¿Ejerces tareas de cuidado con tus colegas en la oficina?, o ¿te suena familiar compartir una idea, que sea ignorada y que cuando un compañero la repita se lleve los elogios en la junta? Esto es sólo un primer acercamiento a una serie de comportamientos machistas a los que se enfrentan las mujeres al interior de sus trabajos.
Algunos de estos comportamientos son realizados con tanta sutileza que son difíciles de identificar y por lo tanto de erradicar. Hablamos de los micromachismos, una serie de acciones -muchas de ellas inconscientes- que replicamos y que tienen como objetivo perpetuar los roles de género en la vida pública y privada.
En nuestro país las mujeres se han apropiado del mercado laboral desde el 2005, y a partir de este año, el número va en ascendencia, ocupando el año pasado un 46.7% de los trabajos, de acuerdo con el Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO). En promedio, 9 mil pesos mensuales que recibe un hombre, una mujer percibe 7 mil 837, una diferencia importante por la misma cantidad de trabajo, apunta la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo.
Como si luchar por la equidad salarial no fuera un trabajo titánico, en las empresas las mujeres también enfrentan una serie de obstáculos, comentarios machistas, hostigamiento y dificultades para crecer laboralmente en nuestro país.
¿Cómo podemos identificar estas prácticas y comenzar a erradicarlos? Esta es una serie de claves que serán de ayuda para tu espacio laboral y paralelamente, abren la posibilidad de reflexionar si alguna vez has ejercido un micromachismo en contra de tus colegas.
- Cuestionar a las mujeres de sus hijxs y trabajo del hogar
“¿No deberías de estar cuidando a tus hijos?”, esta es una de las preguntas que sus colegas periodistas le hacían a Martha Citlalin Ramos, actualmente directora de la Organización Editorial Mexicana.
El cuestionar a una mujer de ocupar espacios laborales y hacer contrapeso con sus labores de cuidado es una de las representaciones más palpables de machismo dentro del trabajo.
En este sentido, es necesario evitar cuestionamientos de este corte, pues además de la intrusión que esto representa, también abona a la estigmatización de las "mujeres egoístas".
¿Y quiénes son las “mujeres egoístas”?, aquellas que priorizan su trabajo, que dedican más de su trabajo a la construcción de su familia y que escapan de la jornada de trabajo no remunerado.
Una de las lecciones más poderosas de esto es generar discursos que conviertan el egoísmo femenino -en el mejor sentido de la palabra- en una emancipación, algo que “Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres” escrito por Marcela Lagarde definió, señalando la importancia de entender a las mujeres de manera autónoma y no como personas “hechas para otros”, pues su sentido de la vida no es ser de utilidad para otros.
En este ejemplo, entendemos que las mujeres que dedican su tiempo al trabajo y a crecer profesionalmente no representa incompletud.
“Las personas para las que vivimos no deben de ser más importantes que nosotras. No sólo se trata de un vínculo de dependencia, sino que los otros ocupan el centro de nuestra afectividad, pensamientos, sentido del trabajo … de la superioridad” (Marcela Lagarde)
De pactos y aplausos
Imagina que estás en una junta de trabajo y estás por proponer algunas ideas que te tomaron horas de meditación creativa. Estás segura que tus ideas serán bien recibidas en tu reunión, sin embargo, cuando las expones a nadie parece interesarle lo que dices, algunos de tus compañeros toman el celular o prefieren mirar hacia otro lado. Acto seguido, tu compañero retoma tu misma idea, modifica algunas palabras y adorna otras, ¿el resultado?: La junta está maravillada con la originalidad de tu compañero.
¿Te suena familiar este escenario? Cansada de esta situación, una mujer llamada Nicole Gugliucci decidió exponer en twitter la situación y nombró al término hepeating que significa “él repite”, un fenómeno que estallaría hace unos años por la cantidad de historias compartidas por mujeres que habían vivido lo mismo.
