¿Eso que está pintando es un cuento?, le preguntan unos camioneros a la muralista Tatjana Jandova. “No, no es un cuento, es Praga”, les responde con orgullo arriba de su andamio a la altura del Río San Joaquín en la Ciudad de México. Escultora, pintora, muralista, abuela y madre, Tatjana Jandova es una de las leyendas del muralismo contemporáneo en nuestro país, y se identifica como una luchadora por la verdad.
A la edad de 19 años, Tatjana Jandova, mejor conocida por su nombre artístico como Tania Janco -un juego de palabras entre su apellido y el de su esposo, escultor de apellido Conde-, llegó a tierras chilangas y comenzó a estudiar en la Academia de San Carlos en los años setenta. En aquella época, la academia se encontraba en el Centro Histórico y la joven checoslovaca disfrutaba del país, sin embargo, su llegada al país no fue una coincidencia sino un sueño hecho realidad.
Créditos: Tania Janco
“¡Yo quiero vivir en México!”, fue la conclusión a la que Tania Janco llegó a la edad de 8 años cuando vivía en Praga, esta revelación llegó a su vida como un chispazo luego de conocer la existencia de las culturas prehispánicas. Había leído sobre los norteamericanos y de los incas, sin embargo, cuando dio con la cultura mexicana algo en ella se removió y le hacía saltar el corazón.
Si hubo un primer amor que llegó antes que México a la vida de la muralista, ese fue el arte. Con los cuadernos llenos de dibujos y garabatos, las y los maestros le señalaban a la madre de Tania Janco que su hija no prestaba suficiente atención en clases. Sin embargo, había algo que desconocían de la madre de Tania: ella era un ser etéreo y sumamente sensible, según recuerda la muralista. Así que su madre, quien después también llegaría a vivir a México, decidió inscribirla en escuelas de arte.
-¿Y qué pintaste, Tania?
-Un cuadro de Van Gogh, responde entre risas.
Pintando hombro a hombro con la primera muralista mexicana
Corría la década de 1980 y una mujer mexicana había adoptado a la joven Tania Janco como su mano derecha. La apoyaba y la miraba con ojos maternales, juntas llegaron a pintar el histórico mural “El primer encuentro”, ubicado en la sala de cabildos del edificio de la alcaldía de Coyoacán. Esa mujer fue la misma Aurora Reyes, feminista, luchadora por los derechos humanos, contemporánea de los muralistas mexicanos, colega de Frida Kahlo y considerada la primera muralista mexicana.
Si observas bien, dice Tania Janco, puedes notar lo que pinté yo y lo que hizo ella, dice sonriendo y continúa: estos caballeros muralistas (Siqueiros, Orozco, Diego Rivera) estaban mucho en este papel de hombres, eran considerados los únicos y más importantes, pero no, las mujeres mexicanas siempre han sido valientes y se impusieron.
Una muralista en peligro de extinción
Tania Janco es una de las pocas personas nacidas en Checoslovaquia, país que actualmente se encuentra disuelto y dividido en República Checa y Eslovaquia, por eso, le gusta referirse así misma como alguien en peligro de extinción. Guarda con cariño las canciones eslavas que le cantaba su madre, las callejuelas de Praga, el Puente de Carlos, el arte del medievo caracterizado por los colores dorado, azul y rojo.
“Praga es una parte y México es otra parte igual, jamás podría decir a cuál quiero más”, dice la muralista en entrevista con La Cadera de Eva.
Eso sí, existe un sentimiento muy mexicano que se ha cultivado en ella desde hace 40 años: el sentido de pertenencia. Tania Janco recuerda algunos pasajes en su vida: vivió dentro de comunidades zapotecas, viajó por los campos y los barrios de la periferia, sin embargo, explica que jamás ha sentido que no pertenece ahí; por el contrario, desde su primera infancia asimiló que México también era una parte de ella y no algo ajeno.
Es así que la revelación de sus dos pasiones se encontraron y Tania Janco conoció el muralismo mexicano, siendo con el mismo David Alfaro Siqueiros con quien sentiría una conexión importante. Esto la llevó a tomar clases con los aprendices directos del muralista mexicano y dar rienda suelta a su talento. Tania Janco comenzó a incursionar en una de las artes más revolucionarias e históricas de nuestro país.
Créditos: Tania Janco
Ahora, la checoslovaca que ha radicado por más de 40 años en nuestro país, ha forjado su camino en las artes, la pintura, el muralismo, la ilustración de libros infantiles y el grabado. Sus obras han recorrido el mundo, desde Rusia, España, Inglaterra, Corea del Sur, Estados Unidos, hasta Eslovaquia y República Checa. Ha sido reconocida por su habilidad con el pincel y un poder imaginativo de convertir los escenarios de la cotidianidad en un espejo onírico.
La Ciudad de México decorada con un mural de Tania Janco
En las paredes de la cervecería Modelo, al norponiente de la Ciudad de México, Tania Janco prepara uno de sus murales. La magia de éste radica en dos aspectos importantes, explica la muralista, en primer lugar, su obra es una oda a todas las mujeres de su vida y, posteriormente, el mural sigue las enseñanzas de las y los muralistas más grandes que, de primera mano, la guiaron en su formación.
Créditos: Tania Janco
El mural, está lleno de mensajes ocultos, por ejemplo, en el Puente de Carlos se encuentra su madre tocando el violín, su nieta sobre un caballo de juguete, su hija y luego ella montada con un armadura sobre un caballo blanco y en sus manos un pincel, una apología a su trabajo como muralista que, en sus palabras, lucha por la verdad.
Créditos: Tania Janco
Cuando camines por las calles de la capital mexicana, abre bien los ojos, quizás tengas la fortuna de coincidir con el mural de la artista Tania Janco, la mujer que se enamoró de México. En su vida y en su obra se encuentran historias increíbles de viajes, leyendas y sueños.
“Si miras bien, encontrarás palomas que representan la paz, ¿sabes por qué?, porque siempre necesitaremos de la paz para poder preservar la belleza” (Tania Janco)