Imagina a una madre soltera que trabaja fuera de casa y debe pagar a una niñera para que cuide a sus hijos mientras ella está en el trabajo. O piensa en una hija que deja su trabajo para cuidar a su madre anciana y enferma. O el caso de una mujer indígena que viaja desde su comunidad rural a la ciudad para ser trabajadora del hogar y cuidar a los hijos e hijas de una familia.

En todos estos casos, estamos hablando de economía del cuidado. Este término se refiere a la organización social y económica del cuidado, es decir, a la forma en que se distribuyen y se valoran las tareas de cuidado en la sociedad.

El cuidado es una actividad fundamental para el bienestar y la supervivencia de las personas, especialmente de niñas, niños, personas adultas mayores y personas con discapacidad. Sin embargo, el cuidado es una actividad que ha sido históricamente invisibilizada y devaluada en la sociedad.

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Foto: Cuartoscuro

¿Qué es la economía del cuidado?

Mónica Corona, directora de Inclusión y Desarrollo Sostenible en Ethos, Innovación en Políticas Públicas, explica en entrevista con La Cadera de Eva, que la economía del cuidado es un concepto amplio que engloba una variedad de recursos, no solo financieros, sino también emocionales y de acción, todos esenciales para el sostenimiento de los cuidados.

El foco principal es lo que implican los cuidados, definidos por la politóloga Joan C. Tronto como el conjunto de acciones necesarias para sostener la vida y permitirnos vivir tan bien como podemos en este mundo. 

¿Cómo se sostienen los cuidados?

La economía del cuidado y la economía convencional están interconectadas, ya que ambas implican el uso de recursos financieros. Sin embargo, como señala Mónica Corona, la economía del cuidado va más allá, pues también involucra recursos no económicos, como el tiempo y el esfuerzo, aportados en su mayoría  por mujeres. Esto significa que el sostenimiento de los cuidados no puede reducirse a un simple "costo", sino que representa una inversión significativa.

Sin embargo, un aspecto crucial de la economía del cuidado es el trabajo de cuidado no remunerado, realizado mayoritariamente por mujeres en México. Estadísticas del Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi) revelan que nueve de cada 10 personas que abandonan el mercado laboral remunerado son mujeres, y la razón principal es la necesidad de brindar cuidados.

Tan solo en 2023, el valor económico del trabajo no remunerado en labores domésticas y de cuidados en México alcanzó más de 8 mil 376 millones de pesos, lo que representa el 26.3% del Producto Interno Bruto (PIB). Así, la economía del cuidado sigue siendo un pilar fundamental para la sociedad, pero necesita ser reconocida, valorada y remunerada adecuadamente.

 ¿Mujeres = cuidadoras?

Mónica Corona explica que la feminización del trabajo de cuidado trae consigo consecuencias importantes. Las mujeres experimentan una falta de tiempo y autonomía sobre el mismo. El Inegi también indica que un 68% de las mujeres que desean trabajar no lo hacen por no tener alternativas para el cuidado, lo que dificulta compatibilizar las labores domésticas con el empleo

Esto lleva a que muchas mujeres opten por el empleo informal, con bajos salarios y sin seguridad social, para poder equilibrar el ingreso con las responsabilidades de cuidado, lo que se traduce en la precarización de su empleo. Además, esta sobrecarga genera estrés, desgaste físico, emocional y mental. 

Al respecto, la especialista  menciona que esta situación se mantiene debido a los arraigados roles y estereotipos de género y la división sexual del trabajo, donde se asume que las mujeres se encargan de la reproducción social y los hombres de la producción en el ámbito público, reforzado por la idealización de la maternidad.

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Patriarcado y neoliberalismo

Otro factor clave que perpetúa la desigualdad de género en México es el modelo neoliberal y patriarcal que subyace en la sociedad. Según Mónica Corona, este modelo se refleja en la realidad laboral del país, donde las jornadas laborales son de las más extensas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), con un promedio de 48 horas semanales.

Sin embargo, la especialista ve una oportunidad para impulsar cambios con la nueva legislatura y el gobierno actual. Considera que reducir la jornada laboral a 40 horas es crucial para avanzar en los derechos laborales

Además, enfatiza que esta medida debe ir acompañada de reformas y cambios en la legislación laboral que protejan los derechos de todas las trabajadoras, incluyendo aquellas que trabajan en plataformas digitales, en el hogar y en la maquila.

¿Qué hacer frente a estas desigualdades?

Mónica Corona menciona la creación del Sistema Nacional de Cuidados como una necesidad fundamental para abordar las desigualdades de género y la sobrecarga de trabajo de cuidados que recae principalmente en las mujeres. Ella señala que actualmente existen muchos estudios, cifras y datos que hablan de la inversión que se tendría que hacer para poder llevar hacia adelante este sistema.

Desde una visión económica, Mónica Corona explica que el enfoque principal del Sistema Nacional de Cuidados debería estar en los costos, aunque prefiere definirlos como una  inversión necesaria para garantizar los cuidados.

Esto incluye aspectos como los permisos parentales, la provisión de servicios de guarderías y centros de atención infantil, entre otras cosas, con el objetivo de lograr un mayor bienestar en las familias y que los cuidados no sean solo responsabilidad de las mujeres.

La directora de Ethos enfatiza que la necesidad de un Sistema Nacional de Cuidados ya se ha puesto sobre la mesa. Sin embargo, plantea que si se sigue pensando con la lógica de la feminización del trabajo de cuidado este sistema fracasará, por lo que la corresponsabilidad es importante para que el sistema funcione, donde participen las familias, las empresas y el gobierno.

Mónica Corona también menciona que el Sistema Nacional de Cuidados debe considerar la interseccionalidad y la diversidad de las mujeres que dedican su tiempo al cuidado, ya que no todas parten de las mismas condiciones ni han tenido acceso históricamente a los mismos servicios. Por ejemplo, señala que en zonas rurales indígenas, donde existe mayor vulnerabilidad, es donde menos centros de atención a la primera infancia existen.

En cuanto a la economía informal, Mónica reconoce que las mujeres en este sector no necesariamente tendrán acceso a los servicios del Sistema Nacional de Cuidados diseñado para trabajadoras del sector formal, como los centros de cuidado infantil que se están implementando inicialmente en la industria maquiladora. 

La directora de Ethos considera que esto es algo que tendría que revisarse, ya que un alto porcentaje de mujeres se encuentra en la informalidad precisamente por no poder compatibilizar horarios laborales formales con las responsabilidades de cuidado.

Para Mónica Corona el avance del Sistema Nacional de Cuidados requiere un cambio progresivo en la visión de la sociedad sobre el tema de los cuidados, donde se reconozca que no son sólo responsabilidad de las mujeres, sino una inversión para una mejor sociedad.