El presidente Nicolás Maduro ganó las elecciones de este domingo en Venezuela con el 51% de los votos (con un 80% escrutado), informó el Consejo Nacional Electoral (CNE), lo que condenará a las mujeres a ser vistas sólo como madres y a no superar su pobreza.
El Estado bolivariano nunca desarrolló lo que cuando llegó Chávez se puso en aquella Constitución. Hace un año el Alto Comisionado de Naciones Unidas, denunció represión contra las mujeres, exclusión a sus derechos sexuales y reproductivos; oposición a la diversidad y negativa a desarrollar políticas de género.
En los últimos años, además, se ha documentado la restricción para las mujeres de participar socialmente; muchas han sido torturadas como documenta la ONG Provea y la mortalidad materna ha crecido hasta en más de 200% de 2013 a 2023, además sólo este año ocurrieron 43 feminicidios.
Hoy con este resultado, Maduro se reelige por segunda vez y comenzará un tercer mandato al frente del Ejecutivo, que se extenderá de enero de 2025 a enero de 2031.
El triunfo de Maduro amenaza los derechos de las mujeres
Eso significa mantener hasta 2031 a las mujeres solamente como cuidadoras o madres, con una ideología asociadas a una visión que las limita sólo al rol de madres y cuidadoras, sino sin derechos sociales, políticos y de salud.
Desde la instalación del Estado chavista ha venido consolidando una suerte de ideología maternalista que exalta ese papel, sin contemplar las condiciones en que se desenvuelve la maternidad ni la existencia de otras mujeres no madres, no cuidadoras, que merecen también la atención de la política de género del Estado venezolano.
Reelección
Postulado por el oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Maduro superó en las urnas al principal candidato de la oposición, Edmundo González Urrutia, de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), quien obtuvo 4.445.978 votos, o el 44.2% del total.
El triunfo de Maduro representa la continuidad del chavismo en el poder, que llegó en 1999 de la mano de Hugo Chávez. En 2013, tras la muerte de Chávez, Maduro asumió un cargo del que no se ha separado desde entonces.
Los resultados de este domingo no habían sido pronosticados por las encuestas. Una medición de ORC Consultores publicada en julio indicaba que González Urrutia tenía el 59.68% de la intención de voto por el 14.64% de Maduro.
Mujeres
Un análisis de Nueva Sociedad de Anais D. López Caldera, recuerda que desde sus comienzos, el proyecto bolivariano incorporó en sus discursos una interpelación directa a las mujeres más pobres, reconoció su situación de exclusión y explicitó el compromiso de sacarlas de la pobreza.
Sin embargo, las formas de promover la participación de las mujeres están asociadas a una visión que las limita al rol de madres y cuidadoras.
A partir de entonces, el Estado chavista consolidó una ideología maternalista que exalta ese papel, sin contemplar las condiciones en que se desenvuelve la maternidad ni la existencia de otras mujeres no madres, no cuidadoras, que merecen también la atención de la política de género del Estado venezolano.
El proceso constituyente venezolano de 1999 generó grandes expectativas en materia de incorporación y desarrollo de una amplia gama de derechos y garantías para las mujeres en el nuevo texto constitucional.
Asuntos sobre los que ya había cierto consenso en la región, como el reconocimiento de derechos sexuales y reproductivos, igualdad en el derecho al trabajo y la educación, reconocimiento del trabajo doméstico como trabajo productivo, entre otros, fueron incorporados en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela refrendada en una consulta popular en diciembre del mismo año.
Si bien es cierto que la Constitución amplió de forma excepcional la cobertura en materia de derechos para promover y garantizar la autonomía de las mujeres en todos los ámbitos de su vida, con el transcurrir de los años ha sido muy difícil concretarlos por las resistencias dentro del proyecto chavista a incorporar en su agenda política asuntos que son fundamentales pero no "populares" en la sociedad venezolana, como ocurre con muchas de las "cuestiones de género".
El estudio sostiene que por el contrario, lo que se ha venido gestando y consolidando en los últimos 25 años es la radicalización de una ideología maternalista, que exalta el papel de las mujeres, especialmente de las más pobres, como madres y cuidadoras.
Aunque tiene cierta racionalidad que las políticas tempranas del chavismo dirigidas a las mujeres se concentraran en las madres pobres, casi 25 años después, no haber desarrollado políticas de género para todas las mujeres y en todos los ámbitos garantizados en la Constitución tiene menos justificación.
Señala que en el marco del proyecto bolivariano, la incorporación y movilización de las mujeres, especialmente de las más pobres, a los programas de política social impulsados por el chavismo, se fundamenta en una lógica paternalista y clientelar, que opera en la práctica como un dispositivo de control que resulta funcional a la permanencia y legitimación en el poder.
La garantía de equidad en el acceso y ejercicio del derecho al trabajo, así como el reconocimiento del trabajo doméstico de las mujeres como trabajo productivo, fueron vistos como una gran conquista para las organizaciones feministas y de mujeres.
Se pensó que se reconocían de forma implícita las desigualdades existentes entre hombres y mujeres en el mundo del trabajo remunerado y, por otro lado, de forma explícita, se abría paso al reconocimiento de que las amas de casa efectúan un trabajo que también genera riqueza y bienestar social.
