Si últimamente has oído hablar del término "migajera" en TikTok y algo dentro de ti siente que te describe, no te sientas culpable. Este es un espacio para explorar el término, pero también para cuestionar que, en realidad, no es nuestra culpa.

Porque lo que algunos ven como una “falla” individual, en realidad revela algo mucho más profundo: una insatisfacción emocional estructural que nos atraviesa a muchas mujeres.

Este concepto, popularizado por influencers como Karina Torres (@karina.torrea), ha puesto sobre la mesa una realidad que muchas mujeres vivimos en nuestras relaciones: conformarnos con "migajas" de amor, atención y compromiso.

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¿Qué significa ser una "migajera"?

De acuerdo con la Real Academia de la Lengua, el término “migajero” o “migajera” es una palabra del español coloquial con una connotación despectiva o peyorativa. Deriva de “migaja”, que significa una pequeña porción de pan o de comida. En este sentido, una persona migajera es aquella que se conforma con poco.

En el ámbito de las relaciones, ser una "migajera" describe a una persona que se conforma con recibir mínimas muestras de afecto o atención por parte de su pareja, señales que no representan un compromiso real ni una reciprocidad verdadera.

Pero al usar este término, también corremos el riesgo de individualizar el problema y poner la carga sobre nosotras, como si fuera una elección, cuando en realidad es consecuencia de estructuras patriarcales que nos hacen sentir que no merecemos más.

Este término se aplica a situaciones donde no te sientes valorada en tu relación, pero sigues aceptando esas pequeñas atenciones insuficientes. Puede ser esa pareja emocionalmente distante, que no se comunica adecuadamente o que simplemente no invierte equitativamente en la relación.

¿Por qué nos conformamos con migajas?

Desde pequeñas, la sociedad nos enseña a callar nuestros sentimientos, a complacer ya aguantar, haciéndonos creer que "amar es sufrir" y que debemos sacrificar nuestras necesidades emocionales para mantener la relación. Se nos socializa con el objetivo último de ser "salvadas" y sostenidas por alguien más.

La pregunta clave es, ¿por qué alguien acepta tan poco? Diversas razones pueden llevarnos a esta situación:

  • Baja autoestima: cree que no mereces más de lo que estás recibiendo. ¡Pero amix, vales oro!
  • Miedo a la soledad: preferir una relación insatisfactoria a estar sola. La soledad puede ser un espacio de autodescubrimiento y fortaleza, ¡no un castigo!
  • Esperanza de cambio: ilusionarte con la idea de que tu pareja cambiará, aunque la experiencia te demuestre lo contrario. Recuerda que las acciones hablan más que las promesas.
  • Idealización de la pareja: justificar comportamientos que te lastiman e ignorar las señales de alerta porque has puesto a tu pareja en un pedestal. ¡Nadie es perfecta!

Detrás de este conformismo, a menudo se esconde la trampa del amor romántico, una construcción social diseñada para priorizar el deseo y las necesidades de los hombres, normalizando el sacrificio y la autodestrucción afectiva de las mujeres.

Este sistema patriarcal nos hace creer que debemos sacrificar nuestras necesidades emocionales para mantener una relación, mientras que a los hombres se les permite emocionalmente todo, menos responsabilizarse del impacto que tienen sobre nosotras. Como explica la escritora feminista Coral Herrera, el amor romántico es político y puede ser un escudo para el sistema, abonando a la violencia emocional y psicológica.

"Violencia y romanticismo son términos contrapuestos en apariencia, pero en realidad, explotamos y abusamos a la gente, colonizamos a las personas que amamos y nos metemos en horribles luchas de poder. Hay mucho romanticismo en nuestra cultura, pero muy poco amor" (Coral Herrera, escritora)

Este sistema de consumismo amoroso y patriarcal es extremadamente violento y deja a su paso lo que la escritora Brigitte Vasallo nombra como "cadáveres emocionales".

Este sistema proporciona al hombre la facultad de ser extractivistas sexo afectivamente, nos desarma a no luchar e incapacita para encontrar la felicidad en nosotras mismas, además de llevar al amor al extremismo donde la bondad feminizada otorga el perdón, el sacrificio y el servicio al ser amado, aunque este último amenace, abuse, golpee, hiera, mienta, lastime o mate.

A veces, es difícil reconocer que estás en esta dinámica. Aquí hay algunas señales que podrían indicar que estás aceptando menos de lo que mereces:

  • Mensajes esporádicos y superficiales: la comunicación se limita a un "hola" ocasional sin continuidad ni profundidad.
  • Promesas vacías: escuchas frases como "Te llamo mañana" o "Tenemos que vernos pronto" que nunca se cumplen.
  • Conversaciones superficiales: las charlas no avanzan, las respuestas son cortas y la interacción se centra en temas banales o sexuales.
  • Disponibilidad unilateral: tú siempre estás disponible, pero cuando necesitas algo, esa persona no está para ti.
  • Justificación constante: encuentras excusas para el trato que recibes, minimizando la falta de atención o compromiso.
  • Te emocionas por lo básico: te sientes feliz y agradecida cuando te dan lo mínimo indispensable en una relación.

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¡Basta de migajas!

Ser una "migajera" puede dañar tu salud mental y tu amor propio. Es crucial que comiences a poner límites, valorarte y rodearte de personas que realmente te aprecian. Recuerda, ¡no eres una opción, eres una prioridad!

Sin embargo, a veces, usar el término puede servir para reconocernos, reírnos un poco de nosotras mismas y empezar a poner límites. Pero también debemos tener cuidado de no convertirlo en una etiqueta que refuerce la vergüenza o la culpa, en vez de invitarnos a mirar lo estructural.

La escritora española Brigitte Vasallo diría que si creemos que el amor no es político, es momento de cavar hasta las raíces del sistema para encontrar que el amor guarda relación con la violencia, el género y el poder. El amor se ha convertido en una de las luchas feministas más antisistema.

Por su parte, Israel Sánchez, teórico de "Agamia", explica que la discusión llega cuando se habla de amor "romántico", haciendo énfasis en los "filtros contaminantes" que nos exigen un tratamiento de cómo amar y que la primera condición de la revolución del amor no es "salvar", sino identificar las opresiones disfrazadas de amor y rechazarlas.

"Nuestro trabajo sería deshacernos de estos componentes para volver a una forma previa de amor desinteresado y puro (...) no es salvar un determinado concepto del amor, sino designar inequívocamente las zonas rojas por las que ningún individuo debe transitar en su experiencia amorosa por muy deseable que parezca el producto que se extraiga de ella" (Israel Sánchez, teórico de Agamia)

Para erradicar el amor romántico dañino en tus relaciones, Israel Sánchez nos da la primera herramienta: mantenernos atentos a este fenómeno, nombrarlo y reconocer que el amor responde a un sistema de dominación que necesita ser transformado.

Miguel Ayuso, autor de Anarquía relacional, otorga tres piezas fundamentales: confianza: cuestionar que involucrarse con alguien otorga derechos sobre esa persona y respetar su individualidad. Conozcamos nuestras necesidades: reconocer cómo demostramos amor y cómo nos gustaría ser amadxs para producir vínculos saludables. Los compromisos son individuales: dejar de creer que necesitamos a otros para complementarnos.

¡Amix, lo peor no es estar sola, es conformarte con poco! Mereces un amor consciente, atento y elegido, basado en el bienestar mutuo, la confianza y el respeto por tu individualidad. Empieza hoy a construir relaciones que te hagan sentir vista, escuchada y verdaderamente valorada

¡Quiérete mucho y exige el trato que mereces!