¿Sabías que existe una rama del feminismo que explora cómo el género, el cuerpo, la identidad transforman el mundo de la tecnología? Esa corriente cuestiona el patriarcado en el mundo de la tecnología como una herramienta de resistencia.
A esto se llama feminismo cyberpunk, una fusión entre mujeres, máquinas y tecnología para combatir las ideas más tradicionales de género. Esta corriente surgió entre los años de 1980 y 1990 como una respuesta al cyberpunk literario. El Manifiesto cyborg de Donna Haraway, de 1985, es uno de los textos fundacionales del pensamiento feminista cyberpunk.
Esta corriente piensa que se deben repensar lenguajes e imágenes propias de los discursos hegemónicos del discurso tecno-científico para crear ficciones y realizadas menos duras y apropiadas por el menester del hombre binario.
Con el auge de la industrialización del espacio, la colonización de Marte y los viajes al espacio para ricos en la actualidad, el cyberpunk feminista, apuesta por poner al centro del desarrollo de la tecnología conversaciones alrededor de la sexualidad disidente, el racismo, la clase y el género para eliminar la injusticia y discriminación.
No se trata de un terminator hiper masculino, militarizado y ficticio, sino más bien de la necesidad de combatir estas representaciones y ahora realidad a través de una visión feminista e integradora. El feminismo cyberpunk piensa en la inclusión del “otro” para la transformación tecnológica alejada del esencialismo patriarcal e individual.
Cyborgs y justicia de género
El feminismo cyberpunk se pregunta ¿quién tiene el control de nuestros cuerpos?, ¿cómo se construye el género? y ¿cómo podemos resistir ante las prácticas patriarcales ligadas al inminente avance tecnológico impulsado y comandado por hombres ricos y millonarios.
¿Es posible ir más allá del binario de género para desafiar las normas establecidas? El cyborg es en tanto una metáfora como una forma de repensar la existencia de los cuerpos, el género no tiene límites ni esencialismos, por el contrario, trasciende la característica binaria reforzada por los medios de producción, es decir, en un movimiento político de emancipación.
Donna Haraway es una de las representantes más conocidas de esta corriente, pues sostiene en su libro Ciencia, Cyborgs y Mujeres, que “las historias feministas de cyborgs tienen como tarea codificar de nuevo la comunicación y la inteligencia para subvertir el mando y el control”, en un mundo donde los límites entre mujer y hombre, naturaleza y cultura, maquinaria y organismo, y vida y muerte, están constantemente siendo modificados a través de prácticas patriarcales científicas, tecnológicas, económicas y culturales.
El cyberpunk en la literatura
La relación entre el feminismo y el cyberpunk tiene su origen en la literatura, pues las mujeres comenzaron a adoptar este subgénero de la ciencia ficción que tuvo su auge en la década de 1980 para explicar cómo la tecnología se apropia de los cuerpos y las identidades de las mujeres.
En una especie de paradoja, el cyberpunk se caracteriza por mezclar dos elementos: el avance de la tecnología con la precariedad de la vida humana. Y es que entre más desarrollo y evolución tecnológica y digital, es más evidente la decadencia de la vida cotidiana, de un mundo desigual, corrupto y violento.
El ciberpunk feminista pone la mirada en estas asimetrías de género que perpetúan el malestar en la vida de las mujeres, donde la identidad y los cuerpos se fragmentan y modifican. No se trata únicamente de universos distópicos al estilo de Blade Runner, sino de un precedente literario adaptado a la realidad social para hackear narrativas patriarcales.
Hackear el sistema, una mirada hacia el ciberfeminismo
¿Qué pasa si los algoritmos replican sesgos de género y perpetúan la misoginia? La respuesta no es ajena, pues el control de las redes de internet y de las corporaciones de tecnología más grandes del mundo están a merced del hombre blanco millonario, a pesar de que existen diferenciadores, la realidad es que la hegemonía blanca y masculina continúa en la cima del control y del poder, y trasciende al mundo digital.
Lo que parecía ficción es una realidad, los cuerpos de las mujeres siguen siendo sometidos y escriturados en múltiples dimensiones. ¿Cómo hackear a un sistema digital patriarcal? ¿Cómo combatir las inteligencias artificiales programadas por el patriarcado?
Estás no son preguntas nuevas, pero sí que hay resistencia. La opresión patriarcal, capitalista y colonial hace imperante la necesidad de hackear el sistema a través de la idea de reprogramar el sistema y abrir el código a realidades más justas y no opresivas.