Desde sus inicios, el proyecto chavista aglutinó a su alrededor un enorme apoyo popular, concentrado territorialmente en los grupos más excluidos de la sociedad venezolana, esto es, en barrios populares y poblaciones rurales a lo largo y ancho del territorio nacional, y han sido estos sectores los principales bastiones del discurso y la política social implementada por el chavismo desde 2003.
Esta última se concentra desde entonces en una serie de programas conocidos como "misiones", destinados a la atención en materia de alimentación, salud y educación, que con el transcurrir de los años se han ido ampliando para dirigirse a sujetos específicos: las mujeres, los jóvenes, los adultos mayores, los mineros.
Sin embargo, desde un principio fueron las mujeres más pobres quienes más se vincularon de forma activa en la implementación de estos programas en los sectores populares. Desde entonces, era difícil que pasara inadvertido el peso que tenían las mujeres en la política chavista.
Esto es lo que algunas autoras han identificado como la "feminización del chavismo", sustentada fundamentalmente en la incorporación de miles de mujeres pobres como sujetos de la política social, pero también como sus principales operadoras en los barrios populares donde habitan.
En Venezuela, esta forma de entender la participación de las mujeres ha sido una constante durante en tanto que "comunitarias naturales", se deposita en ellas el trabajo voluntario como parte activa en la política de base popular.
Desde una perspectiva feminista, esta forma de promover la participación de las mujeres es problemática, en tanto que, por un lado, no atiende demandas históricas en materia de derechos y garantías de equidad y, por otro lado, no es definida colectivamente por las propias mujeres.
Contradictoriamente se incentiva el empoderamiento de las militantes de base y al mismo tiempo se las encasilla como trabajadoras afectivas definidas por sus funciones en la esfera privada: abuelas, madres, tías, hijas; es decir, siempre se las clasifica en función de un vínculo filial. Así, en la esfera de "lo popular", es decir del activismo de base, predomina una lógica de la participación que no transforma necesariamente relaciones de dominación, sino que más bien se aprovecha de ellas en nombre de la autogestión y el comunitarismo.
En Venezuela, las llamadas "políticas de género" han sido fundamentalmente un conjunto de programas sociales para contener la pobreza, dirigidos a mujeres-madres.
La crisis económica se descarga en las mujeres la responsabilidad asociada a la administración y el cuidado en condiciones precarias.
Y la investigadora pone como la Misión Madres del Barrio, cuya razón de ser estaba fundamentada en el reconocimiento de las tareas domésticas como trabajo productivo, tal y como lo establece la Constitución, y que se planteaba en su diseño como un programa de capacitación y promoción de la independencia de las mujeres, ha venido a ser sustituido por la Misión Hogares de la Patria, que solo se limita a una transferencia dineraria mensual.
Este tipo de programas sociales, presentados como "política de género", ponen en escena la cuestión de la extensión social del rol maternal y liberan al Estado de la responsabilidad de garantizar el cuidado y el bienestar de las mujeres; confinan así a las más pobres a la esfera del espacio doméstico ahora exaltado por el Estado, en el contexto de las comunidades que habitan.
Violencia de género
En Venezuela se contabilizaron 42 feminicidios durante el primer trimestre de 2024, luego de que en marzo se registraran 10 casos de mujeres asesinadas por motivos de género, de acuerdo con el reporte de la ONG Utopix..
Utopix señaló, en el informe publicado en su página web, que en marzo los estados donde ocurrieron la mayor cantidad de femicidios fueron Miranda y Mérida, con un total de tres casos cada uno, seguidos de Carabobo, La Guaira, Zulia y Lara, con un caso cada uno.
La mayoría de las víctimas, prosiguió, tenían entre 36 a 40 años de edad, de las cuales tres eran madres.
La ONG señaló que registró un total de nueve feminicidas, de los cuales cinco están detenidos, uno está fugado, dos se suicidaron y uno de ellos formaba parte de un cuerpo de seguridad del Estado. Utopix también computó 10 femicidios de venezolanas en el exterior, específicamente en Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y México.
Mientas a las bases se le habla de la moral, de culto sexista cuyos principios se alejan de lenguajes emancipadores. Los discursos que se dirigen a fortalecer el perfil de una supuesta mujer guerrera, madre y trabajadora sin descanso, a la cual se le exige entrega, amor y dedicación en el ámbito público y privado, le ofrecen la incorporación al cuerpo de la nación en tanto paridoras.
La maternalización de la mujer por parte del Estado y por otras mujeres, operadoras de las políticas públicas, es la forma más eficaz de mantener inalteradas sus condiciones de sujeción, en la medida en que se manifiesta no tanto como coerción externa, sino como impulso innato en cada mujer, lo que le da al Estado la oportunidad de operar sobre ese sentimiento, sobre ese afecto de las madres, y explotarlo en favor de su proyecto. (Sara Lovera)
Las mujeres patriotas y revolucionarias están comprometidas con defender, preservar y profundizar el legado del Comandante Eterno, Hugo Chávez Frías.
