En un mundo que individualiza la responsabilidad del sostenimiento de la vida sobre los cuerpos y la fuerza de trabajo de las mujeres, hablar de cuidados colectivos es un acto político. Implica mirar de frente a los entramados de poder que, desde el patriarcado y el capitalismo, han relegado a las mujeres al espacio doméstico, al cuidado silencioso, gratuito e invisibilizado.

También implica reconocer y reivindicar las formas de resistencia y organización comunitaria que las mujeres, especialmente las campesinas, han gestado para cuidar la vida en todas sus dimensiones.

Vida que lucha y resiste en los cafetales

A inicios de este año, tuve la oportunidad de viajar a la capital de Veracruz y de ahí, al pueblo cafetero de Huatusco. Esta región, ubicada al pie del imponente Pico de Orizaba —la cumbre más alta de México—, está impregnada del aroma del café y del trabajo de las mujeres que, además de cultivar la tierra, cultivan redes de apoyo, de cuidado y de resistencia.

Mi participación en este viaje consistió en vincular una propuesta desde los cuidados que resonara con la del cultivo de café. Realicé un par de talleres con productoras y productores organizados, de entre los cuales tuve el gusto de conocer a VIDA AC, una organización que significa Vinculación y Desarrollo Agroecológico en Café. Desde el primer momento, me encontré con una mezcla de sorpresa, emoción y profunda admiración. Sorpresa por la riqueza de saberes compartidos, emoción por el encuentro con otras luchas y admiración por el poder organizativo de las mujeres campesinas.

En este contexto, los cuidados colectivos gestados en y desde las comunidades se revelan como una estrategia de vida y resistencia. En un contexto global marcado por la guerra contra los pueblos y una guerra comercial entre grandes poderes que socava la sostenibilidad de la vida, las mujeres de VIDA AC apuestan por otra forma de estar en el mundo. Una forma que privilegia la cooperación por sobre la competencia, la vida por sobre el capital.

Las fincas cafetaleras de Veracruz no son sólo espacios de producción; son también espacios donde se socializa el trabajo de cuidar. Esta socialización no es una delegación del cuidado, sino una apuesta por el acompañamiento mutuo que simboliza una crítica a la extracción masiva de mano de obra femenina, de sus tiempos y sus afectos, para sostener no la vida, sino la tasa de plusvalor y acumulación de capital.

Los proyectos colectivos impulsados por VIDA AC permiten pensar en otras formas de organizar la vida cotidiana. Al interior de las comunidades cafetaleras, se gestan prácticas que desafían el modelo hegemónico basado en la división sexual del trabajo.

Estas prácticas permiten cuidar la vida, la tierra y su posibilidad de seguir viva en el futuro, más allá de la frontera de nuestro tiempo vital.

Uno de los ejes fundamentales de este trabajo colectivo es la soberanía alimentaria. Las mujeres de VIDA AC no sólo cultivan café; también cultivan maíz, frijol, hortalizas y plantas medicinales. Lo hacen desde una comprensión profunda de la cadencia de los ciclos naturales, del escuchar a la tierra y responder con respeto. Producen alimentos de forma sostenible, en congruencia con la salud de las personas y sus formas culturales. Esta forma de producir es también una forma de cuidar.

En este entramado de resistencias cotidianas, emerge con fuerza la construcción colectiva del feminismo campesino, comunitario y popular. No se trata de importar teorías, sino de construir saberes desde la experiencia, desde el cuerpo y desde el territorio. Un feminismo que tiene como horizonte la liberación de los pueblos, la justicia, la igualdad y la dignidad.

Círculos de mujeres campesinas

Los círculos de mujeres que se tejen en estas comunidades son otro pilar fundamental de los cuidados colectivos. En estos espacios, las mujeres comparten sus experiencias, sus sentipensares, sus dolores y sus alegrías. Son espacios de salud emocional, de redes de apoyo, de descanso y de alivio. Son también espacios de autocuidado emocional, físico y espiritual, donde la confianza y la empatía se construyen en lo colectivo.

Estos círculos permiten liberar tensiones, reconocer el valor del descanso y sanar colectivamente las heridas que deja el sistema. Frente a una lógica que patologiza el sufrimiento y lo convierte en un asunto individual, estos espacios resignifican el cuidado como una práctica política y sanadora.

Estas mujeres nos enseñan que la revolución también se hace con las manos en la tierra, con las palabras compartidas en un círculo, con la mirada atenta a los ritmos de la naturaleza. Que los cuidados colectivos no sólo sostienen la vida, sino que también la dignifican, la celebran y la transforman.

En conclusión, los espacios de cuidados colectivos impulsados por las mujeres campesinas de VIDA AC en Veracruz nos muestran que otro mundo es posible. Un mundo donde el cuidado no sea una carga individual ni una mercancía, sino una práctica comunitaria, amorosa y transformadora. Nos muestran que cuidar también es resistir, que cuidar también es sembrar futuro.

En un mundo en crisis, estas experiencias nos ofrecen una cartografía para imaginar nuevas formas de habitarlo. Desde el cafetal veracruzano, las mujeres de VIDA AC nos invitan a caminar juntas, a cuidarnos colectivamente y a construir, desde abajo, un porvenir feminista, campesino y comunitario.

*Sobre la autoría del texto:

Gisela Illescas Palma

Campesina, Agroecóloga y mujer medicina con estudios en Agroecología y en Políticas Públicas y Género. Nacida en la Región de las Altas Montañas de Veracruz, México. Es integrante de la Cooperativa Femcafé, donde se promueve la justicia de género, económica, alimentaria y ambiental.

Activista en temas de género, derechos campesinos, agroecología y soberanía alimentaria, es integrante VIDA AC y del Movimiento Agroecológico de América Latina y el Caribe MAELA.

David Arturo Sánchez Garduño

Psicólogo por la UNAM, maestro en Estudios sobre migración por la Ibero, doctor en Estudios del desarrollo por el Instituto Mora; especialista en Estudios de género de la UNAM y en Políticas de cuidado con perspectiva de género por CLACSO. Es miembro del Seminario Sociología política de los cuidados en el Instituto Mora.

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