¿Será que dejamos el capitalismo atrás y entramos a un nuevo sistema de poder?

El economista y exministro de finanzas en Grecia, Yanis Varoufakis, explica en su libro Tecnofeudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo, que en la era digital, de constantes innovaciones y desarrollo de centros masivos de datos, un nuevo sistema postcapitalista cobra fuerza, emulando las principales características del feudalismo.

En el sistema feudal de la Edad Media, el poder económico y social se centralizaba en la figura de un rey, en la verticalidad sólo quienes poseían títulos de nobleza o tierras tenían acceso a los privilegios de la época, y este es el fenómeno que Varoufakis piensa como analogía del tecnofeudalismo

De acuerdo con su teoría, en la era actual, los señores feudales, dueños de la tierra, son ahora aquellos billonarios dueños de las empresas y plataformas más grandes del mundo y, en un sentido similar, los siervos, quienes trabajaban la tierra, son usuarios de internet que intercambian sus datos personales y sostienen un modelo de producción digital a cambio del acceso a plataformas.

¿Cuáles son las características del tecnofeudalismo?

Para Varoufakis, las personas propietarias de estas grandes corporaciones, a las que llama “nubelistas”, en realidad son dueñas de una tierra digital o del “capital de la nube” en la que los usuarios interactúan, consumen y trabajan para acceder a la comunicación, a servicios e incluso para tener mejores oportunidades económicas.

En ese sentido, este sistema está caracterizado por:

  • La centralización del poder por parte de las corporaciones tecnológicas.

  • Control de las narrativas y discursos que promueven.

  • La explotación de los datos de los usuarios.

  • Proliferación de discursos de odio.

  • La desigualdad y discriminación.

¿Nuevos señores feudales?

En esta teoría, empresarios y dueños de corporaciones como Jeff Bezos de Amazon, Mark Zuckerberg de Meta  y los líderes de empresas como Apple, Microsoft y ByteDance, son considerados los nuevos "señores feudales".  Estos magnates son quienes concentran la mayor cantidad de riqueza y promueven algoritmos que les benefician financieramente.

Aunque el tecnofeudalismo ha recibido críticas por parte de sociólogos y economistas, que sostienen que esta era de control digital es una forma de capitalismo y no un nuevo sistema basado en el monopolio de empresas tecnológicas, hay quienes advierten de los efectos que este fenómeno tiene sobre la política a nivel nacional e internacional. 

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“Si la nube tiene propietarios privados de lo que es común y se cobra por usar la nube, entonces estamos en una forma de producción o de consumo igualita a la que existía en el feudalismo”. reflexionó Gustavo Petro, presidente de Colombia en una conferencia.

Un ejemplo de ello es la aparición de los magnates más importantes de la industria de la tecnología en la ceremonia de la reciente investidura del presidente Donald Trump. El poder se distribuye entre los dueños de las corporaciones, que no sólo se ejerce en la economía o en el almacenamiento de datos, sino que tiene la capacidad de incidir en las relaciones sociales, como la participación de Elon Musk en el gobierno de los Estados Unidos.

Según lo propuesto por la teoría del tecnofeudalismo, los dueños de estas corporaciones buscan perpetuar control sobre los usuarios. Lo vemos también con  las nuevas medidas de Meta, que desarticulan el acceso a la información verificada, promueven discursos de discriminatorios y vulneran los derechos de las mujeres, personas de la comunidad LGBT+, personas racializadas o con discapacidad, son resultado del impacto político en la esfera económica, que siempres están entrelazadas.

Regulación del internet: el caso de Brasil

Hay quienes señalan que el tecnofeudalismo es un eufemismo del capitalismo, pues la lógica de control y de producción continúa basándose en la explotación y la precarización de las personas trabajadoras.  

El presidente de Brasil, Lula da Silva, presentó una iniciativa en enero para regular las plataformas digitales en el país, después de que Meta eliminara las medidas de fact checking de su reglamento.

Se propone que las plataformas sean transparentes y rindan cuentas sobre cómo funcionan sus algoritmos, así como el alcance de contenidos que pueda generar desinformación, implementación de mecanismos de prevención y precaución que eliminen contenido dañino para personas usuarias, como discursos de odio y contenido ilegal, e implementación de un rígido sistema de verificación de datos.

En este panorama surge el principal desafío ante la regulación de plataformas en internet: la resistencia de las corporaciones ante los cambios que desestabilicen su modelos de intercambio económico. Por lo que es importante recordar que ante la ultraderecha, el facismo y la explotación, resistencia ante las corporaciones tecnológicas.