Una mancha rojiza aparece en Guadalajara, rompe y perturba el panorama perfecto de la urbanización y modernidad de la capital del estado de Jalisco. A medida que avanza, la mancha se expande, y las hebras de yute rojo se entrelazan por todo el país, tejiendo un vínculo que crece.
Más de tres mil manos han trabajado juntas para crear aproximadamente mil trescientos metros cuadrados de tejido, que han cubierto de rojo el territorio nacional.
Ciudad de México, Nuevo León, Querétaro, Zacatecas, todos territorios coloreados por la presencia del carmesí ensordecedor, es producto del dolor en México, pero también de la unión y la comunidad trastocada por la violencia feminicida, por las desapariciones y las búsquedas de madres resilientes, y por las voces de las víctimas de trata de personas.
A través del arte, la Colectiva Hilos ha tejido un soporte feminista e interdisciplinario de denuncia social y cuestionamiento de las estructuras de poder en el medio artístico. En entrevista con La Cadera de Eva, Claudia Rodríguez e Isabel López, integrantes del proyecto nos cuentan sobre el poder del arte como catalizador de la protesta y memoria colectiva.
Colectiva Hilos, un espacio entre el arte y la denuncia

La Colectiva Hilos nación de la inquietud de la artista visual Claudia Rodríguez, quien tomó la iniciativa de convocar a artistas con interés en el arte y los textiles, y a mujeres gestoras del arte, psicólogas, sociólogas y diseñadoras para crear diálogos sobre la violencia de género en México.
Con hilo de yute como material principal, las artistas presentaron una exposición en el Museo Cabañas en Guadalajara, con el propósito de visibilizar la ausencia de las mujeres en el arte en espacios de decisión como en la dirección de museos.
“La verdadera potencia del tejido es cuando lo unes a otros, ahí es donde realmente está la fuerza y la la posibilidad del cambio. Si cada quien jala el tejido para su lado, va a acabar destejiéndose”.
El proyecto, encaminado a la denuncia y la crítica con el fin de visibilizar, cuestionar y transformar las formas de dominación, comenzó a tejer como forma de apoyo hacia las madres de desaparecidos. “Estábamos con la inquietud de apoyar a familiares de desaparecidos, ¿cómo podíamos apoyarlos a visibilizar su lucha?”, explica Isabel López.
Sangre de mi sangre fue el proyecto que surgió para enunciarse en contra de la violencia feminicida, la trata de personas, y visibilización de las desapariciones en el país; se presentó por primera vez el 7 de marzo de 2020 en el Monumento a la Madre Patria, Guadalajara y se realizó una peregrinación hacia la Glorieta de los Desaparecidos con las familias de los desaparecidos, y con una serie de presentaciones artísticas y performance.
A cinco años de que inició el proyecto, el tejido que inició como una forma de protesta en Guadalajara continúa creciendo, visitando y siendo replicado en diferentes puntos de la república y del mundo. En 2022 llegó a la Ciudad de México, en donde se reunieron los tejidos elaborados por mujeres de diferentes estados del país debajo del Ángel de la Independencia.
“Yo creo que su poder radica en que es un proyecto transdisciplinario, atraviesa todo, no solamente es el tejido físico, sino justo se va tejiendo un tejido invisible también entre todas las personas que participan entre los colectivos. Creo que llega en un momento muy coyuntural, donde hay un vacío muy grande y es muy difícil enfrentar las problemáticas que nos rebasan y que son temas difíciles de abordar”, cuenta Claudia Rodríguez.
“Es muy orgánico, muy flexible y da mucha confianza, pone por encima de todo el valor del poder y del dinero. Tejemos por alguien que ni siquiera conocemos en donde creo yo que nos humaniza porque finalmente tejer y enseñar a tejer es eso, ponerte con el otro, enseñarle, tocarlo, verle a los ojos”.
Claudia relata que el proyecto inició por el miedo que sentían las madres de personas desaparecidas a tomar acciones de protesta. “Este proyecto a través del arte es muy amable. Sabíamos que queríamos tejer, sabíamos que queríamos que fuera participativo para visibilizar estas violencias”.
El tejido Sangre de mis sangre busca integrar y crear un espacio en donde todas las voces caben y todas las voces suman para reconstruir el tejido social que se ha destrozado a lo largo del tiempo. “Esto permite que cuando lo pones en el espacio público se vea así, con todas estas texturas que sí nos reflejan como sociedad”.
Tejer redes sociales en el espacio público
El espacio público, que se entiende como un lugar para satisfacer las necesidades de la comunidad, en el que como colectividad se intercambian interacciones, vivencias y experiencias suele estar condicionado por el Estado. Este proyecto plantea que quienes participen tejiendo puedan congregarse en estos espacios, como el Parque Rojo, en Guadalajara, para reivindicar lo que significa habitar el espacio público.
Tejer con otras personas implica interactuar, platicar y compartir experiencias. Ese acompañamiento es importante para las madres buscadoras y para las mujeres víctimas de violencia de género, quienes se han apropiado del proyecto y le han dado un carácter participativo y colaborativo. Aquí, el tejido se transforma en una metáfora para representar la construcción de la unión social.
“Hay una necesidad de reconectar, el tejido es un sistema, una pieza viva que constantemente está en cambio, en movimiento, creciendo”.
“Todos tenemos sangre y es algo que compartimos y esta es una manifestación de eso”, relata Isabel López. Y es que el proyecto, más allá de redirigir la mirada y captar la atención se propone crear conciencia sobre la violencia para dejar de normalizarla.
“Un metro por cada desaparecido en México”
“Quizás 117 mil metros cuadrados no vamos a lograr, pero un metro por desaparecido sí podemos tejer poco a poco, y la gente enfatiza y se solidariza con eso”. Cuando el tejido se presentó en el Ángel de la Independencia en el año 2022 tenía una longitud de aproximadamente mil trescientos metros cuadrados, pero conforme pasa el tiempo y se añaden más piezas, conocer la longitud del tejido es cada vez más incierto, en una especie de metáfora que nos posiciona ante la incertidumbre de la violencia en el país.
“El tejido ha seguido, no solamente en Guadalajara, porque todo lo que se tejió lo dejamos allá. Y aquí volvimos a empezar otro que después llevamos a Monterrey y allá se ha seguido tejiendo”, explica Claudia.
“Tenemos la intención de algún día cubrir el zócalo, si no todo, por lo menos sí un buen un buen tramo, pero yo creo que ya no estamos lejos de poder hacerlo, el tejido es muy grande y puede estar en muchas geografías al mismo tiempo”.
Este año, la Colectiva Hilos lanzó una convocatoria para que las personas unieran a cargar la red roja en marco del Día Internacional de la Mujer. “La verdad es que sí es pesado cargarlo y es también muy simbólico, porque entre todos tenemos que cargar este problema. Ya estamos organizadas para cargar”.
“Vamos a seguir tejiendo, eso implica un compromiso con el cual creemos porque estamos hablando de transformación social y la transformación requiere trabajo, compromiso, constancia”, concluye Claudia Rodríguez.