Desde las montañas de Ayutla Mixe, Oaxaca, hasta las páginas de los principales medios intelectuales en México, la trayectoria de Yásnaya Elena Aguilar Gil (1981) es un mapa de resistencias. Lingüista, escritora y activista ayuujk, su voz se construye con la claridad de quien defiende lo sagrado: las lenguas indígenas no son solo sistemas de comunicación, si no formas de habitar el mundo.
Egresada de la UNAM como especialista en Lengua y Literaturas Hispánicas y con una maestría en Lingüística, Aguilar Gil ha convertido su carrera en un puente entre el conocimiento académico y la lucha comunitaria. Su trabajo en la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova, en Oaxaca y su vinculación con el Colegio Mixe (colmix), un colectivo de jóvenes mixes dedicado a la investigación y difusión de la lengua, revelan su compromiso de investigar con rigor y devolver ese saber a los pueblos originarios.
Columnista en El País y colaboradora en Gatopardo, Revista de la Universidad de México, Tierra Adentro, Nexos y Letras Libres, su pluma desafía las narrativas hegemónicas. En su blog #Ayuujk en Este País y en cada intervención pública, desmonta mitos sobre la identidad, la llamada inclusión y el feminismo.
En esta entrevista, la pensadora mixe navega por los debates contemporáneos sobre la identidad, la pérdida y la adscripción indígena; su rechazo a un feminismo colonialista hasta las enseñanzas antipatriarcales de las mujeres de su comunidad.
Aunque quizá lo más revelador es su mirada sobre la pérdida y la reconstrucción de la identidad. La duda sobre si “es suficiente indígena”, es en sí misma un producto del Estado. Sería revolucionario adscribirse sin pedir permiso y empezar a recuperar lo que nos arrebataron, dice a La Cadera de Eva.
¿Qué opinas sobre la declaración del Año de la Mujer Indígena en el actual gobierno de Claudia Sheinbaum?
Bueno, creo que es muy interesante y preocupante también. No solamente en este sexenio, sino en otros, se ha visto que la respuesta a ciertos problemas o situaciones es poner a una mujer indígena de manera simbólica. Se quita la estatua de Colón y se va a poner una mujer indígena; hay problemas en la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), se va a poner a una mujer indígena. Ha sido una especie de uso simbólico de esa categoría.
Es muy interesante cómo las imágenes y símbolos utilizados para representar el Año de la Mujer indígena son de mujeres que no vivieron la opresión colonialista y que no fueron mujeres indígenas en su tiempo, porque ese término surge después de la colonización. Esto me parece muy interesante.
Es una forma en que el gobierno utiliza a los pueblos indígenas de manera simbólica para ciertos fines, pero al mismo tiempo se siguen operando proyectos que atentan contra los territorios de los pueblos indígenas.
En ese sentido, has mencionado que existe una trampa en la inclusión. ¿Podrías explicar esta idea?
Yo creo que hay una trampa siempre en la inclusión. La trampa es la direccionalidad de la inclusión. ¿Quién incluye a quién?. Si tú pretendes incluir a alguien es porque tienes el poder de hacerlo y el otro no.
Yo pensaría más bien en cómo generamos una utopía en la que no me tengas que incluir, sino que sea diversa de por sí. Y tal vez en ciertos espacios tú me incluyas, pero yo en otros. Pero es bien interesante a qué nos queremos incluir, a instituciones que son por definición coloniales. Esa es una pregunta que dejo ahí.
¿Qué formas de lucha has aprendido de las mujeres de tu comunidad mixe?
He aprendido muchas cosas. Una, por ejemplo, que tiene que ver con lo comunitario. Es decir, que estas luchas no se pueden hacer en soledad, sino en colectivo, junto con otras mujeres, junto con entidades colectivas.
Por otro lado, me han enseñado que luchar contra el patriarcado implica también defensa del territorio y luchar contra el capitalismo y contra la violencia patriarcal. O sea, que patriarcado y capitalismo son lo mismo.
También me han enseñado que estas luchas se pueden expresar desde los cuidados de la vida y que pueden estar expresadas en muchas lenguas que no son las lenguas hegemónicas y que la relación con el territorio es fundamental en estas luchas.
Has comentado que no te identificas con el feminismo. ¿Cuál es tu perspectiva al respecto?
