A 25 años de que Nelly Furtado, lanzará su primer álbum, Woah, Nelly!, la cantante estadounidense anunció su retiro de los escenarios

Así lo anunció a través de una publicación en redes sociales, en la que comparte sentirse emocionada por todo lo que ha logrado con su música. "He decidido alejarme de los escenarios en el futuro previsible y perseguir otros sueños creativos y personales que creo que se adaptarían mejor a esta próxima etapa de mi vida". 

La cantante de I’m Like a Brid agradeció a sus fans el cariño y adjuntó una fotografía de cuando recién iniciaba su carrera musical. Esta imagen, en la que posa delante de un escenario con un vestido rosa ajustado, recordó a sus fans el escrutinio al que Nelly Hurtado se enfrentó hace dos décadas, cuando los estándares de belleza eran aún más estrictos y todo cuerpos que saliera de la delgadez extrema era sujeto a la burla mediática

Violencia estética dosmilera

¿Quién no ha cantado alguna vez las canciones de Britney Spears, Christina Aguilera o Natalie Imbruglia? A comienzos del nuevo milenio, ellas marcaron no solo la escena musical, sino también la estética de toda una generación. Hoy, el estilo Y2K, inspirado en aquellas celebridades pop, se ha convertido en una de las tendencias más populares en redes sociales y es adoptado por mujeres de distintas corporalidades. Pero esa diversidad que hoy celebramos virtualmente, no siempre fue posible. 

En los años 2000, la regla era clara, rígida y excluyente: la delgadez extrema era el único ideal aceptado. En medio de esa presión, artistas como Nelly Furtado desafiaron el molde.

En 2006, después de lanzar el álbum que definió su carrera musical, con canciones como Say It Right, Maneater y All Good Things, Furtado denunció públicamente que varias revistas editaban sus fotografías para adelgazar sus caderas y aclarar su tono de piel, borrando así sus raíces portuguesas y reforzando el ideal eurocéntrico de belleza dominante en la industria.

Su caso no solo evidenció la presión que enfrentaban las artistas para ajustarse a cánones imposibles, sino también el racismo y la misoginia estructural que atravesaban, y aún atraviesan, los discursos sobre los cuerpos femeninos en los medios de comunicación.

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La crítica nunca se fue y los estándares de belleza en realidad no han dejado de ser sumamente restrictivos para las mujeres. 

Nelly Furtado continuó su carrera musical de forma constante hasta 2017, cuando decidió alejarse gradualmente de los escenarios. Durante varios años mantuvo un perfil bajo, enfocada en su vida personal y en proyectos fuera de la industria. Sin embargo, en 2024 sorprendió al público con el lanzamiento de su séptimo álbum de estudio, 7, marcando su regreso a la música tras una larga pausa.

Pero junto con su regreso artístico también volvió una conversación que parecía perdida en el tiempo y que no debió ocupar los titulares: su cuerpo. El acoso en redes sociales y las burlas gordofóbicas en torno a su cuerpo no tardaron en aparecer.

Al buscar en internet la frase “When did Nelly Furtado…” (¿Cuándo Nelly Furtado...?), los resultados más sugeridos no se relacionan con su nueva música, sino con su apariencia física: “When did Nelly Furtado gain weight?” (¿Cuándo subió de peso Nelly Furtado?), “When did Nelly Furtado get thick?” (¿Cuando se puso ‘gorda’ Nelly Furtado?), “When did Nelly Furtado have kids? (¿Cuándo tuvo Nelly Furtado hijas?)” y “When did Nelly Furtado gain so much weight?” (¿Cuándo ganó tanto peso Nelly Furtado?).

El algoritmo refleja lo que la industria lleva décadas repitiendo,  que el talento de una mujer sigue siendo eclipsado por el escrutinio sobre su cuerpo.

A comienzos de este año, Furtado publicó un poderoso mensaje en su cuenta de Instagram, en el que reflexionó sobre las presiones estéticas que enfrentan las mujeres en la industria musical. “Este año tomé conciencia de la presión estética de mi trabajo de una forma completamente nueva, al mismo tiempo que experimenté nuevos niveles de amor propio y una confianza genuina”, escribió.

La artista también reveló que tuvo que emprender acciones legales contra personas que vendían servicios en línea basados en mitos de salud y belleza sobre ella, señalando la violencia mediática y el aprovechamiento comercial de su imagen. En el mismo mensaje, compartió su deseo de año nuevo, que cada persona pueda expresarse libremente y aceptar que lo que ve frente al espejo está bien.

Detrás de la violencia estética: el patriarcado

En su libro, La estafa de la feminidad: cómo ola belleza nos educa para ser sumisas (Planeta, 2024), la autora y feminista argentina, Lala Pasquinelli, explica que la belleza es un requisito del ideal femenino y de la condición de existencia de las mujeres. “Tenemos que ir acostumbrándonos de a poco a la violencia que se ejerce sobre nuestros cuerpos, por el simple hecho de ser mujeres, para que también de poco, la sociedad entera se vaya acostumbrando a tolerar, las diferentes doramas de violencia contra las mujeres”, explica. 

La violencia estética, un tipo de violencia que surge de los estándares de belleza “perfectos” que establecen los medios de comunicación y difusión masiva, la industria de la moda, de la música y el mercado cosmético. 

Se trata de una inmensa cadena de sumisión, en la que las mujeres, tanto dentro como fuera de las industrias de entretenimiento y comunicación son sujetas a la valorización patriarcal del cuerpo ficticio de las mujeres impuesto por el sistema que a su vez naturaliza la crueldad contra los cuerpos femeninos. 

De ahí que esta no sea sólo la historia de Nelly Furtado, sino también la de una generación de mujeres que enfrentó la violencia mediática del nuevo milenio: modelos como Tyra Banks, actrices como Renée Zellweger y Kate Winslet, e incluso las mismas Britney Spears y Christina Aguilera. Todas fueron objeto de burlas, titulares sexistas y especulaciones sobre su peso o sus cuerpos, bajo la lógica de una industria que moldea y castiga la imagen femenina.

Más preocupante aún es cómo esa violencia simbólica se filtra, a propósito,  hacia el público, normalizando entre audiencias jóvenes la idea de que el cuerpo femenino debe estar siempre bajo control y vigilancia (disfrazado de rutinas de skin care, pilates y alimentaciones restrictivas). Este tipo de prácticas siguen alimentando estándares de belleza occidentales profundamente dañinos, basados en la delgadez extrema, el blanqueamiento y la eterna juventud.

Por ello, la decisión de Nelly Furtado de regresar a los escenarios mostrando su cuerpo tal como es no sólo constituye un acto de libertad, sino un acto político, un gesto de resistencia frente a una industria que sigue intentando definir qué cuerpos merecen ser vistos y celebrados.