¿Es el cuidado simplemente una carga de trabajo no remunerado o puede ser un espacio de autonomía y disfrute? ¿Cómo podemos criticar las desigualdades de género al mismo tiempo que reconocemos la importancia vital del cuidado?

La lucha por redistribuir, revalorar y resignificar el trabajo de cuidados se enfrenta a dilemas éticos y políticos en la forma en cómo se experimentan y ejercen los cuidados en la práctica. Las lógicas patriarcales ven el cuidado como una tarea femenina basada en supuestos instintos biológicos. Esta idea, además de ser injusta, refuerza la feminización del cuidado, como lo muestran los estudios de uso del tiempo en muchos países.

Al mismo tiempo, quienes buscan dignificar los cuidados afirman también su dimensión afectiva. Como escribieron Margarita Garfías y Jana Vasil’eva en 2021, “no podemos y posiblemente ni queremos renunciar al compromiso que sentimos con las personas a quienes cuidamos”. Es necesario profundizar en las paradojas emocionales de las prácticas de cuidado, desafiando las narrativas patriarcales y reconociendo el carácter ambivalente inscrito en los cuidados.

Cuidados como campo de contradicciones

Como muchas personas comprometidas con esta causa, me interesa denunciar la injusta distribución, la poca valoración y la violenta imposición de cargas de trabajo no remunerado en las personas cuidadoras. Como parte de mi investigación doctoral, pregunté a madres migrantes sobre su deseo de cambiar esta realidad, y sus respuestas revelan sentimientos encontrados.

Algunas madres manifestaron su deseo de "dejar de ser mamá". Otras anhelan "tener tiempo para descansar”, así sea internándose en un hospital o yendo lejos de las demandas constantes e inacabables del trabajo de cuidar. También expresaron querer "obtener un trabajo bien remunerado para contratar a alguien que ayude en el hogar". Todos estos testimonios conviven con su deseo de "tener más tiempo para estar con sus hijos".

Gabriela Gallardo Lastra, investigadora de la Universidad Autónoma de Zacatecas, subraya los sentimientos contradictorios que cohabitan las relaciones de cuidados: amor y odio, entusiasmo y aburrimiento, optimismo y decepción. Escuchar estas ambivalencias emocionales en las prácticas de cuidado puede parecer paradójico, pero en realidad revela una complejidad afectiva que es crucial para la lucha por una distribución más justa. 

Cuidados y relaciones de poder

Cuidar es esencial para mantener, reparar y sostener la vida, una tarea que debería ser valorada y compartida. Sin embargo, esta labor está atravesada por asimetrías de poder y cargada de desigualdades. Las relaciones de cuidado suelen ser asimétricas entre quienes brindan y reciben cuidados. Además, el cuidado es a menudo visto como un "trabajo sucio", algo que muchas personas preferirían delegar si pudieran.

Finalmente, la poca participación del Estado y una fuerte institucionalización de prácticas patriarcales impiden una redistribución justa de las responsabilidades de cuidado, enclaustrando a las mujeres en roles tradicionales. (David Arturo Sánchez Garduño )

La lucha es, empero, no sobre el acto de cuidar en sí, sino con la injusta distribución, desvalorización y falta de corresponsabilidad en su cumplimiento. Necesitamos reconocer y revalorar el cuidado para construir una sociedad más justa y equitativa. En este sentido, cuidar es más que un acto de amor: es una actividad profundamente política que espira dignidad y rabia simultáneamente. 

Estas contradicciones son un motor de lucha, una afirmación de la necesaria justicia y dignidad que requieren los cuidados y, por ello, se propone:

  • Desmitificar la idea de un instinto maternal innato, desnaturalizar el trabajo de cuidar y dimensionar su carácter social y político.

  • Visibilizar las asimetrías de poder dentro de los cuidados y las jerarquías que se replican en su interior.

  • Superar el estigma asociado a los sentimientos negativos en el cuidado, como no ser una "buena madre" o desear un tiempo no sobrecargado de cuidados, un tiempo propio no cooptado por mandatos de género hegemónicos.

En conclusión, es necesario entender que las paradojas en los cuidados son complejas y requieren una mirada interseccional para ser comprendidas. Si bien es complejo, la agenda de los cuidados requiere una integración no simétrica de visiones, experiencias, prácticas y luchas para reformular sus alcances y afinar sus objetivos.

*Referencias:

  • Gallardo Lastra, Gabriela (2024). La dialéctica del tiempo de los cuidados en las mujeres subalternas: Resignificando el Buen Vivir a partir de la democracia feminista. (Tesis de doctorado no publicada) Universidad Autónoma de Zacatecas, Unidad Académica de Estudios del Desarrollo.
  • Garfias, Margarita & Vasil’eva, Jana (2020). 24/7 De la reflexión a la acción, por un México que cuida. Trabajo y Justicia Social. México: Fundación Friedrich Ebert Stiftung.

Imagen