Cuando la trapera argentina Cazzu y la cantante española Belinda se encontraron este 20 de noviembre en un evento de la revista GQ en la Ciudad de México, el mundo del espectáculo esperaba un duelo de miradas o una tensión incómoda. Al fin y al cabo, los medios se habían encargado de convertirlas en "enemigas" ligadas por un expareja en común: Christian Nodal.
Pero ellas no cayeron en la trampa. Su fotografía juntas tranquilas, sonrientes y cómplices no solo es icónica; fue un acto contundente de sororidad que desmanteló la narrativa que durante mucho tiempo intentaron imponerles. Las quisieron rivalizar, pero eligieron el respeto.
¿Cómo fue el encuentro entre Cazzu y Belinda?
A pesar de las especulaciones mediáticas, la realidad que se vivió en la gala de GQ fue otra. De acuerdo con la revista People en Español una fuente presente aseguró que entre las artistas no existe enemistad: “Ellas se llevan bien”, y enfatizó que había “Cero problema”.
Incluso, la propia Cazzu ya había adelantado en su llegada al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM) que ver a Belinda estaba en sus planes durante el evento: "Es la primera vez que la voy a ver y espero que podamos conocernos”.
El encuentro fue cordial y relajado. La foto que se viralizó instantáneamente representó para el público un paso simbólico para dejar atrás toda la especulación de la supuesta rivalidad que nunca existió.
Belinda y Cazzu, ambas galardonadas esa noche, mantuvieron un encuentro donde demostraron cercanía y empatía. Esto nos recuerda que, contrario a lo que se nos enseña, no somos enemigas naturales en la conquista de los afectos.
Desmontando el mito de la enemistad
Cultural y socialmente, a las mujeres se nos ha enseñado a competir. En su columna “Del mito de la enemiga al poder de la sororidad” Marilú Rasso Ibarra, directora ejecutiva de Espacio Mujeres explica que se nos dice que solo hay un lugar disponible: para "la más bonita, la más deseable, la más inteligente, la más especial”.
Y ojo: cuando Belinda y Cazzu terminaron sus relaciones con Nodal, la prensa se concentró en ellas como “rivales”, como si su valor dependiera de haber sido “elegidas” o de quién había ganado la supuesta “disputa”.
Como explica Marilu Rasso, esta lógica de rivalidad es parte del orden patriarcal que los medios replican sin descanso, construyendo narrativas violentas que buscan centrar las decisiones de las mujeres en torno a un hombre.
Entonces ¿qué podemos hacer? Desmontar esa lógica de la enemiga. No se trata de obligarse a ser íntimas amigas, sino de dejar de verse como rivales. Se trata de reconocer que nuestro valor no depende de ser elegidas.
Reconocernos como protagonistas
Este encuentro no se trató solo de una foto bonita, sino de una lección de autonomía y resiliencia. Como te contamos en esta nota las narrativas de rivalidad han hecho visible que Belinda y Cazzu sí tienen cosas en común que van más allá de su ex pareja: resiliencia, individualidad y autonomía.
Tanto Belinda como Cazzu han demostrado que están enfocadas en sí mismas. Belinda brilla con nuevos proyectos en música, actuación y moda. Cazzu, por su parte, atraviesa una etapa "transformadora" enfocada en su carrera (con el álbum Latinaje) y en su hija, Inti. De hecho, Cazzu ha hablado abiertamente de sentirse más libre tras su separación de Nodal.
El gesto de ambas artistas no es superficial: es una lección feminista. Belinda profundizó en esta idea en un mensaje compartido tras el evento, donde habló de lo “especial” que le resultó la velada.
Recordó a las “mujeres anónimas que sostienen al mundo sin pedir aplausos” y evocó a María Magdalena, a quien describió como “una mujer juzgada, incomprendida, poderosa”. Para Belinda, ella “representa a todas las mujeres que, aún con cansancio, dudas, críticas o heridas, siguen adelante”.
Dejar la rivalidad y escoger la sororidad es tomar el guión de una película vieja y misógina donde el sistema pretendía que las heroínas se enfrentaran por un trofeo que nunca fue suyo.
Pero Belinda y Cazzu eligieron otra historia. Se miraron no como adversarias, sino como mujeres que han atravesado, cada una a su modo, las mismas narrativas violentas, el mismo escrutinio y las mismas lecturas patriarcales que intentan reducirlas a roles secundarios.
La foto no es una anécdota de farándula: es el recordatorio de que cuando las mujeres rechazan la trama que otros escriben para ellas, el relato cambia. Y cambia para todas.

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