Más allá de la apropiación de las ideas / creatividad, esto se trata de una validación colectiva que bien podría responder al pacto patriarcal: él merece recibir mayor atención cuando habla.
¿Cómo defenderse de esto? Retomaremos un ejemplo de lo que sucedió en la Casa Blanca, cuando la periodista Julie Eilperin fue entrevistada por el Washington Post para hablar de esto. En esos años Barack Obama era presidente y su consejería era mayoritariamente masculina, el hepeating era una práctica común, por lo que hizo uso de una de las herramientas más poderosas: la unión.
Comenzó a hablar con sus compañeras de la situación y todas percibían el mismo fenómeno o lo habían vivido, por ello, comenzaron a tejer una alianza donde cada que estaban en una reunión hablaban en cadena destacando ideas las unas a las otras, daban el crédito a lo que decía su compañera y lo retomaban en sus exposiciones. Sólo así, se hizo una barrera impenetrable donde quedaban claro: esas ideas les pertenecían.
¿Lista para unirte con tus compañeras y cortar el hepeating?
Interrupciones y explicaciones innecesarias
Este escenario es común: ¿tus compañeros te interrumpen innecesariamente cada vez que hablas? Esta práctica se conoce como “manterruption” y en español, interrupción masculina.
Esta práctica consta de intentar poner a prueba tus conocimientos, interrumpirte para explicar cosas que ya has dicho o intentar explicarte temas de tu propio trabajo (¡aunque sea tu proyecto!). Este micromachismo se recrudece porque tiene una validación patriarcal o bien, viene desde superiores.
La Universidad de Stanford realizó una investigación titulada “Gender and the Dynamics of economic seminars” hace dos años para indagar en esta práctica y encontró que a las mujeres se les interrumpe con más incidencia a la hora de realizar presentaciones y al termino, son quienes reciben el mayor número de preguntas en dos sentidos: hostiles o condescendientes
Para esto, te recomendamos seguir en tus redes a Katie (@kaytuc) una abogada que, cansada de estos comportamientos, ha realizado una guía de consejos que a ella le han sido de gran utilidad. En el caso de las interrupciones, la abogada explica que sus respuestas con tajantes y concisas, evita sonreír cuando la intentan infantilizar con las preguntas y repite la información seguido de un “como mencioné con anterioridad en la diapositiva X…”, para dejar claro su proyecto y exponer las preguntas innecesarias de sus colegas.
Y hablando de infantilizar…
Infantilizar y desvalorizar tu trabajo
Gloria Piña, periodista de investigación y ganadora del primer lugar en el Premio Breach / Valdez de Periodismo y Derechos Humanos 2022 por su investigación "Las sobrevivientes, olvidadas por la justicia”, compartió en entrevista con La Cadera de Eva que uno de sus principales retos a los que se enfrenta es la desvalorización de su trabajo a través de lenguaje condescendiente que la infantilizan.
¿Cómo te refieres a tus compañeras en el trabajo?, este es uno de los ejercicios más importante para comenzar a deconstruir esta clase de prácticas. Es necesario despojarnos de frases como “la niña”, “la jovencita”, “la muchachita”, “corazón”, pues este lenguaje refuerza la relación de poder.
Aunque pueda parecer inofensivo, la realidad es que esto corresponde al poder autoafirmativo, en otras palabras, este tipo de poder se caracteriza por colocar en la inferioridad a otra persona, normalmente, mujer a través de frases que la infantilicen, la relacionen a la inexperiencia o descalifiquen su trabajo.
A manera de autodefensa, no permitas que se dirijan a ti en este tono, pide que te llamen por tu nombre y lo más importante para luchar contra el machismo en tu oficina es saber que eres merecedora de ese espacio, algo que Gloria Piña concluye de la siguiente manera:
“Debes saber que eres merecedora de ese espacio, no permitas que se ejerzan prácticas edadistas e infantilización en tu contra, recuerda que tu profesionalización es igual de válida que la de tus colegas.”