¿Qué desayunaste, comiste y cenaste ayer? ¿Alguna persona te preparó los alimentos? ¿Cuántas veces te preguntas lo anterior o sólo das por hecho que alguien lo hará en tu casa?
Para responder las preguntas, se ha de hablar del trabajo doméstico. Este trabajo implica las actividades de limpieza, preparación de alimentos; tareas de mantenimiento; de transporte como conducir vehículos; de administración y gestión del hogar como las compras de insumos, entre otras. Este trabajo doméstico es necesario para brindar los cuidados. Así que la gestión y preparación de alimentos son parte del trabajo doméstico, ¿quién lo hace en el hogar en el que vives? ¿lo hacen más las mujeres o los hombres?
El trabajo doméstico se considera el no remunerado y el remunerado, en ambos casos es una labor invisible, sin reconocimiento, con jornadas largas y extenuantes. El trabajo del hogar sigue sin considerarse como trabajo y aún se considera una obligación que corresponde básicamente a las mujeres.
Cabe mencionar que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2021, el valor económico de las labores domésticas y de cuidados reportó un monto de 6.8 billones de pesos y según datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo (ENUT), en 2019, la población de 12 años y más dedicó, en promedio, 21.9 horas semanales al trabajo doméstico no remunerado; las mujeres dedicaron, en promedio, 30.8 horas a la semana y los hombres, 11.6. Por lo que, las mujeres dedican casi tres veces más de horas al trabajo doméstico no pagado que los hombres.
Este trabajo que hacen las mujeres se nota cuando se deja de hacer, pero no cuando lo hacen cada día, pues es parte de la vida cotidiana en los hogares y en las familias. Independientemente del tipo de familia en el que se viva, se reproducen los roles y estereotipos de género, por ejemplo, en las familias lesbomaternales, aunque aún hay pocos datos en México, hay algunas investigaciones que demuestran que en estas familias una de las mujeres es la proveedora principal y la otra es la que se dedica a las labores domésticas y de cuidados.
También se muestra que estas familias visibilizan la importancia de romper con la estructura heterosexual que existe, ya que son las familias en las que más se redistribuyen dichas labores, tratando de que sean justas, pero sigue sin lograrse, ya que el sistema social, económico, político y cultural en el que vivimos lo perpetua constantemente, pues aún falta que se reconozca la relevancia de este trabajo doméstico, y el de cuidados, así como el impacto que podría tener que se dejen de hacer. Por ello, hay que continuar visibilizándolos y reiterando su importancia para que la vida continúe cada día.