La violencia es un acto de ejercicio de poder, en el que hay una o varias opresiones a una o varias personas, que se siguen perpetuando a través de los años, recrudeciéndose cada vez más. Se manifiesta y reproduce de diferentes maneras y en diferentes contextos sociales y geográficos.
Tristemente, las mujeres somos quienes seguimos viviendo más violencia en los diversos espacios y ámbitos de la vida cotidiana y profesional, ya que, independientemente del espacio en el que estemos, es un espacio susceptible a reproducir algún tipo de violencia.
¿Qué queremos decir con lo anterior? Por ejemplo, cuando se visibilizó el espacio de atención a los embarazos en los hospitales, se reconoció que la violencia obstétrica, es una violencia institucional, en la que se deshumanizan e infravaloran los cuerpos de las mujeres, enfatizando en la jerarquización del personal médico que determina qué se requiere, qué se necesita, de acuerdo con su visión jerárquica, sin considerar las necesidades y/o condiciones de las mujeres en los diversos contextos.
De igual forma, se encuentra la violencia digital, que se ha reconocido con el uso de las nuevas tecnologías en los diferentes campos de estudio y aplicación; este tipo de violencia se refiere a las acciones que vulneran los derechos de las personas por medio de servicios digitales y/o de la inteligencia artificial. Para tratar de combatirla está la Ley Olimpia, que sanciona este tipo de violencia, al menos en 28 estados de la República Mexicana.
Otro tipo de violencia es la vicaria, en la que hijas e hijos de las mujeres son instrumentos para ocasionar dolor sobre todo a sus madres y se puede violentar también a través de las infancias, por lo que, es un tipo de violencia perjudica a las madres y a las infancias. En la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia en 10 estados del país se reconoce esta violencia: Baja California Sur, Ciudad de México, Colima, Estado de México, Guanajuato, Morelos, Nayarit, Nuevo León, Oaxaca y San Luis Potosí.
Mientras que son 12 los estados que además de la ley, también la incorporaron en su Código Penal: Aguascalientes, Campeche, Baja California, Hidalgo, Michoacán, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tamaulipas, Tlaxcala, Yucatán y Zacatecas.
De acuerdo con los datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), de enero a septiembre de 2024, se registraron 2.624 asesinatos de mujeres en México, de los que 598 se investigan como feminicidios, crímenes por razones de género, y 2.026 como homicidios dolosos. Lo anterior refiere que, en promedio hay diez mujeres asesinadas al día, o una cada dos horas. Además, si estas mujeres tienen hijas e hijos, en muchos casos quedan en la orfandad, un tema que aún es poco explorado en nuestro país.
Así, las violencias se van incrementando; ya no sólo se hace referencia a la física, la psicológica, la económica, la patrimonial, y la sexual, sino a la obstétrica, a la digital y a la vicaría. Además de que tenemos el reto de seguir nombrando y visibilizando las diferentes formas de violencias que se presentan cotidianamente.
Por lo que, hay que realizar acciones desde diversas áreas como la de educación para prevenir y eliminar las violencias, así como seguir generando políticas públicas intersectoriales e interseccionales que aborden las diferentes condiciones y necesidades de los territorios para trazar rutas de incidencia, pero también hay que considerar opciones como la generación de entretenimiento sin violencias o el trabajo en comunidades desde la cultura en el que se visibilice la problemática y se generen opciones en conjunto.
Hay mucho por seguir sumando, para que no haya más violencias ni hacia las mujeres, ni hacia ninguna persona o especie.