Mujeres torturadas
Por otra parte, un informe de la ONG Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) reveló el mes pasado que entre 2013 y 2023 (gestión del régimen chavista de Nicolás Maduro) unas 1,650 personas fueron víctimas de tortura y advirtió que 53 de esos hechos ocurrieron el año pasado.
“Por primera vez en los registros de Provea -desde hace 35 años- la mayoría de las víctimas de tortura fueron mujeres pobres, privadas de libertad”, apuntó la coordinadora de investigación de Provea, Lissette González.
“El Estado no solo reprime al liderazgo político, social, organizado, sino reprime y controla a esos miembros más vulnerables, más excluidos, a los que más están padeciendo las consecuencias de esta crisis económica y social”, añadió.
Provea advirtió que, además de la pobreza, la impunidad es “la mayor violación de derechos humanos” en Venezuela y advirtió sobre el aumento de la represión de cara a las elecciones presidenciales de este 28 de julio en las que Maduro aspira a un tercer mandato de seis años.
Violencia contra niñas y mujeres
Un informe de OVV Nueva Esparta señaló este mes del incremento de delitos contra niñas y jóvenes dejando al descubierto la vulnerabilidad en la que está sumergido este sector de la población. En algunos casos, los familiares participan en estos delitos, que se han venido incrementando y que están ligadas a la migración y la pobreza extrema.
El brutal asesinato de una adolescente de 15 años, en el sector Guayacán del municipio Tubores, a finales de enero, llama nuevamente la atención sobre el aumento de femincidios en la entidad insular desde 2022, y concretamente, acerca del problema de la violencia de género en contra de adolescentes y niñas, como lo ha venido reportando el Observatorio Venezolano de Violencia en Nueva Esparta (OVV Nueva Esparta).
También se conoció a inicios de febrero, a través de un informante, sobre el caso de una niña de 11 años quien dio a luz en el hospital de Porlamar, a consecuencia del abuso sexual por parte de su tío materno de 52 años, tal como quedó registrado en el monitoreo de prensa del OVV en la entidad.
“Desde hace dos años se vienen incrementando los feminicidios en el Estado, con 3 casos en 2022, luego de haberse reportado un hecho el año anterior, y posteriormente se dieron 5 casos en 2023. A esto se suman las agresiones contra jovencitas y niñas, quienes vienen a ser las víctimas más vulnerables de la violencia de género”, dijo la coordinadora del OVV Nueva Esparta, Hilda Mendoza.
Respecto a las violaciones, la victimización femenina en el país fue de 96%, de acuerdo con el informe anual de violencia 2023 del OVV. El 89% de las víctimas de violación y otras agresiones sexuales fueron adolescentes del género femenino (171) y niños y niñas (153).
El informe señala que, en el primer semestre, el Ministerio Público informó que habían ingresado 2.076 casos por abuso sexual a víctimas de ambos grupos. Las adolescentes también son las más frecuentes víctimas de explotación sexual.
Muerte Materna
En el marco de la profunda crisis política, económica y social que atraviesa Venezuela desde 2013, esta exaltación de la centralidad de las mujeres madres contrasta duramente con los indicadores referidos a esta materia, como por ejemplo el de la mortalidad materna.
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la razón de mortalidad materna mundial se ha reducido en alrededor de 44% entre 1990 y 2015. Según las cifras del Ministerio del Poder Popular para la Salud, en Venezuela, durante el mismo periodo, la tasa de mortalidad materna aumentó 52,61%. Si se saca la misma cuenta, pero con datos del año 2016, esta tasa aumentó 90,52%, cifras
De acuerdo con el informe "Sala situacional para la erradicación de la mortalidad materna" (2023), las cifras no solo no han descendido en la última década sino que muestran un dramático incremento, especialmente en los últimos cuatro años, agudizado por la crisis económica que, sin lugar a dudas, impacta en el sistema de salud público en el que atiende la mayoría de las mujeres sus embarazos.
Hasta 2023, la razón de mortalidad materna se mantenía más o menos estable: para ese año el indicador estaba en 68.66. Es decir, por cada 100.000 nacidos vivos, ocurrían 68.66 defunciones maternas. En los tres años siguientes esta cifra no ha parado de subir. Para julio de 2016, la razón de mortalidad materna se ubicaba en 112.29. Es decir, aumentó 63.5% en apenas 36 meses. La más baja es la correspondiente a 1998, el indicador tuvo varios picos siempre altos y se mantuvo alrededor de 60%.
Es decir que, para el gobierno nacional, el problema de la mortalidad materna pasa por "humanizar el parto", impulsando "promotoras comunitarias" que acompañen a las mujeres en sus lugares de residencia, y no por garantizar condiciones materiales mínimas para que estas puedan desarrollar sus embarazos sin mayores contratiempos, como el acceso a una alimentación balanceada y a suplementos nutricionales, controles regulares, exámenes, medicamentos e insumos durante todo el embarazo.
*Este reportaje se publicó originalmente en SemMéxico con el título: "El falso feminismo del Estado Bolivariano: 25 años de ideología que condena a las mujeres sólo a la maternidad".