nos da nalgadas. Todo está en la comunicación que tengas con tu pareja y en hablar lo que les gusta y lo que no”, agrega una mujer de 25 años. 

¿Qué opinas de este tema?