En los últimos años en México, como en otras partes de América Latina, los debates públicos sobre los cuidados se han extendido cada vez más. Gracias a ello, van emergiendo nuevos espacios, prácticas e instancias en donde se discute la gran importancia y el valor de cuidar de las vidas individuales y colectivas. Y de hacerlo sin reproducir desigualdades ni injusticias de género, sociales, intergeneracionales, de clase, entre otras más.
Dentro de estas múltiples conversaciones considero que nos hace falta hablar con mayor fuerza de un tipo de cuidado en particular: el cuidado a nuestros sufrimientos de todo tipo; pero específicamente, cuando cursamos una enfermedad grave, crónica o aguda, o incluso, cuando estamos al final de nuestra existencia. O cuando cuidamos a alguien que atraviesa por alguna o todas estas etapas y después de ello, se abre un proceso de duelo que también precisa cuidados, cuidar y cuidarnos.
Así me lo permite comprender la doctora Adriana Templos. Ella es médico cirujana anestesióloga, con curso de Alta Especialidad en Medicina del Dolor y Cuidados Paliativos. Igualmente es maestra en Bioética y en Educación. También es profesora titular de la Especialidad de Medicina Paliativa de la UNAM, así como de la Maestría de Bioética, Universidad Anáhuac México.
Actualmente es miembro de la mesa directiva de la Asociación Latinoamericana de Cuidados Paliativos y Presidenta Electa del Colegio Mexicano de Cuidados Paliativos y Soporte. Es decir, es una mujer y una profesionista que busca impulsar y sostener estos cuidados en distintos frentes sociales, académicos y políticos.
Además, la doctora Adriana Templos es una persona comprometida. Ella me comparte en una breve pero potente entrevista para esta columna diversos conocimientos y reflexiones sobre este tipo de cuidados, en particular, en el ámbito de los cuidados paliativos. Como ella me indica, los cuidados paliativos están dedicados a atender “a los pacientes y las familias que tienen alguna enfermedad que pueda amenazar o limitar la vida”.
De esta manera, los cuidados paliativos se despliegan como un equipo “multi y transdisciplinario con médicos, enfermeras, psicólogos, trabajadores sociales, rehabilitadores, nutriólogos, entre otras disciplinas”, me comenta la doctora Adriana.
Así, puede tejerse un entramado de cuidados diversos que permiten aliviar el sufrimiento de las personas que cursan una enfermedad que lastima o pone en riesgo su vida.
Un alivio que también involucra la atención de aquellas y aquellos que les cuidan y les acompañan en el ámbito familiar e institucional; y que tiene “un enfoque holístico”, me menciona la doctora Adriana, “esto es, basado en aspectos físicos, sociales, emocionales y espirituales”.
Es así que desde un acercamiento integral los cuidados paliativos no atienden enfermedades sino a personas; quienes, además, no se consideran solas o aisladas, sino entretejidas en familias, comunidades e instituciones.
De esta forma, el alivio multidimensional del dolor que los cuidados paliativos buscan proveer, también cuida y dignifica la existencia individual y colectiva. Incluso, de quienes brindan profesionalmente estos cuidados. Porque, como indica la doctora Adriana:
“Yo decidí dedicarme a esa disciplina por dos razones en especial. Primero, porque me di cuenta de que las personas atraviesan mucho sufrimiento y no hay una disciplina que pueda brindarles la calidad de vida que se merecen y la muerte es un proceso de dignidad. Y también porque el hacer esta tarea me dignifica a mí como persona o como ser humano”.
En ese sentido, los cuidados paliativos también nos muestran que nuestras vidas son interdependientes unas a las otras, y que el bienestar general, incluso ético también depende de estas conexiones que nos permiten vivir y partir del mundo de la manera más humana posible.
Además, una de las grandes virtudes de los cuidados paliativos es que pueden brindarse en “diferentes escenarios, como en los hospitales, en unidades de primera atención, en los domicilios o en las áreas de urgencias”, me comenta la doctora Templos. Sin embargo, a pesar de su importancia, flexibilidad y adaptación, en México todavía queda mucho por hacer.
Como esta especialista reitera con preocupación, en nuestro país, sobre cuidados paliativos, “aproximadamente tenemos un déficit del 79% de los requerimientos que realmente deberíamos tener. Hay pocas instituciones que están brindando este tipo de atención. Aproximadamente 120 instituciones a lo largo de todo el país. Y para los niños, aproximadamente, entre seis y nueve instituciones”.
Así, hay una gran cantidad de sufrimiento que en México sigue sin ser comprendido, ni atendido, ni aliviado, ni acompañado.
Por eso es tan importante los diferentes esfuerzos que se impulsan y sostienen todos los días en tierras mexicanas para hacer realidad estos cuidados. Donde, un ejemplo de ello, es el Colegio Mexicano de Cuidados Paliativos y Soporte, constituido por “un grupo interdisciplinario y plural de profesionales de distintas áreas que estamos comprometidos con el alivio del sufrimiento y el alivio de la calidad de vida en todas las etapas”, como me cuenta la doctora Templos.
Para cumplir con este propósito, desde El Colegio se realizan diferentes actividades que impulsan de manera integral a los cuidados paliativos en nuestro país: se construyen y ponen en práctica “propuestas innovadoras de atención integral”, se realizan distintos proyectos de investigación y docencia, al igual que se tejen y sostienen puentes, acciones y gestiones para crear y mantener políticas públicas al respecto.
“Todo esto bajo un marco de colaboración, ética, compasiva y humana”, me indica la doctora Templos, que hace de los cuidados paliativos una forma de ser, de estar y de vincularnos en el mundo.
En ese sentido, bajo el marco del Día Mundial de los Cuidados Paliativos, celebrado cada 11 de octubre, El Colegio retomó sus encuentros para retejer y consolidar muchos de los esfuerzos hechos desde la academia, la sociedad civil, el sector salud, entre otros.
Encuentros que configuran caminos, finaliza la Dra. Tempos, para crear una red de cuidados que pueda hacer “realidad la promesa al derecho a los cuidados paliativos en México para todas las personas y pacientes que lo necesitan, como un derecho humano”. Y así, poder cuidar y aliviar nuestros sufrimientos en todas las etapas de nuestras vidas, desde su inicio hasta que termina.