Parece que el nombre de Taylor Swift no para de sonar en todas partes, y con justa razón. Mientras seguimos emocionadas celebrando la dulce noticia de su compromiso con Travis Kelce, la expectativa por The Life of a Showgirl su duodécimo álbum se vuelve aún más intensa. Nos hace esperar con ansias su nueva era, que promete ser tan espectacular como su propia vida.
En este artículo vamos a explorar los detalles de qué significa ser una showgirl, el legado histórico de esta estética y cómo Taylor la está reinterpretando para el siglo XXI.
¿Qué significa ser una Showgirl?
Cuando pensamos en una showgirl, nos viene a la mente una imagen de libertad, seducción y glamour. Como explica Paolo Armelli en un artículo de la revista Vogue, esta estética está "arraigada en un glorioso pasado". Desde finales del siglo XIX, en los cabarets de París como el famoso Moulin Rouge, el Lido y el Folies Bergère, surgieron estas coristas, bailarinas y cantantes que cautivaban a todos con atuendos excéntricos: faldas voluminosas, medias de red, corpiños ajustados, botas de tacón y, por supuesto, plumas, penachos, boas de avestruz y joyas brillantes.
Candela Barbieri, en Marie Claire, nos recuerda que una showgirl es mucho más que un atuendo: es una intérprete que combina destreza técnica y presencia escénica, cuya apariencia busca hipnotizar a la audiencia con fastuosidad y fantasía. Estas mujeres encarnan fuerza y sensualidad, modelando un arquetipo de feminidad talentosa e inalcanzable, marcada por la autodeterminación.
En Estados Unidos brillaron en los casinos de Las Vegas y los musicales de Hollywood, como el Ziegfeld Follies en Broadway, consolidándose como un símbolo perdurable.
En Latinoamérica, esta tradición se manifestó en las famosas vedettes: Tongolele, Lyn May, Wanda Seux, Olga Breeskin, Rossy Mendoza, Moria Casán, Graciela Alfano, Silvia Süller, Lía Crucet, Adabel Guerrero o Flor de la V. Incluso la estética resurgió recientemente en el álbum Tropiquetata de Karol G.
Taylor Swift: la Showgirl del siglo XXI y las pistas que nos dejó
Nuestra Taylor, después de álbumes más góticos o introspectivos como Folklore o Evermore, y referencias victorianas en The Tortured Poets Department, ha dado un repentino giro hacia una era vibrante donde el naranja se vuelve un color simbólico.
En las imágenes de The Life of a Showgirl, la vemos sumergida en una bañera con un sujetador de cristales y una telaraña de diamantes, usando tocados brillantes, pelucas de flapper, medias de rejilla y, por supuesto, plumas, todo en ambientes de terciopelo. Paolo Armelli destaca que esta faceta es “más madura y decidida”, perfecta para explorar las complejidades de ser una de las artistas más grandes del mundo.
Taylor ya nos había ido dejando pistas en varias canciones:
- En Shake It Off (2014), encarnaba a una bailarina torpe que, aun sin encajar, dominaba el escenario.
- En New Romantics, elevó la vida misma a un espectáculo interminable de luces y confeti.
- La teatralidad se intensificó en Reputation, con I Did Something Bad y Don’t Blame Me, números de fuego y dramatismo puro, casi coreografiados como actos de cabaret.
- La consolidación llegó en Midnights con Bejeweled, un manifiesto showgirl donde Taylor nos recuerda que “todavía puede deslumbrar”.
El color naranja, visible desde mayo del año pasado, también anticipaba esta era y conecta con el equipo de Travis Kelce, fusionando su vida personal con su narrativa artística.
Lo que antes parecían guiños aislados, hoy se leen como un mapa: canción tras canción, Taylor construyó la narrativa de su futura era showgirl.
Taylor no está sola en esta reinvención. La estética showgirl ha alimentado al pop durante décadas: Cher en Las Vegas, Britney Spears en Circus, Christina Aguilera en Back to Basics, Lady Gaga en Jazz & Piano y Madonna, con su Blonde Ambition Tour.
Otras divas como Mariah Carey, Kylie Minogue y Katy Perry también han llevado el brillo y las plumas a otro nivel. En el cine, figuras como Marilyn Monroe (El príncipe y la corista) o Nicole Kidman (Moulin Rouge) reforzaron esta iconografía.
Con The Life of a Showgirl, Taylor Swift no solo adopta una estética histórica: la hace suya. Fusiona lo íntimo y lo espectacular, lo teatral y lo personal, mientras celebra su compromiso con Travis Kelce. Como señala Paolo Armelli la showgirl de Taylor brilla como "artista absoluta y polifacética", y a la vez nos invita a ser testigas de su historia romántica y profesional.