La mayor inspiración de Yuteita Valeria Hoyos Ramos, mujer indígena mixteca y defensora de derechos humanos, es la historia de su familia y la historia de su comunidad, Santa Catarina Tlaltempan, Puebla.
Yuteita Hoyos es Coordinadora General de la Red Nacional de Abogadas Indígenas,, por lo que su labor dentro de la organización social lleva la huella de observar las múltiples violencias que han vivido y continúan viviendo mujeres indígenas, incluyendo su madre y abuela, pues las mujeres de su comunidad, al igual que muchas otras en el país, han experimentado discriminación, racismo, exclusión y manipulación por ser personas indígenas.
Este 5 de septiembre, en el Día Internacional de la Mujer Indígena, las vivencias de Yuteita Hoyos, son un llamado a la resistencia y la lucha por el reconocimiento de los derechos de las mujeres indígenas como líderes políticas, inspirada en figuras como Bartolina Sisa, una revolucionaria queaymara que en 1782 encabezó, junto con Túpac Katari, una de las mayores rebeliones indígenas contra el dominio colonial español en el Alto Perú —hoy Bolivia—, y que fue brutalmente ejecutada por las autoridades coloniales, convirtiéndose en símbolo de resistencia.
“El 5 de septiembre se vuelve este gran lazo que nos hermana a las mujeres indígenas de todas las latitudes del mundo, donde seguimos resistiendo juntas”.
Más que guardinas de la cultura
Cuando el mundo mira a México y celebra su diversidad cultural, sus colores y sabores, en realidad contempla el trabajo y la resistencia de mujeres mixtecas, mayas, mixes, tzotziles y de muchos otros pueblos, que sostienen y enriquecen la cultura. Sin embargo, esa visión idealizada se confronta con la realidad cuando las mujeres indígenas son celebradas virtualmente, y abandonadas en la estructura del Estado.
Y es que para Yuteita Hoyos, en México se continúa reproduciendo la idea de que las mujeres indígenas son “guardianas de la cultura, de la gastronomía, de la lengua, de la indumentaria”, y aunque Yuteita afirma que esto es “verdad, es cierto y estamos orgullosas de ello”, aún no se reconoce su capacidad de dirigir, liderar y administrar.
“Tenemos la capacidad de ser sujetas políticas que pueden dirigir, que pueden liderar, que pueden administrar. Hay un sinfín de perfiles, un montón de compañeras que pueden ocupar cargos y que no se les otorgan”.
Desde su perspectiva, la imagen de las comunidades indígenas se ha instrumentalizado desde un enfoque folclórico, pero sus voces requieren ser escuchadas seriamente en peticiones, análisis y reflexiones sobre sus derechos.
La abogada señala que a pesar de ser valoradas por su papel cultural, cuando sus voces necesitan ser escuchadas de manera seria “no somos tan bien aceptadas ni tan bien posicionadas”.
El conflicto con el Año de la Mujer Indígena
Aunque en 2025 la presidenta Claudia Sheinbaum declaró este periodo como el Año de la Mujer Indígena en México, Yuteita Hoyos señala que ello no garantiza, en los hechos, un beneficio real ni la construcción de una estructura política y social que respalde a las mujeres indígenas.
Y es que los datos son claros: según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2021 (ENDIREH), del Inegi, el 67.7% de las mujeres indígenas han sufrido violencia de género a lo largo de su vida.
Para Yuteita Hoyos Ramos, aunque esta es una cifra relevante por rebasar la mitad de la población encuestada, es probable que sea una subestimación, ya que estas encuestas no recaban la violencia racista que se intersecta con la violencia de género.
Yuteita Hoyos explica que la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, por ejemplo, no intercepta el hecho de ser mujer e indígena. Si se incluyera la variante de violencia racista —por la vestimenta, apariencia, el color de piel o la lengua,— seguramente el número de mujeres indígenas que ha vivido violencia aumentaría considerablemente.
El Año de la Mujer Indígena no ha logrado frenar las múltiples denuncias de derechos humanos hacia mujeres indígenas.
Retos y brechas por cerrar
Para Yuteita Hoyos, uno de los principales desafíos está en la falta de voluntad política, sobre todo de los gobernantes. Aunque reconoce que existe una agenda de derechos de los pueblos indígenas, señala que muchas veces esta se reduce a rituales o actos simbólicos que no abordan de fondo la violencia que enfrentan las mujeres indígenas en esos mismos espacios.
El 1 de septiembre, las nuevas ministras y ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), entre ellos Hugo Aguilar Ortiz, primer presidente indígena de la corte, iniciaron una nueva etapa con una ceremonia de purificación y el paso del bastón de mando, en alusión a las llamadas “ceremonias tradicionales”.
Yuteita detalla que a pesar de ser útiles para discursos y campañas gubernamentales, cuando las mujeres indígenas buscan defender sus recursos como el agua y los ríos, son despojadas. “Pareciera que en el en reconocimiento de derechos humanos de los pueblos indígenas las mujeres quedamos invisibles, quedamos fuera”.
La interculturalidad, aunque presente en políticas públicas, no es suficiente porque no reconoce las desigualdades estructurales que viven los pueblos indígenas, y con mayor énfasis las mujeres, por ello, Yuteita enfatiza la necesidad de posicionar una perspectiva antirracista en toda la política pública del Estado.
“Si no nos organizamos, si no estamos juntas y no mostramos esta fuerza colectiva de mujeres indígenas, las cosas no cambian”.