No quisiera sonar antifeminista, para nada. Creo que todas las luchas antipatriarcales son importantes. Pero creo que es importante ver que hay otras luchas antipatriarcales que no son el feminismo. Que no vienen de una tradición de libros, que están fraseadas en lenguas hegemónicas y que tienen ciertas agendas de lucha.
Hay muchas agendas de lucha antipatriarcales y no todo es, no todo viene desde el feminismo. Me interesa que el feminismo se ubique como una entre más luchas antipatriarcales para que pueda tener una visión no colonialista.
¿Cómo equilibras tu trabajo como activista y escritora con tus necesidades personales y bienestar emocional?
No sé si lo he logrado equilibrar. Estamos en un contexto en el que es muy difícil pensar que la salud mental solo es responsabilidad de nosotras, sino de los entornos, las realidades materiales, etcétera. No sé si lo logro equilibrar, creo que hay momentos en mi vida que un poco más que un poco menos. Pero siempre trato de regresar, por ejemplo, lo más que puedo a la tierra y al territorio. Eso a mí me sana mucho.
¿Qué te inspira y motiva a seguir adelante en la lucha?
Yo creo que siempre la colectividad. Esos procesos que están ahí con las amigas, con las personas que queremos. Y también mi relación con los bosques, con los territorios. Es algo que me da impulso para luchar.
Pero además, esta lucha no tiene que ser individualista desde un punto de vista de liderazgo o de heroísmo personal. Más bien me pienso como una parte de una red más integrada de lucha. Y que cuando necesite descansar pueda descansar para poder seguir después.
¿Cómo describirías tu relación con la lengua Ayuujk?
Yo siempre digo que uno no tiene una lengua, sino que es una lengua. Y yo creo que no es que yo tenga una relación con el Ayuujk, sino que soy en gran parte Ayuujk también. A través de ella tengo pensamientos muy personales, pero también me comunico con otras personas. Más que establecer una relación con esa lengua, es mi lengua materna, entonces me atraviesa por completo.
¿Hay palabras en Ayuujk que le gustaría que existieran en español?
A mí me gusta que haya intraducibles. Tal vez me gusta que en ciertas lenguas pueda decir una cosa y en otras otra. Tal vez no necesariamente quiero que todas estén en todas. Pero me gusta mucho, por ejemplo, la palabra "et" en mixe, que significa existir como verbo y "todo lo que es y todo lo que existe" como sustantivo.
¿Qué sucede cuando una persona con ascendencia indígena duda de su capacidad para adscribirse como tal, especialmente si ha habido pérdida de la lengua o conocimientos culturales en su familia?
Cuestionar por qué surge esa duda sobre la adscripción. Los pueblos indígenas han perdido muchísimas cosas: lengua, tradiciones, conexión con la tierra, comunidad, debido a la colonización y otros sistemas opresivos, y por todo eso que perdimos, no dejamos de ser.
¿Cuál es la raíz de esta duda sobre la propia adscripción y quién establece, o intenta establecer, los criterios para ser considerado indígena?
La duda a menudo está operando por lo que el Estado dice. El discurso estatal nos atraviesa y dicta quién debe ser indígena y quién no. Por ejemplo, la política del Estado mexicano fue que si no hablabas una lengua indígena, dejabas de serlo.
Esta duda sobre la adscripción está hecha desde las políticas de los Estados. Se contrasta con otros sistemas, como la "cuota de sangre" en Estados Unidos, donde tener ascendencia directa (como abuelos) haría que no existiera mayor problema para la adscripción.
Dada la pérdida de elementos culturales y las definiciones externas impuestas, ¿cómo se aborda la identidad y la posibilidad de reconexión con la herencia indígena?
No dejar que opere lo que el Estado dice sobre la identidad. El hecho de que no se conozca la lengua u otras cosas no tendría por qué ser un impedimento para la adscripción, aunque hay todo un sistema que opera para decir que sí lo es.
La pérdida de elementos de la herencia cultural no fue por gusto, sino por un sistema que operó para que esto ocurriera. Sería revolucionario adscribirse y empezar un proceso para conocer más sobre aquello que se perdió.
Haber perdido cosas no hace a una persona menos indígena. La reconexión con lo perdido es un trabajo continuo y personal. No se debe sentir que por lo que fue arrebatado, se deja de ser.