Entre luces de neón, grandes ciudades, maquillajes futuristas y mujeres adolescentes como protagonistas, Petra Collins construiría su estética fotográfica a la edad de 15 años, logrando convertirse en una de las diseñadoras más importantes por su trabajo fotográfico que recuerda a una sociedad distópica.

¿Esta clase de fotografía te recuerda a alguna serie? Originaria de Canadá, Petra Collins -quien ahora tiene 30 años- se ha abierto camino dirigiendo campañas para grandes casas diseñadoras y también, como directora de videoclips, entre los que destaca Brutal de Olivia Rodrigo. 

En 2019, a sus 26 años, recibiría una llamada importante del director Sam Levinson, quien le explicaría que se encontraba trabajando en su último gran proyecto y que no podía evitar imaginarla con el sello Collins. 

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La oportunidad estaba en la puerta y Petra Collins, emocionada con este gran proyecto, tomaría el primer vuelo a Los Ángeles y pondría manos a la obra para construir todo un mundo inspirado en la juventud, la rebeldía, la sexualidad y las grandes ciudades estadounidenses. Su trabajo le tomaría en total 5 meses. 

Tras todo ese trabajo, tendría una entrevista con el equipo de Euphoria quienes cortarían el vínculo laboral alegando que era imposible que ella continuara trabajando ahí y que tampoco podría dirigirla por ser demasiado joven. 

Petra Collins salió de Los Ángeles y asumió que las propuestas que había presentado no serían tomadas en cuenta puesto que habían prescindido de sus servicios. Tiempo después, mientras caminaba por las calles se encontró con un espectacular que anunciaba el gran estreno de la serie Euphoria, la fotografía, los colores y toda la estética era suya.   

“Era una réplica casi exacta de mi trabajo” (Petra Collins)

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Todo este testimonio fue dado por la misma diseñadora durante una entrevista con la revista digital Punkt donde no sólo expuso la situación, sino también, lo doloroso que fue para ella el tener que cambiar todo su trabajo que por años había perfeccionado, pues con el boom de Euphoria, las personas comenzaban a señalarla de plagiar o de intentar hacer un trabajo similar al del equipo de Levinson. 

“Fue muy intenso para mí, porque esta es la estética que construí toda mi vida, y ahora tengo que cambiarla, porque entra en la corriente principal y me la han quitado. Lo peor fue cuando la gente, sin saberlo, decía que este programa se parece a tus fotos”, explicó para Punkt.

El robo de propiedad intelectual: ¿qué es el hepeating?

El caso de Petra Collins no es aislado; el robo de propiedad intelectual es una de las herramientas extractivistas del sistema. Retoman el arte, la imaginación, la literatura, la poesía y las creaciones de las mujeres para después, recibir incentivos económicos y sociales, es decir, se apropian del trabajo de la mujer en lo privado y lo exponen en lo público, algo que Lucero Ibarra acota en su obra “Muses, impostores and embroiderers: intellectual property from a feminist perspective”.

Hepeating”, este es el nombre que un grupo de mujeres decidieron nombrar a la práctica en la que un hombre ignora las ideas / propuestas / trabajos de una mujer para después, retomarlo y llevarse todo el crédito por su supuesta aportación.

El hepeating es un juego de palabras anglosajón que significa “he” (él) “repeat” (repite) y aunque es un término relativamente nuevo, en realidad, deviene de una historia de robo e invisibilización intelectual

En el caso de Petra Collins, su despido injustificado corresponde a una práctica de machismo donde, desde una relación de poder, se hace uso del trabajo e ideas de las mujeres; son el sostén de diversos espacios laborales, sin embargo, no ocupan cargos directivos y tampoco perciben el mismo salario que sus congéneres, esto último lo explica la abogada Sandra Ferrer en “¿Hepeating, bropriating o simplemente robo intelectual?”. 

¿Y sabías que además con estas prácticas, también cuidan al interior de sus áreas de trabajo? Sigue esta lectura con nuestro artículo " Hombres ganan 10 mil pesos más que mujeres: ¿cómo lograr igualdad salarial?"

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Esta clase de prácticas vulneran y niegan a las mujeres su posición en el mundo como creadoras, ¿es el hepeating un tipo de violencia? La respuesta es sí, y se encuentra contenida dentro del concepto de micromachismo -que de micro, no tiene nada-. 

Esta práctica se encuentra tan arraigada a nuestra cultura laboral que se vuelve difícil luchar contra ella, es difícil defender tus ideas, tu trabajo y levantar la voz cuando alguien más hace uso de tu creatividad, sin embargo, la revolución comienza a ponerse en marcha cuando se habla de la situación y se expone el robo de propiedad intelectual; el silencio ya no dará comodidad a quienes lucran con el intelecto de las mujeres

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Moira Perez acota en “Violencia Epistémica: Reflexiones entre lo invisible y lo ignorable” que, sortear las estructuras patriarcales no es una tarea sencilla, pues hablamos de un poder autoafirmativo donde los varones tienen la facultad -autoridad- de ejercer el extractivismo sobre el trabajo de las mujeres con total impunidad.

En el caso de Petra Collins, aunque hablamos que se le extendió un reconocimiento por su trabajo por parte del equipo de producción, su retribución fue injusta, algo que Moira Pérez explica como el “extractivismo epistémico”, donde la idea del valor está presente, pero no el derecho a la dignidad de quien lo produjo.

“La noción de violencia epistémica se refiere a las distintas maneras en que la violencia es ejercida en relación con la producción, circulación y reconocimiento del conocimiento: la negación de la agencia epistémica de ciertos sujetos, la explotación no reconocida de sus recursos epistémicos y su objetificación, entre muchas otras. En los procesos de extractivismo, entonces, existe una idea del valor de aquellos conocimientos, pero no del valor, los derechos o la dignidad de quienes los produjeron”. (“Violencia Epistémica: Reflexiones entre lo Invisible y lo Ignorable”, Revista de Estudios y Políticas de Género)