Marisol Martiriz Guzmán, una mujer salvadoreña de 30 años, murió en Bochil, Chiapas por negligencia médica. Diez años después de que la violencia obstétrica le arrebatara la vida, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ofreció finalmente una disculpa pública a su familia este 21 de julio de 2025.

Aunque es un gesto simbólico y parte de un acuerdo con la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), para la familia esta disculpa no trajo consuelo, sino una mezcla de escepticismo y profunda molestia. ¿La razón? Las mismas fallas y deficiencias estructurales en el sistema de salud que le costaron la vida a Marisol siguen presentes.

En entrevista para La Cadera de Eva, Miceli Gómez Hernández, esposo de Marisol, describe la disculpa pública del IMSS como un acto "a puerta cerrada", como si no quisieran que la gente se enterara. Esto, para él, reflejó las mismas series de violencias institucionales que Marisol enfrentó y que la familia siguió enfrentando en su búsqueda de justicia.

"Ni siquiera tuvo esa coordinación (el IMSS) tampoco le dio ese valor que debió haberle dado. O sea, ellos hicieron algo como muy a prisa, muy apresurado y ni siquiera lo hicieron bien" (Miceli Gómez Hernández, esposo de Marisol)

¿Quién era Marisol y por qué es importante su caso?

Marisol Martiriz Guzmán era una mujer salvadoreña que encontró su hogar en Bochil, Chiapas, junto a su esposo Miceli y su hija Catherine y sus hijos Cristian y Yair. Estaba por dar a luz a su cuarto bebé, una niña, en julio de 2015.

Días antes, Marisol sintió malestares, fue al hospital Hospital Rural del  IMSS Prospera, pero no pudo hacerse los estudios que tanto necesitaba porque no había dinero para pagarlos, y el hospital no pudo brindárselos. Esas fueron las primeras barreras que tuvo que enfrentar.

El 19 de julio de 2015, con náuseas y vómito, Marisol con 39 semanas de embarazo llegó al Hospital Rural del  IMSS Prospera de Bochil por su propio pie donde la recibieron pasantes de gineco obstetricia, no especialistas. Descubrieron que su bebé había fallecido y decidieron hacerle una cesárea de emergencia.

Sin embargo, el hospital carecía de las condiciones básicas: no había personal titular ni residentes, no contaba con un banco de sangre ni una unidad de cuidados intensivos, es decir, no había las condiciones para que esa cirugía se realizara en ese hospital.

Después de la cesárea, Marisol sufrió una hemorragia, una complicación probable en mujeres embarazadas para la que los hospitales deberían estar preparados. Pero en este caso, su traslado a un hospital con mayor infraestructura tardó seis horas porque no había un médico de terapia intensiva que pudiera recibirle y porque no se activó el Convenio General de Colaboración Interinstitucional para la Atención de Emergencias Obstétricas, que indica atención inmediata en cualquier hospital.

Marisol falleció el 20 de julio de 2015 en el trayecto al Hospital General de Zona N° 2 del IMSS, en Tuxtla Gutiérrez, dejando a su hija de 10 años y a sus dos hijos de ocho y dos años.

A las negligencias médicas se sumaron obstáculos burocráticos: el útero de Marisol, una pieza clave para entender qué pasó, se extravió. Y a Miceli, su esposo, se le negó el acceso al expediente clínico, teniendo que interponer un amparo con el acompañamiento de la organización Fundar para obtenerlo. A pesar de que la Norma Oficial Mexicana NOM-004-SSA3-2012 establece que las y los pacientes tienen derecho a acceder a su información, incluyendo la posibilidad de obtener copias de su expediente clínico. 

La intervención de Fundar y un amparo fueron necesarios para que la familia obtuviera el expediente. En entrevista para La Cadera de Eva, Matilde Pérez Romero, investigadora del programa de rendición de cuentas en Fundar señala que el acompañamiento del caso ha sido complejo.

