Actualmente los reflectores de la política mexicana están apuntando hacia Claudia Sheinbaum Pardo y Xóchitl Gálvez Ruiz, las dos candidatas que aspiran a convertirse en la primera presidenta mujer en México. Ambas han sido blanco de críticas basadas en estereotipos de género y sexismo que no solo enfrentan ellas, si no la mayoría de las mujeres que están dentro y fuera de la política. 

A pesar del constante llamado a la erradicación de la violencia política contra las mujeres en el actual proceso electoral, las candidatas a los distintos cargos de representación popular no solo son víctimas de violencia, también enfrentan críticas, discriminación, así como señalamientos por apariencia basados en el mandato de belleza y la “buena mujer” que refuerzan los discursos machistas.

¿Las niñas de pelo chino le tienen envidia a las de pelo lacio?

En su última columna titulada ¿A quién creerle?, la escritora mexicana Guadalupe Loaeza, presentó su análisis del debate presidencial basado en la actitud y apariencia física de las candidatas. En el texto, publicado en el periódico Reforma, asegura que Claudia Sheinbaum envidia a Xóchitl Gálvez porque tiene cabello lacio y las niñas chinas siempre son “envidiositas” con las lacias, esto porque el cabello de Sheinbaum es naturalmente rizado. Al mismo tiempo la calificó de“fría” e “inexpresiva”, lo que acusó es un rasgo de apatía. 

Esta crítica es parecida al apodo que le dio Xóchitl a Claudia al llamarla “dama de hielo” por ser una mujer “fría y sin corazón” como le dijo en el debate del pasado 7 de abril. 

Como era de esperarse, la columna de Loaeza fue duramente criticada en redes sociales. Algunas voces calificaron su discurso como racista; también resaltaron la violencia sistémica que existe en este tipo de discursos. Otras más se preguntaron algo qué es evidente, ¿estaríamos ante el mismo panorama si fueran candidatos hombres? ¿señalaríamos sus rasgos físicos?

Pero, ¿por qué opinar sobre el cabello de las mujeres también es político? En su estudio "El pelo afro no se toca: resistencia desde el activismo estético", la investigadora Metztli Molina Olmos, del Colegio de Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, señala que cabello texturizado o afro está relacionado con el racismo, pues "los cánones no escritos de la belleza occidental consisten en la piel clara y el pelo liso, y quienes no lo tengan se traduce en presión social y violencia que, incluso, ejercen las mismas mujeres sobre sus cuerpos".

Así que este tipo de críticas solo evidencian una problemática que a menudo enfrentamos las mujeres: la sexualización y la crítica a nuestra apariencia y cuerpo, antes que el reconocimiento de cualquiera de nuestras cualidades

¿Cómo se relacionan estas críticas con la violencia política?

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En entrevista con La Cadera de Eva, Lorena Vázquez Correa, investigadora del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República, explicó que poner atención a este tipo de críticas, más que victimizar a la señalada, es relevante porque afectan la participación de las mujeres en la política.

“Independientemente del partido y las ideologías, estas conductas son misóginas y no deben ser aceptables en el discurso público. Afortunadamente, tenemos marcos institucionales que han ido mejorando en los últimos años, como el marco normativo de violencia política contra las mujeres en razón de género, una herramienta que nos ha permitido visibilizar las conductas que inhiben la participación de las mujeres en el ejercicio político”. (Lorena Vázquez Correa)

Por otra parte explica que realizar señalamientos sobre lo que son las mujeres “frías”, reproduce estereotipos que apuntan a que “las mujeres poderosas y serias, no son buenas, por lo tanto, no deben gobernar”, explica la especialista. 

“En el contexto de la competencia electoral, no hay que tolerar estas conductas, y hay que visibilizar a las personas agresoras”. (Lorena Vázquez Correa)

La sexualización de las y los actores políticos

Cecilia Núñez, jefa de comunicación de la Coordinación para la Igualdad de Género de la UNAM, nos explicó en esta nota que valorar a las mujeres desde su apariencia física es una práctica derivada de dinámicas machistas avaladas por un sistema patriarcal: “se normaliza el poder opinar sobre la vida de las mujeres como si esta fuera del dominio público y esto se ve muy marcado en las campañas políticas, se sigue viendo a las mujeres como esta mercancía que se puede calificar”, señala. 

Un ejemplo es la constante sexualización que vive la alcaldesa de la alcaldía Cuauhtémoc, Sandra Cuevas, quien recibe comentarios a través de redes sociales sobre su físico que la sexualizan. 

Cecilia Núñez señala que, por el contrario, los hombres son “admirados” desde otra posición: “En el caso de los hombres siempre se pone en esta esfera de la admiración, de los deseables, incluso hasta inalcanzable.Y en el caso de las mujeres generalmente se va a ver por una escala inferior, de juzgar su apariencia y la expresión de género como si fuera exhibirse, como si ella estuviera buscando esas opiniones sobre su cuerpo”.

Cuestionar los señalamientos públicos que se hacen a la apariencia física de las mujeres que se desarrollan en el ámbito político no buscan victimizar a las señaladas, sino que apuntan a la importancia de erradicar una clara manifestación de violencia política contra las mujeres basada en estereotipos de género.

En estos tiempos de evaluación y debate, no olvidemos, como nos recordaron varias expertas aquí, que las críticas a las candidatas deben ser dirigidas a sus propuestas y trayectoria política, y no caer en discursos sexistas y misóginos.