La brecha de género en el sistema de pensiones mexicano refleja y reproduce las desigualdades existentes en el mercado laboral. En México, los ingresos de las mujeres en la vejez registran amplias diferencias en comparación con los hombres, pues de los 72 millones de cuentas individuales que componen el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), sólo 25.5 millones pertenecen a mujeres, de acuerdo con la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro (Consar).

Datos del informe, Equidad de género en pensiones. El caso de México reflejan la desventaja de las mujeres en la etapa de acumulación, y es que el saldo promedio de ahorro de las mujeres es de 68 mil pesos, en contraste, el  de los hombres es de 92 mil pesos.

Esto quiere decir que el ahorro previsional de las mujeres asciende a 1.7 billones de pesos, lo que representa el 34% de los recursos totales del sistema.

La magnitud de la brecha

¿Te imaginas la magnitud de la brecha pensional? De acuerdo con Consar, las principales causas estructurales de la brecha de género en el sistema de pensiones mexicano están intrínsecamente ligadas a las desigualdades históricas y actuales en el mercado laboral, y a las características del diseño del sistema previsional. 

El sistema actual de contribución definida y cuentas individuales depende de la trayectoria laboral formal. Las mujeres enfrentan serias desventajas en esta etapa como salarios menores, y es que aunque la brecha salarial se ha reducido del 25% al 15% entre 1997 y 2022, el diferencial sigue siendo significativo y afecta negativamente el ahorro previsional que logran acumular.

Otro factor es la permanencia de las mujeres en el mercado laboral formal, que muchas veces es intermitente o inestable. Esto se debe a que a menudo abandonan sus empleos o toman jornadas cortas para hacerse cargo de las responsabilidades familiares y el cuidado de los hijos. 

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El rol tradicional de las mujeres en México influye en esta disparidad, pues entre el 74% y 75% del trabajo doméstico no remunerado es realizado por las mujeres, según el informe.  Así, las labores del hogar y del cuidado de los hijos, se identifican como tareas o trabajos de cuidado que no generan derechos pensionarios.

Esta intermitencia se traduce en una menor densidad de cotización, es decir, la proporción de periodos con aportación y es que el 50% de las mujeres registra densidades de cotización de hasta 40% y se prevé que tengan mayores dificultades para alcanzar el mínimo de semanas requeridas para la cotización  ante el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de la pensión por edad avanzada, que ascenderá a mil  a partir de 2031.

A esto se agrega el factor de la esperanza de vida, y es que en México, la esperanza de vida de las mujeres a los 65 años es actualmente 2.4 años mayor que la de los hombres, y se espera que esta brecha se amplíe a 2.6 años para 2050. Debido a que las mujeres deben financiar más años de pensión, la amplitud del beneficio que reciben al jubilarse se ve afectada negativamente.

La suma de estos factores pueden significar una pensión de hasta el 41.6% menor al que podría alcanzar un hombre.

La reforma a las pensiones del IMSS

Históricamente, las leyes de seguridad social en México de 1943 y 1973, para personas trabajadoras formales, fueron elaboradas considerando principalmente el rol del trabajador masculino, incluyendo los derechos de las mujeres sólo como dependientes o beneficiarias. 

La reforma a la Ley del Seguro Social de 2020, que entró en vigor en 202,  buscó asegurar que más personas trabajadoras pudieran acceder a una pensión digna bajo el régimen de la Ley de 1997, que contempla el nuevo sistema de pensiones donde el ahorro individual en una Afore es clave. 

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Para alcanzar esta meta se propuso la reducción de semanas cotizadas,  que se redujo de mil  250 a 750 semanas en 2021 y aumentará progresivamente a 25 semanas cada año, hasta alcanzar un total de mil  semanas para el año 2030, el aumento gradual de la aportación patronal y un límite a las comisiones de las Afores. 

Las modificaciones en el marco normativo han tenido un impacto positivo en las pensiones de las mujeres, especialmente la disminución de las semanas cotizadas requeridas que, según el informe, benefició al 97% de las mujeres que lograron obtener una pensión en ese año. Lo que muestra la falta de estrategias con perspectiva de género tiene repercusiones directas en la posibilidad de gozar de una pensión digna durante la edad avanzada de las mujeres.