En 2018, la CNDH emitió un Convenio de Conciliación con el IMSS, reconociendo lo evidente: que se violó el derecho a la protección de la salud y a la vida de Marisol. Este convenio incluyó varias medidas, como la contratación de personal, ambulancias, insumos (¡hasta papel para los estudios que le negaron a Marisol!), un banco de sangre, capacitación y la investigación de los responsables. Y sí, también la disculpa pública.

Miceli Eduardo Gómez Hernández, el esposo de Marisol, nos dice que estos diez años han sido una "guerra constante" con el IMSS. La disculpa, que se dio el 21 de julio de 2025 en Bochil, tuvo la presencia de autoridades del IMSS, la CNDH, la familia y Matilde Pérez de Fundar.

¿Por qué es importante este caso?

El caso de Marisol no es aislado, es un reflejo de los problemas estructurales en nuestro sistema de salud. Chiapas sigue siendo uno de los estados con más muertes maternas en México, muy por encima del promedio nacional. En lo que va de este 2025 se han registrado 26 muertes maternas en el estado (y es una cifra preliminar), y 267 a nivel nacional, de acuerdo con la Secretaría de Salud.

Como te contamos en esta nota, esto es preocupante porque a pesar de una tendencia general a la baja en la mortalidad materna en México, se ha observado un incremento preocupante en el número de muertes maternas en entidades federativas como Chiapas durante el inicio de 2025.

Matilde Pérez Romero explica que, a diez años del caso de Marisol, la falta de ginecoobstetras en todos los turnos, la ausencia de ambulancias, equipos como el ultrasonido que no funcionan, todo esto sigue sin resolverse. Los médicos simplemente no están llegando a estas zonas marginadas y alejadas. Lo que muestra la fragmentación de los servicios de salud y la precarización.

"El estado está en deuda con las mujeres". Se necesitan recursos y esfuerzos duplicados para asegurar que cada hospital tenga lo necesario. La pregunta que nos hace reflexionar es: si una mujer llega hoy al hospital de Bochil en las mismas condiciones que Marisol, ¿sufriría el mismo desenlace? La respuesta, tristemente, no es fácil, porque hay cosas que todavía no están resueltas" (Matilde Pérez Romero, investigadora Fundar)

El legado de Marisol

Miceli Gómez Hernández nos cuenta que la partida de Marisol destrozó a su familia. Sus hijos crecieron con una ausencia que duele cada día. Catherine, la mayor, aún extraña su voz, su presencia, esa compañera en quien confiar. Y el pequeño Jair, preguntaba sin cesar por su mamá. Miceli tuvo que inventar historias, decirle que "se fue de viaje". "Ha sido muy doloroso decirles, tu mamá se fue, tu mamá no está," confiesa.

Pero el dolor de Miceli se ha transformado en una fuerza inquebrantable. Su motor para seguir luchando es su familia y la indignación de que estas negligencias sigan ocurriendo. Su hija Catherine, a quien Miceli ve como "el vivo retrato de Marisol" es su recordatorio constante de que "no hay que descansar, hay que seguir y hay que luchar".

Para que una tragedia como la de Marisol no se vuelva a repetir, Miceli y la comunidad de Bochil han creado algo inspirador: una nueva organización civil llamada “Unidad por el bien común y ecológico de Bochil AC”, que ya lleva dos años funcionando. Su meta es acompañar más casos de negligencia y asegurarse de que el Estado cumpla con sus promesas.

Miceli nos dice que la disculpa no es el final, sino el inicio de una nueva etapa de vigilancia y de exigir un cambio "desde raíz" en la dirección del hospital. La reparación integral del daño, tanto para Fundar como para la familia, solo llegará cuando el Estado mexicano asuma un compromiso real para corregir estas fallas estructurales. Esto significa asegurar personal especializado, presupuesto digno e infraestructura que pueda atender cualquier emergencia obstétrica en cada rincón del país.

La familia de Marisol deja un mensaje poderoso:

"No basta con decir perdón cuando las causas que la mataron siguen. Las palabras sin cambio no nos consuelan. Tiene que haber cambios reales, tiene que haber compromiso, vigilancia y sanción. No más muertes por ser pobres, no más mujeres abandonadas en hospitales”.