Para muchas personas, la Navidad y las fiestas de diciembre son mágicas, algo que esperaban con mucha emoción y entusiasmo. Las luces navideñas, las decoraciones, la música y el ambiente llenan de alegría a quienes disfrutan de esta celebración, sin embargo, esta experiencia no es igual para todas las personas.
Diana Julieth Triviño Ocampo, maestra y psicóloga egresada de la Universidad Autónoma de Madrid, con un enfoque especializado en derechos humanos y prevención de violencia de géneros, explica en entrevista con La Cadera de Eva que ser una persona neurodivergente abarca la diversidad de funcionamientos neurológicos que se alejan de normas sociales construidas típicas, como el autismo, dislexia, discalculia, dispraxia y trastorno de déficit de atención.
“Este concepto desafía las estructuras capacitistas hegemónicas que dictan qué formas de ser son válidas y qué formas de ser no lo son”, explica Diana Triviño. La neurodivergencia cuestiona el enfoque patologizante que históricamente ha reducido las diferencias a trastornos y reivindica la pluralidad de las diferentes formas de experimentar y habitar el mundo.
Según la firma de consultoría Deloitte, en el mundo entre el 10% y el 20% de la población es considerada neurodivergente. De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda del Inegi, en México más de 7 millones de personas tiene discapacidad o sufre algún problema o condición mental, del total 1.5 millones tiene una condición mental y más de 900 mil personas tienen dificultad al comunicarse.
Ser neurodivergente durante las fiestas de diciembre
Algunos de los desafíos que enfrentan las personas neurodivergente durante las festividades implican la exposición a contextos con mucha carga sensorial como multitudes, ruidos fuertes y luces y expectativas sociales sobre cómo se deben vivir estas fechas. La normalización rígida de una única forma aceptable de vivir ignora las dinámicas individuales de las personas neurodiversas, lo que puede provocar exclusión.
“Pueden no sentirse parte o pueden no ser incluidas en estas actividades o pueden estar enfrentando por esto mismo una presión muy fuerte de adaptarse a las normas de las personas neurotípicas y esto puede ser muy agotador para las personas neurodivergentes”. (Diana Triviño)
Es necesario buscar estrategias que respeten las necesidades de las personas neurodiversas y que al mismo tiempo creen espacios aptos para todas las personas desde la reflexión, de lo contrario se perpetúan prácticas violentas y capacitistas que imponen una única forma de experimentar la vida.
“Existe mucha culpa asociada a los límites que puedan poner las personas neurodivergentes y esto responde a las expectativas capacitistas que valoran la conformidad por la autenticidad. (Es imprescindible) ser quienes somos y darle lugar a las necesidades que estamos viviendo independientemente de lo que la sociedad considere como normal o mejor”.
Asimetrías en las mujeres de la neurodiversidad
En México no existen cifras precisas sobre la cantidad de personas que forman parte de la neurodiversidad, esto debido a que no existe una cultura de diagnóstico que identifique a las personas neurodivergentes a temprana edad, especialmente para las mujeres, quienes suelen ser diagnosticadas hasta la adultez, revelan diferentes estudios.
“Yo no entiendo porque hay tantas cosas que hacer y cómo todos saben qué eso debe hacerse”. “En navidad no me gusta ir con mi tía porque hay mucha gente y son tantos ruidos, tantos estímulos, gente que se acerca a hablar y quieren seguir la platica pero no entiendo cuando seguirla o no”. “A veces las personas insisten en que te integres a pesar de que les dices que no quieres”. Esta es la experiencia de Paulina durante las fiestas de diciembre, una mujer neurodivergente de 24 años con diagnóstico tardío.
Las mujeres neurodivergentes enfrentan mayores desafíos debido a las expectativas de género como la carga o sobrecarga emocional exacerbados por los roles tradicionales de cuidado, pero también las expone a dinámicas de exclusión y discriminación que se amplían a otras categorías identitarias como las personas de la comunidad LGBTQ+ y personas que no se identifican dentro del género binario.
Algunos desafíos adicionales que enfrentan las mujeres y personas con otras categorías identitarias durante las festividades por la reafirmación de los valores tradicionales son la invisibilización e invalidación de la identidad de género, una doble exclusión debido a la neurodivergencia, violencia simbólica y emocional, y masking, un fenómeno frecuente que implica ocultar características de la persona para encajar en un determinado entorno social para no sufrir discriminación, violencia o no generar conflictos familiares.
La reproducción de los roles tradicionales puede generar ansiedad y aislamiento.
“Un reto común para las mujeres y otras categorías identitarias es el acceso a entornos donde podamos expresar nuestras identidades libremente sin ser sometidos a discursos patologización constante por justificar su existencia y sus necesidades”.
Hacia la integración de la neurodiversidad, una lucha en colectividad
Generar entornos inclusivos y cómodos desde una perspectiva comunitaria y feminista: las familias y amigos podrían generar entornos inclusivos sin imponer expectativas. Se deben construir espacios juntos basándose en acuerdo que respondan a las necesidades particulares de cada individuo.
Reconocer las necesidades de cada persona para generar estos espacios: es importante preguntar activamente con anterioridad las necesidades de cada individuo. Una pregunta clave para llegar a acuerdos comunitarios es “¿cómo prefieren participar habilitar espacios tranquilos?”.
Eliminar la presión de tener que cumplir con roles sociales: no ejercer presión sobre las personas neurodivergentes por cumplir con expectativas sociales o tener que cumplir con expectativas sobre cómo se deben de vivir la sobreestimulación.
Preguntar qué es lo que genera la sobreestimulación: si existen momentos de incomodidad por sobreestimulación es importante preguntar qué es lo que la provoca para llegar a acuerdos.
“Es importante preguntarnos si estamos naturalizando una manera de vivir de estas formas o estamos naturalizando una manera de sentir el mundo”.
¿Qué puedo hacer durante las fiestas de diciembre si soy neurodivergente?
Establecer e implementar límites sin culpabilidad es una acto de cuidado y de resistencia frente a las imposiciones sociales. Diana Triviño explica que esto permite resignificar el límite como un acto de derecho para las personas neurodivergentes. “Yo pensaría que podría ser una una línea de pensamiento que nos ayude a cuestionar esa culpa, cómo se intersecta el género y la neuro divergencia durante estas fechas”.
Algunas recomendaciones para establecer límites y promover el autocuidado son las siguientes:
Autorregulación: para manejar la sobrecarga sensorial contar con espacios de tranquilidad y buscar pausas puede ayudar a regular los sentimientos de incomodidad.
Tomar intervalos de distancia: no es necesario estar reunidos o en lugares donde que provocan la estimulación, pueden haber intervalos de distanciamiento y otros de convivencia en esta construcción colectiva acordada previamente en donde se reconoce con anterioridad que eso podía pasar y hay entendimiento por parte de la colectividad.
Uso de herramientas que aislen los factores sobre estimulantes: como auriculares que cancelan el ruido y gafas de sol en momentos en los que hay contaminación lumínica.
Crear redes de apoyo: buscar alianzas dentro de estos espacios familiares, identificar a quiénes pueden proveer de acompañamiento de una manera más comprensiva para legitimar el derecho de cada individuo a vivir y sentir el mundo de otras formas.
“Debemos revalorizar el derecho que tenemos a vivir estas fechas desde nuestro propio ritmo, autenticidad, priorizando espacios y relaciones que realmente respeten nuestras necesidades”.
Si quieres conocer más al respecto te recomendamos escuchar el siguiente episodio de El Podcast de Eva: