La reciente detención de Marianne "N", influencer de 17 años, por presuntamente agredir con un arma blanca a otra mujer, quien es pareja de su ex, desató una ola de reacciones en redes sociales y medios de comunicación. El caso pone en evidencia que, a pesar de los esfuerzos que se han hecho para que los medios realicen mejores coberturas sobre violencia contra las mujeres, aún existe una visión misógina y estereotipada en el abordaje de los casos de violencia cuando la agresora es una mujer.
Apenas días después de la sentencia contra el influencer “Fofo” Márquez, otro creador de contenido condenado a 17 años de prisión por la agresión que cometió contra una mujer en el Estado de México, la conversación de ha virado hacia Marianne"N".
Mientras la cobertura del caso de “Fofo” se centró en su vida de excesos y privilegios, la de Marianne "N" ha sido una cobertura mediática repleta de espectacularización, infantilización y morbo. Debido a que la agresora es una mujer, los comentarios giran en torno a la burla y los estereotipos de género.
La violencia contra las mujeres es un reflejo de la manera en que la que se construyen las relaciones entre los géneros, tanto si quien ejerce la violencia es un hombre como si es una mujer. Estas construcciones refuerzan ideas como que el objetivo mayor y final de las mujeres es obtener la atención de un hombre, y que cualquier conflicto entre mujeres es una versión de esta "competencia" por el afecto masculino. En el caso de Marianne "N", se refuerza este relato: dos mujeres “peleándose” por un hombre.
Desde La Cadera de Eva queremos hacer un pausa en la vorágine comunicativa para preguntarnos ¿quién gana con esta narrativa?
Esta reflexión no busca minimizar el ataque ni el delito que Marianne presuntamente cometió contra otra mujer, ni restar importancia a la violencia en sí misma. La agresión y sus consecuencias son graves, y es necesario que la justicia siga su curso para esclarecer los hechos y garantizar el derecho de la víctima a la justicia y la reparación.
Sin embargo, nuestra atención está centrada en la cobertura mediática que ha acompañado este caso, pues es aquí donde se ha evidenciado una narrativa cargada de estereotipos de género, violencia mediática y deshumanización del proceso.
"¿Amamos su inocencia?" La violencia convertida en chiste
Desde que su detención se hizo pública, los medios de comunicación y las redes sociales han estado saturadas de referencias y bromas que banalizan la agresión. Algunos medios han incluído recurrido a frases como: "¿Amamos su inocencia?", haciendo referencia a la canción 17 años de Los Ángeles Azules.
Este tipo de narrativas no son inocentes: cuando la violencia la ejerce una mujer, el foco del interés cambia. En lugar de centrarse en el acto y las circunstancias estructurales que lo rodean, se recurre a la burla, a la exageración de su edad o a la exposición de su vida privada.
En redes sociales, el caso se ha transformado en un meme, en un debate polarizado entre quienes justifican su acto bajo el pretexto de “es menor de edad” o “fue un ataque pasional”, y quienes la demonizan, exigiendo castigos extremos mientras exponen su nombre, su rostro y hasta imágenes de su hija.
Pero, ¿cuántas veces hemos visto titulares similares cuando el agresor es un hombre?
Violencia entre mujeres: una rivalidad construida
Uno de los elementos más reveladores de este caso es el enfoque en que Marianne “N” presuntamente atacó a la “nueva novia de su exnovio”. Esta narrativa refuerza el viejo cliché de la rivalidad entre mujeres, esa idea de que dos mujeres deben competir por la atención y el afecto de un hombre.
La violencia entre mujeres no surge de la nada. No olvidemos que constantemente las niñas y mujeres reciben mensajes sociales que nos condicionan para vernos como competidoras, no como aliadas. Nuestra valía se mide en función de nuestra relación con los hombres: ser “la elegida” equivale a éxito, mientras que ser “la otra” nos coloca en una constante batalla. ¿Te resuena esto con el caso de Ángela Aguilar y Christian Nodal?
¿Justicia o violencia digital?
Además de la cobertura mediática, el caso de Marianne “N” también plantea una cuestión crucial: ¿hay justicia cuando la viralidad dicta sentencia antes que un juez? La vida personal y familiar de Marianne “N” no solo ha sido expuesta en múltiples plataformas, sino que se ha hecho un énfasis innecesario en su vida privada: su número de seguidores, su faceta de Mommy Blogger, su maternidad a los 16 años -omitiendo por supuesto, el componente de violencia estructural enlazado a un embarazo adolescente.
En contraste, cuando el agresor es un hombre, los medios no suelen centrarse en detalles de su vida personal que poco aportan al análisis del caso.
Este tratamiento mediático ejemplifica una de las aristas de un sistema desigual: cuando la violencia la ejerce una mujer, el castigo social es inmediato y despiadado. Se le ridiculiza, se le juzga con más severidad y se le expone con una saña que rara vez se aplica a los agresores hombres.
Además, es fundamental recordar que Marianne “N” es menor de edad, lo que debería implicar la protección de su identidad. Sin embargo, los medios y usuarios en redes han ignorado este principio y han decidido revelar fotografías de ella, sobre todo en plataformas como Tik Tok.
¿Cómo deberíamos narrar este caso?
El caso de Marianne ‘N’ no debe minimizarse ni justificarse, pero sí exige una cobertura responsable. La discusión debería centrarse en:
-El acceso a la justicia para la víctima y del debido proceso para la agresora, sin juicios mediáticos que perjudiquen a éstos.
-El contexto estructural de la violencia contra las mujeres y entre ellas, evitando reforzar la narrativa de la rivalidad femenina.
-El impacto de la exposición mediática en menores de edad, respetando la protección de su identidad.
-La doble moral en el tratamiento de la violencia según el género del agresor, evidenciando cómo los medios y la sociedad castigan de manera diferenciada a hombres y mujeres.
La pregunta clave que nos planteamos desde La Cadera de Eva es: ¿se está buscando justicia o se está convirtiendo el caso en un espectáculo más? Porque mientras los titulares siguen explotando la viralización del caso, la violencia sigue siendo tratada como contenido de entretenimiento, en lugar de una cuestión que debe abordarse con ética y respeto. Como dice la gran Rita Segato: "el desafío es cómo informar sin espectacularizar, sin que la violencia se transforme en un espectáculo".