La actriz y modelo Brooke Shields reveló que le habían practicado un rejuvenecimiento vaginal sin su consentimiento en una entrevista con la revista Us Weekly, durante la promoción de su nuevo libro autobiográfico A Brooke Shields no se le permite envejecer: reflexiones sobre el envejecimiento como mujer.

Brooke, de 59 años, relata que durante sus 40, su ginecólogo le preguntó si había experimentado incomodidad con el tamaño de sus labios vaginales. Ella cuenta que había tenido sangrados y rozaduras desde la preparatoria, por lo que  aceptó hacerse un procedimiento quirúrgico de reducción. En una consulta de revisión después de la operación, el cirujano reveló haber “añadido un pequeño bonus”.

El rejuvenecimiento vaginal es un procedimiento que “mejora” la apariencia de la vulva y ayuda a una “mejor calidad de la vida sexual”. “Se sintió como una invasión bizarra, como un tipo de violación”. Shields contó haberse sentido horrorizada por el “favor” hecho en su cuerpo sin su consentimiento, y atravesó por la vergüenza y el enojo.

A pesar de sentirse avergonzada, Shields incluyó el acontecimiento en su libro. “Si queremos cambiar la forma en la que abordamos y hablamos sobre la salud de las mujeres, debemos hablar de temas incómodos pero reales. La vergüenza ya no es una opción”.

La denuncia de Brooke Shields sobre la violencia ginecoestética se entrelaza con su lucha contra el edadismo, ya que ambas cuestiones reflejan una sociedad que controla y dictamina cómo deben ser los cuerpos de las mujeres. Al enfrentar un procedimiento quirúrgico sin su consentimiento, Shields expone la presión estética que, sumada a las expectativas de juventud eterna, busca definir su cuerpo según un estándar de belleza que ignora su autonomía. 

Violencia estética y  ginecoestética

Aunque este es un concepto poco explorado, la violencia ginecoestética se define como la apropiación del cuerpo y de los procesos reproductivos de la mujer con fines no médicos, lo que resulta en la pérdida de autonomía, de la sexualidad y en el sometimiento a una baja calidad de vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En este tipo de violencia se engloban las prácticas médicas en el ámbito de la ginecología y la estética que modifican la apariencia de los genitales femeninos sin consentimiento.

Como Brooke Shields relató en su autobiografía, ella no necesitaba realizarse un procedimiento irreversible que lejos de beneficiarla perjudicó su calidad de vida.

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La imposición de estándares estéticos en los cuerpos de las mujeres llevan a la realización sin consentimiento o sin conocimiento exacto de procedimientos que refuerzan estereotipos de género. Aunque se cree que este tipo de violencia sólo ocurre en países de Asia y Africa, mediante la mutilación genital femenina, la realidad es que las violaciones a los genitales de las mujeres también ocurren en el occidente en nombre de la estética.

La patologización de la vulva, especialmente de los labios menores, de su color y de su tamaño son sumamente comunes, por lo que existen “tratamientos y procedimientos” para mejorarlos, aunque no sea realmente una necesidad médica. Algunas de las prácticas son el rejuvenecimiento vaginal, la labioplastia y la reducción del monte venus.

La violencia estética, por su parte,  es todo tipo de discriminación y exclusión que se da por no cumplir con estándares de belleza hegemónicos. Aunque los hombres no están exentos de este tipo de violencia, las mujeres son quienes más sufren las consecuencias de no encajar dentro del ideal de bellas.  

La Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS) del Inegi reveló que el 30.7% de las mujeres de 18 años y más en México ha sufrido algún tipo de discriminación por peso y estatura, y el 10.7% por tono de piel. 

Vulva-diversas

La presión de una cultura que promueve estándares de belleza poco realistas provoca inseguridades sobre la apariencia de los genitales. Las imágenes de mujeres  con vulvas perfectas de la industria del cine y del cine pornográfico ha perpetuado cánones inalcanzables.

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La vulva se ha convertido en un símbolo feminista durante la última década, reivindicando su alineamiento histórico, es por ello que es necesario hablar de las prácticas violentan en contra de los genitales de las mujeres que persisten bajo procedimientos estéticos que complace a la mirada patriarcal.

Como las corporalidades, las vulvas son diversas y no debería ser motivo de vergüenza o incomodidad. Las variaciones de tamaño, color, textura y grosor normales, sin embargo, los mitos sobre cómo deben lucir los genitales, tales como el del tamaño ideal y el color perfecto, son respaldados por la cultura de belleza patriarcal que debe desmontarse hasta los consultorios y clínicas ginecológicas.